domingo, 13 de julio de 2025

EN LA ESCUELA DE ALEXIS DÍAZ PIMIENTA

 


Félix Maraña

Soy humilde decimero
que comparece, oposita
a vivir pues necesita,
cantando su cancionero,
como hacía aquel pascuero
que recorría la Pampa,
perfilando con su estampa
un retrato sapiencial.
Ya sabemos que al final
llueve pero siempre escampa.
Sé que Alexis va primero,
porque guarda en su cabeza,
por una extraña rareza,
ese ingenio decimero
que nos toma el delantero
y nos saca de la pista,
hasta perderlo de vista
corriendo detrás de él.
Nos suben el arancel
hasta en la clase turista.
Y nos deja entre dos velas,
al final del recorrido,
que tú vas y el ha venido
con un montón de espinelas.
Y te esfuerzas y te encelas
por ver si logras llegar
a su ritmo de rimar
en la improvisación.
Y no aprendes la lección.
Otra vez, vuelta a empezar.
Al final, es lo que cuenta,
tras multiplicar ensayos,
tras fatigas y desmayos,
algo de sal y pimienta,
logras una poca renta
para aprobar el examen.
Al final viene el dictamen,
un aprobado escasito
y repites, despacito,
si no es conforme, reclamen.
Decimero, decimero,
dinos ya quién te alimenta,
¿es tu origen Díaz Pimienta,
o tu perfil habanero?
¿Acaso es tu heredero?
Dinos, si sabes, la hora
que desde niño hasta ahora
te marcó el camino recto.
Dinos cómo eres perfecto,
dinos ya sin más demora.

DdA, XXI/6.040

NO SE DEBERÍA IMPARTIR HISTORIA EN ASTURIAS SIN CONOCER SU HISTORIA

 

Perteneciente al importante fondo de negativos que guarda del fotógrafo gijonés Constantino Suárez (1899-1983) el Muséu del Pueblu d'Asturias, cuya tardía recuperación nunca se agradecerá lo bastante por ser un importante legado documental para Asturias, esta fotografía es de las menos conocidas de Suárez, teniendo como tiene un valor histórico incuestionable, tal como leemos en Asturias 1936, guerra civil y represión. En la instantánea, que fue publicada en el diario socialista Avance, dirigido por Javier Bueno (fusilado por Franco en 1939), aparecen los miembros del Consejo Interprovincial de Asturias y León en una reunión que tuvo lugar en Gijón, posiblemente en la sede de la institución, sita en la Casa Blanca, un edificio que aún sigue en pie en la Plaza de Parchís (Plaza del Instituto) y en el que no hay referencia histórica alguna ese pasado, contribuyendo con ello al desconocimiento de un breve periodo de la historia de Asturias. La reunión está fechada el 16 de enero de 1937, nueve meses antes de la caída de Gijón en poder de los sublevados y, con ella, del Frente Norte republicano. La presidió el gobernador general Belarmino Tomás, del Partido Socialista, en compañía de los consejeros de cada departamento. La decisión tomada en ese reunión consistió en la intervención de todas las redes ferroviarias de Asturias y una parte de León, pasando a control del Estado republicano las compañías privadas. Que en una oposición para docentes de Historia en Asturias, celebradas en 2016, la mayoría de los aspirantes no fuera capaz de identificar y contextualizar esta instantánea, denota, en opinión de este Lazarillo, una vez más, las lamentables lagunas que nuestra historia afectan a quienes pretenden impartirla.

En las oposiciones de 2016 para docentes de Historia en Asturias, una fotografía en blanco y negro generó desconcierto y una intensa polémica. La imagen aparecía en el examen sin contexto, sin pie de foto y con una pregunta directa: identificar y contextualizar lo que mostraba. Para la mayoría de los aspirantes, la imagen era completamente desconocida. No formaba parte de los temarios oficiales, ni aparecía en los libros de texto, ni circulaba en el imaginario histórico habitual.

Se trataba de una fotografía tomada el 16 de enero de 1937 por Constantino Suárez (Gijón, 1899–1983), uno de los grandes fotógrafos asturianos del siglo XX, comprometido con la realidad social y política de su tiempo. Autodidacta, agudo observador y con una notable sensibilidad artística, Suárez entendió desde muy joven que la fotografía no era solo una herramienta técnica, sino una forma de contar el mundo. Durante la Segunda República y, especialmente, durante la Guerra Civil, se convirtió en testigo directo de una sociedad en transformación y resistencia, retratando con honestidad y precisión la vida cotidiana, las luchas obreras, los movimientos sociales y el poder político republicano en Asturias. Colaboró con numerosos medios de comunicación, entre ellos los periódicos Avance, Noroeste, Ahora y otras publicaciones regionales y nacionales, desarrollando una intensa labor como reportero gráfico.

La imagen muestra a los miembros del Consejo Interprovincial de Asturias y León, reunidos solemnemente en Gijón, en una estancia cerrada, organizados alrededor de una mesa, en actitud serena pero grave. El acto político que se estaba llevando a cabo en ese momento no era menor: el Consejo había decidido intervenir todas las redes ferroviarias del territorio de Asturias y una parte del norte de León, pasando las compañías privadas a control del Estado republicano. La noticia fue publicada al día siguiente en el diario Avance, junto a esta imagen, que hoy se conserva en el archivo fotográfico del Museo del Pueblo de Asturias.

Lo que parecía una simple fotografía oficial es uno de los momentos clave de la historia de Asturias, que define las políticas llevadas a cabo por el Consejo durante la guerra en la región.

En los meses posteriores al golpe militar de julio de 1936, Asturias, como otras regiones republicanas, se vio obligada a reorganizarse políticamente. La descomposición del poder estatal llevó a la creación del Comité Provincial del Frente Popular, constituido oficialmente el 15 de octubre de 1936 mediante su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo. Este órgano asumió funciones de gobierno en el territorio republicano de Asturias y León, coordinando la defensa, la economía, la administración y los servicios públicos. Su acción fue decidida, intensa y profundamente transformadora.

El Comité, a través del Departamento de Hacienda, intervino el sistema financiero, creó nuevos impuestos, asumió competencias fiscales, organizó la emisión de papel moneda respaldado por el Banco de España de Gijón y reguló desde los pagos a la Seguridad Social hasta la intervención del sistema bancario y las exportaciones. También limitó la cantidad de dinero metálico que los ciudadanos podían tener en su poder, prohibió operaciones especulativas y estructuró el sistema de combustibles mediante la creación del Consejo Directivo de CAMPSA. En muy poco tiempo, construyó una red económica de emergencia basada en el control público de sectores estratégicos, en una región aislada del resto del territorio republicano tras el cierre del Frente Norte.

El Comité estaba formado por una amplia representación de fuerzas obreras, republicanas y sindicales. Lo integraban dirigentes del PSOE, Izquierda Republicana, las Juventudes Socialistas Unificadas, el Partido Comunista, la CNT y la FAI. El propio Belarmino Tomás, histórico dirigente socialista y sindicalista minero, presidía el organismo.

Pero la urgencia del momento y la necesidad de dotar a esa estructura de un carácter más estable y reconocido llevaron, el 28 de diciembre de 1936, a la constitución del Consejo Interprovincial de Asturias y León. Este nuevo órgano político asumía formalmente las funciones de gobierno del territorio republicano del norte. Su composición era también plural y representativa: incluía consejerías equivalentes a ministerios, ocupadas por miembros de los principales partidos y organizaciones de izquierda.

El 24 de agosto de 1937, la urgencia hizo que el Consejo se tornase en Soberano, acaparando todos los resortes del poder que ya tenía, porque la obra legislativa estaba ya en pie. Fue el último episodio de esta historia de Asturias en el que realmente el territorio se autogestionó de una manera comunitaria.

La imagen de Constantino Suárez fue tomada el día en que el Consejo decretó una medida clave: la intervención de las redes ferroviarias de compañías privadas como la Vasco-Asturiana, los Económicos de Asturias, los Ferrocarriles de Langreo y el Ferrocarril Eléctrico de Carreño. A partir de ese momento, todas pasaban a estar bajo control estatal.

El control de las comunicaciones y del transporte era vital en un contexto de guerra. El carbón debía llegar al frente y a la retaguardia, los alimentos a las ciudades, los heridos a los hospitales. La iniciativa no era solo económica, era también una forma de sostener el aparato logístico que mantenía con vida a una Asturias republicana completamente rodeada. Ese mismo día, según relató el diario Avance, no estaban presentes algunos consejeros —Comercio, Justicia, Industria y Pesca—, ausentes por encontrarse resolviendo cuestiones urgentes en sus respectivos departamentos. A pesar de ello, el Consejo funcionaba como un equipo de gobierno unido por un objetivo común: sostener un territorio autónomo y en resistencia, en medio de un cerco militar.

El fotógrafo que supo mirar la historia

Constantino Suárez (Gijón, 1899–1983) fue uno de los grandes cronistas visuales de Asturias en el siglo XX. Con su cámara documentó no solo paisajes y retratos, sino también la historia política y social de su tiempo. Su archivo, hoy conservado en el Museo del Pueblo de Asturias, incluye miles de imágenes que retratan la vida cotidiana, el trabajo, las luchas obreras y la guerra.

La imagen del Consejo Interprovincial no es una foto cualquiera. Su mirada, sobria y frontal, nos deja ver la seriedad del momento, la voluntad de gobierno, el intento de dignidad institucional en medio del caos. No hay dramatismo, ni pose heroica: solo responsabilidad, concentración y una cierta serenidad ante lo que estaba por venir.

Tras la caída del Frente Norte en octubre de 1937, la historia del Consejo Interprovincial fue silenciada. La represión franquista persiguió a muchos de sus miembros, y su legado desapareció de los relatos oficiales. Ni en los libros de texto ni en los discursos conmemorativos se ha reconocido todavía el valor de aquel intento de gobierno autónomo, plural y de carácter socialista, levantado en condiciones extremas.

La polémica de la fotografía en 2016 sirvió, irónicamente, para devolver esta historia al presente. La ignorancia generalizada sobre la imagen reveló una carencia estructural: seguimos sin conocer nuestra propia historia regional, seguimos sin enseñar episodios clave que hablan de resistencia, de gestión democrática y de dignidad.

Hoy, esa misma fotografía puede ser una herramienta para enseñar, para recordar y para construir una memoria democrática más completa. Es también un homenaje a quienes intentaron —contra toda esperanza— mantener en pie un territorio, una legalidad y unos principios. La cámara de Constantino Suárez nos los dejó mirando al futuro.

DdA, XXI/6.040

sábado, 12 de julio de 2025

MADRID 1950: DE MANTILLA HASTA EN EL METRO



Félix Población

Bien sabemos que once años no son nada en la historia de un país, aunque sí puedan significar algo en la de una persona. Habían transcurrido once desde el final de la guerra y el corazón de Madrid, la Plaza de Cibeles, presentaba este aspecto a la altura del Ministerio del Ejército. Estamos en 1950 y aunque la fuente de la instantánea nos facilite datos relevantes de lo que en ella advertimos, no se puede decir como se nos dice que la foto sea nostálgica porque ninguna posguerra goza de ese sentimiento, máxime si se trata de una posguerra dictatorial. Al fondo aparece el Palacio de Comunicaciones, cuyo reloj daba las señales horarias con las que comenzaban los "partes" informativos de Radio Nacional de España, denominación la de "parte" que se mantuvo entre los mayores muchos años después de finalizado el conflicto armado. Las caballerías tardarían aún en dejar de discurrir por las calzadas y los autobuses británicos Leyland, con dos pisos y volante a la derecha, llevaban en su costado la publicidad de Vermut Martini Rossi. Otra bebida alcohólica era promocionada también en los escalones de acceso al Metro, que hasta muchos años después fueron además paso subterráneo de comunicación entre las dos acercas de la calle de Alcalá, entre el Ministerio del Ejército y el Banco de España. En este caso la publicidad también se refería a una bebida alcohólica, el Anís las Cadenas. Pero lo más llamativo de la fotografía, por lo que evidencia como clave de la época, es la figura de la mujer joven que se dispone a bajar por las escaleras. Procedente con toda seguridad de la vecina iglesia de San José, mantiene sobre su cabeza la mantilla negra con la que el sexo femenino debía asistir a las ceremonias religiosas, porque en esos años, además de su imposición obligada en la liturgia nacional-católica, nunca estaba de más y era tan posible como observamos ampliar el ámbito de religioso cubrimiento como creyente practicante hasta en el transporte público, a modo de apostólico y pudibundo resalte. Ese complemento significó para la mujer española la pérdida del breve periodo emancipatorio que supuso para ella la Segunda República. Nunca está de más recordarlo. Sobre todo, ahora.

DdA, XXI/6.039

LAS MANIOBRAS FINANCIERAS DE LA EMPRESA DE DIOS


Turistas y peregrinos visitan un monasterio / Xurxo Lobato (Getty Images)
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Leila GuerrieroEl País, 12 de julio de 2025

Estaba hace poco en Palma de Mallorca. Salí a caminar. Llegué a una iglesia. En la entrada había dos carteles con la señal de “Prohibido el paso”, y la frase: “Entrada restringida. Solo para quienes acudan a misa”. Aunque no tengo fe, me interesa la fe de los otros: entro a las iglesias, escucho los rezos, observo la devoción. Pero ese cartel era un freno a mi curiosidad irrespetuosa, así que me fui. Supuse que estarían hartos de la irrupción de turistas sacando fotos como si aquello fuera un zoológico y no un sitio de recogimiento, pero me pregunté cómo confirmarían que alguien efectivamente entraba para asistir a la misa y no para curiosear.

¿Exigirían el recitado del Credo, someterían al paseante a un multiple choice de contenido religioso? En todo caso, me pareció que el cartel era publicidad en contra. Si la Iglesia Católica ha perdido miles de fieles, ¿no convendría confiar en la posibilidad de que un curioso entrara, fuera tocado por el rayo de la fe y se transformara en devoto? Después de todo, los católicos creen en cosas más extrañas, como la santísima trinidad o el embarazo de una virgen.

Mientras caminaba, imaginé el consultorio de un psicoanalista en cuya puerta se leyera “Entrada restringida. Solo para pacientes interesantes”. ¿Y la posibilidad de toparse con lo impredecible, de descubrir que nos gusta mucho aquello que pensábamos que no? El cartel, además, contradecía la idea de acogida que promueve la Iglesia arrojando el mensaje opuesto: estamos encantados con nosotros mismos, no necesitamos a nadie más.

Al día siguiente, un señor con quien comenté el asunto me explicó que ese cartel está allí ―y en muchas otras iglesias― para impedir que la gente entre gratis: “Si hay misa, no se puede cobrar la visita. Les da igual lo de la fe. Lo que quieren es que pagues”.

Así fue como todas mis disquisiciones me parecieron cándidas y nobles comparadas con las maniobras financieras de la Empresa de Dios.

VAN POR NOSOTROS Y NUESTRAS LIBERTADES, LOS INMIGRANTES SON SOLO LA HERRAMIENTA

La sociedad ultra es dictatorial. La única forma de que la gente acepte violencia y falanges organizadas es que haya grupos de los que defenderse. La única forma de aceptar la pérdida de derechos es que haya grupos a los que sea legítimo quitárselos, luego es cuestión de ampliar la onda. Necesitan estimular el odio a grupos. Lo de la inmigración no es una cuestión de solidaridad solo. Van a por nosotros y nuestras libertades, los inmigrantes y otras minorías son solo la herramienta.



Enrique del Teso

En el año 83, la televisión de Felipe González tuvo su primer escándalo. Un sábado por la mañana, con los niños merodeando la tele (no había móviles, ni videoconsolas), Las Vulpes, grupo punk femenino, cantaban Me gusta ser una zorra, en la que transmitían que preferían masturbarse y joder con ejecutivos que milongas de amor y que querían meterle un pico en la polla a Lou Reed. Aquella vaharada sofocó a la carcunda, que empezó a hablar del fin del mundo. Pero me interesa más el recuerdo de progres cuarentones ex–militantes de la época, con los que Rosa Montero se ensañó llamándolos muertos vivientes. Contó una actuación de Las Vulpes en el Rock–Ola, templo de la movida, donde el público era o quería ser punk, llevaban pelos de colores en cresta y se escupían con desgarro. Cuando mucha gente escupe sin parar a la vez, los salivazos llegan a ser una verdadera atmósfera. Mamen, la cantante, se escarbaba la garganta para vomitar en escena. Rosa Montero concentró su mordacidad en los ex–peceros cuarentones y su actitud de estar de vuelta y de que estas niñatas no me asustan, cuando gestionaban muy a duras penas un berrinche comparable al escozor de la carcunda. Aquellos progres cuarentones de los primeros 80 seguramente veían en todo aquello una especie de disolución, un acabóse, como que algo que había costado construir se iba por la alcantarilla. Apenas tres años antes, en la facultad estábamos de cháchara unos cuantos sentados en el suelo de un pasillo. Un bedel pasó y meneó la cabeza mascullando «si no hubiera bancos, hacíeis huelga porque no hay bancos pa sentáse, joder». Aquel señor, sin duda, tenía la sensación de que algo se estaba yendo al garete. Me pasa a mí cuando oigo reguetón o trap latino. No es como si la música fuera peor, sino como si la música estuviera desapareciendo. El impacto de influencers y cutreces virales me hace sentir también que algo que había se disuelve y desaparece, que el mundo se va a la mierda. Me imagino el impacto que debió ser en los 60 el pop, las minifaldas yeyé, las eyecciones hippies o el rock. Me imagino la sensación de oír a un hombre hablar de su marido o de los vaqueros grundge rotos por varios sitios. No dejan de darse situaciones que nos hacen sentir que el mundo en el que vivimos es un terrón de azúcar disolviéndose.

La tropa facha, los voceras que oímos en el chigre, los atontados que le gritan a alguien ¡viva España! creyendo que lo acaban de poner en su sitio, esa tropa, digo, son descerebrados, cada uno con su historia. Marcia Tiburi hace una clasificación muy provechosa de los idiotas, a partir de dos grandes grupos: los idiotas de raíz y los neo–idiotas. Así es esa tropa. Pero no los generales. Los generales no tienen nada de idiotas. No hablo de Abascal o De Meer, que sí son idiotas. Hablo de los que diseñan la propaganda y la estrategia ultra a escala internacional. Tienen que conseguir que la gente apoye a quien les promete quitarles la Seguridad Social y la jubilación, a quien les dice que tener atención médica gratis es una inmoralidad. Para eso tienen que conseguir que la gente centre sus prioridades en algo ajeno a sus intereses y eso no es fácil. Su propaganda siempre intenta aprovechar resortes conductuales, miedos y debilidades normales en la gente normal. Por ejemplo, es normal, como acabo de decir, la sensación de que la sociedad se está yendo al garete, que un conjunto de rarezas disuelve el mundo en el que vivimos. Por esa fisura meten un aspecto de su propaganda. La ultraderecha necesita tácticamente el odio, miedo y rechazo a grupos humanos reconocibles, el de la inmigración es uno de los predilectos. La súbita aparición de inmigración a gran escala es como la irrupción de la minifalda, los pelos punk, Mamen vomitando, estudiantes que se sientan en el suelo, los piercing o dos varones de la mano comiendo un helado. Es una perturbación. Los generales ultras saben lo fácil que sentimos que nuestro mundo se nos escurre entre los dedos. También saben de nuestra necesidad de tener un lugar en el mundo, un terruño donde todo es previsible y nada nos amenaza. Así que ese mundo que se diluye será nuestra patria, nuestro ser, lo español. El ángulo es interesante. Por mucho que se empeñe Ana Rosa, España sigue siendo uno de los países con menos criminalidad de Europa, es decir, del mundo. No pueden convencer a todo el mundo esas historias de niños desamparados violando mujeres. La inmigración rellena nuestros clamorosos vacíos demográficos, llenan el granero de las cotizaciones a la Seguridad Social y son mano de obra donde los empresarios dicen necesitar mano de obra. Ellos seguirán con sus bulos de manera vegetativa, pero ahora introducen un elemento identitario que no tiene nada que ver con todo eso. Es que se nos va la españolidad por las alcantarillas, nada es igual que antes, desaparece nuestra identidad.

Las otras perturbaciones nos ponían a la defensiva. Tipos llenos de tachuelas en la cara y con pelos de colores nos hacían cruzar de acera. Esta no. En la escuela franquista, a veces el maestro se iba y dejaba a uno de nosotros cuidando la clase. El encargado tenía que apuntar los nombres de quienes hablasen. Ese encargado caminaba como un pavito, por un momento se sentía autoridad. Cuando a los idiotas de raíz o a los neo–idiotas, les dices que ellos son españoles y que hay que conservar eso, porque con tanto moreno de ropas de colores por ahí van a desaparecer los españoles, que ya no se sabe dónde estamos, ciertamente se enfadan, pero cogen autoestima, creen que le pueden gritar al primer peruano que se topen. Se sienten como el que tiene que apuntar a los compañeros que hablan. La tribu de los idiotas de raíz se ve reforzada por legiones de neo–idiotas succionados por la propaganda. Incluso gente formada, alcanza tal grado de certeza que su pensamiento se hace tan rígido e inmune a los hechos como el del idiota de raíz. Todo es aprovechar una pulsión normal de gente normal y darle un contenido político.

Quién piensa en su pensión o en las escuelas cuando la identidad española se diluye en el tiempo como lágrimas en la lluvia, como decía aquel replicante. La sociedad ultra es dictatorial. La única forma de que la gente acepte violencia y falanges organizadas es que haya grupos de los que defenderse. La única forma de aceptar la pérdida de derechos es que haya grupos a los que sea legítimo quitárselos, luego es cuestión de ampliar la onda. Necesitan estimular el odio a grupos. Lo de la inmigración no es una cuestión de solidaridad solo. Van a por nosotros y nuestras libertades, los inmigrantes y otras minorías son solo la herramienta. Queman brujas para poder acusar a cualquiera de nosotros de brujería o simpatía con las brujas. Ahora quieren deportaciones masivas raciales, se hacen los soldaditos asomando la cabeza entre las piernas de Trump. No es un exabrupto de De Meer. Ya lo había dicho el facha y neo–idiota Sanz Montes: «Caben los que caben y no podemos decir buenistamente, sin fronteras, que vayan pasando porque no caben físicamente todos. […] Dentro de esta especie de apertura buenista, se nos puede colar gente que son indeseados. Porque vienen con su carnet terrorista, porque vienen con su tráfico de cosas, tráfico de blancas, tráfico de drogas, tráfico de armamento etc». Nunca se habla para decir obviedades, como que no puede venir todo el mundo para aquí. Quien dice una obviedad realmente quiere decir más que la obviedad: terrorista, tráfico de blancas, drogas, armamento, … Ese es el odio ultra y táctico que se predica desde ciertos púlpitos.

El cuento de Caperucita estigmatizó la figura del lobo y el de Cenicienta la de la madrastra. Los ultras quieren una patria que desproteja (nada de sanidad gratuita, escuela pública o jubilaciones) y castigue. Si seguimos los tópicos de cuentos populares, no es una madre patria lo que proponen, sino una patria madrastra. Y siempre ladran de parte de sus amos oligarcas. Cuando vayamos desapareciendo los boomers y llegue el socavón demográfico, cuando un porcentaje absurdamente alto de Asturias sea propiedad de ricachones que no viven aquí, ¿clamará Vox por la identidad asturiana que se desagua? ¿O moverá la colita?

NORTES DdA, XXI/6.039

viernes, 11 de julio de 2025

PALABRAS DONDE LEER LA VIDA MÁS ANTIGUA


En recuerdo de mi querido amigo el catedrático de Paleontología de la Universidad de Salamanca Jordi Civis, director después del Museo Geominero de Madrid.

 

Félix Población

Bien puede decirse, por lo retrasada que entró esta primavera, que no lo sentí en la piel y en la mirada hasta hace poco, al cabo de acceder a media mañana a la verde campa sobre la que se asienta la iglesia de San Vicente mártir, elevada sobre un collado al oeste de la pequeña localidad de Colle, vecina a su vez de Llama de Colle. Los dos pueblos, separados tan sólo por la carretera que conduce a Cistierna y Riaño, llevan en su nombre el del riachuelo que baja de Vozmediano y vierte sus aguas en el Porma, y que a su vez da origen a la palabra collado.

Hacía una temperatura agradable cuando acabé de subir la rampa que conduce hasta la iglesia y el pequeño cementerio paredaño, pero mientras observaba la edificación, que data en su mayor parte del siglo XVI, con su amplio pórtico de columnas abierto al valle, se fue refrescando el ambiente al soplo de una ligera brisa con aliento de lluvia. Tal como está ubicado el templo, parece lógico pensar que sobre ese solar hubiese existido en tiempos un castillo, según recoge Pedro Alba en su libro Sobre la montaña de Boñar, castillo del que dice este autor del siglo XIX, cura de la vecina localidad de Voznuevo, se conservan algunos vestigios.

En el pórtico de la iglesia, orientado a mediodía para así preservar a los feligreses de las inclemencias del norte a la salida de las ceremonias religiosas, hay cegada con torpeza y mal gusto una portada renacentista de triple arcada, pero la que más interés tiene es la que existe en el interior, visible desde el propio pórtico, de hechura románica, que debió pertenecer por su estilo a un edificio anterior. Consta de dos arcos de medio punto en roscas descendentes, con dos columnas bajo la imposta que muestran sendos capitales tallados con motivos geométricos. 

Leo en una información mural que esta iglesia contó con una valiosa talla del siglo XIII de la Virgen de la Sal, por lo que bien podría haber pertenecido al mismo edificio que la portada románica. También que a esa talla se la llamaba popularmente La Meona, por el cerco de humedad que dejaba sobre el mantel. Lo que no se nos dice es el destino que tuvo la valiosa imagen cuyo apelativo popular ha sobrevivido al tiempo a pesar de la ausencia de la pieza escultórica.

No tuve oportunidad de ver el interior del templo, que al parecer es de una sola nave dividida en tres tramos: el primero con bóveda vaída y los otros dos con bóveda de cañón con lunetas. La cabecera, se nos dice, está enmarcada por un arco de medio punto y muestra cubierta gótica de bóveda con terceletes. La torre, de poca altura, es cuadrangular y denota una gran solidez.

Pero el patrimonio más valioso de Colle, del que se puede decir que tuve una repentina intuición al buscar una piedra para cascar las cuatro nueces que forman parte de mi avituallamiento ciclista, no está en el edificio eclesial que se nos muestra recortado sobre el collado, sino a flor de tierra. Al buscar la piedra encontré otra menor que me pareció un fósil y que deseché por poco operativa. Ya en casa, la curiosidad me hizo relacionar la paleontología con Colle en una azarosa búsqueda por Google, y me topé con la noticia: descubierto a mediados del siglo XIX en un trabajo de campo por el ingeniero de minas y geólogo Casiano de Prado (1797-1866), el yacimiento paleontológico de Colle es uno de los más importantes de la cordillera Cantábrica. 

En cuanto me enteré de esta información recordé a mi querido amigo Jordi Civis Llovera, conocedor sin duda del lugar como prestigioso catedrático de Paleontología de la Universidad de Salamanca y director hasta su repentino fallecimiento del Museo Geológico y Minero de Madrid, en donde se encuentran algunos de los más valiosos fósiles hallados en Colle. La primera colección catalogada por Casiano de Prado y el paleontólogo francés Édouard de Verneuil (1805-1873), que se trasladó hasta la montaña leonesa para comprobar el descubrimiento del geólogo español, data de 1850 y en ella se descubrieron hasta once especies de fósiles nuevas. 

Por hallarse a la intemperie y al alcance de todo aquel que lo visite, este yacimiento que pertenece a todos, y especialmente al municipio de Boñar, viene sufriendo desde hace décadas un continuado expolio, por lo que se corre el riesgo de que pueda ir perdiendo el valor que para la ciencia y la docencia tuvo en su día. Hace unos años se celebraron en la villa del Porma unas jornadas, en colaboración con la Universidad de León, al objeto de hacer valer y preservar esa riqueza patrimonial. Ignoro con qué resultados.

Como de seguro afirmaría mi recordado amigo, una persona sabia y vocacionalmente entregada a su profesión desde que nos conocimos con poco más de veinte años en un cuartel militar, y también como se sostiene en el vídeo difundido por la Fundación Cerezales con ocasión de las aludidas jornadas divulgativas, los fósiles son las palabras que nos sirven para leer e interpretar la vida más antigua del planeta que habitamos y en cuyo conocimiento y conservación nos va la vida. No se puede permitir que sean robadas a la ciencia porque sería tanto como anular aquellos puntos de luz que contribuyen a despejar las arcanas incógnitas de ese tiempo inmemorial

Esos restos orgánicos que quedaron petrificados mediante procesos químicos y geológicos nos han servido nada menos que para evidenciar la existencia del proceso evolutivo. «Los fósiles nos permiten conocer, aunque sea de forma imperfecta, la secuencia temporal de cambios que sufrió la fauna y la flora en un determinado territorio», leo en el libro que me regaló Jordi para distraerme de una tediosa guardia como artillero de costa en el monte Hacho de Ceuta. Siempre te recordaré, amigo.

Publicado hoy en el diario LA NUEVA CRÓNICA

LOS PUEBLOS, EL HILO QUE NOS CONECTA CON LO QUE SOMOS Y FUERON


No deberíamos despreciar o menospreciar nuestros orígenes, la despensa de la vida, porque quizá tengamos algún día que volver a recurrir a ella para vivir.

María Pérez

Nos sacaron de los pueblos, nos vendieron una efímera felicidad y una falsa comodidad en las ciudades, nos cegaron con las luces, con trabajos en oficinas sin trajes de faena, con corbata y maletín, sueldos fijos y horarios, envuelto en una libertad ficticia. Ahora, nuestra generación siente en sus carnes como todas esas historias que vendieron a nuestros padres y abuelos, hacen aguas y rebuscamos en las raíces para encontrar respuestas y sentirnos menos perdidos. Han conseguido que sigamos trabajando de sol a sol, pero ahora lo hacemos encerrados en paredes de pladur, mirando pantallas, respirando aire artificial y sobreviviendo con platos precocinados en habitaciones compartidas, pagando gildas a tres euros y atiborrados de pastillas para no sentir. Ahora, que el castillo de naipes se ha venido abajo, vemos cómo una generación, que es la mía, va despertando poco a poco y tira de ese fino hilo que aún nos queda vivo y nos conecta con lo que somos, y lo que fueron. Quiero pensar que aún hay esperanza, y que quizás no es tarde para volver a volver.

DdA, XXI/6.038

FÉLIX MARAÑA SE PROPONE ESCRIBIR UN QUIJOTE EN ESPINELAS


Félix Maraña

Dos amigos y poetas, Manuel López Azorin y Miguel Ángel Yusta, me dijeron ayer que yo podría escribir "El Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha" en décimas. Lo tomé como un reto e indiqué a ambos que eso no es mérito alguno de mi parte, pues mérito es el de Cervantes, quien escribió esa novela de novelas, ese monumento catedral de nuestra lengua. Así pues, voy a escribir el monumental libro en espinelas. Componiendo un promedio de diez por día, calculo que en un par de meses habré reescrito el gran libro, libro de libros, a mi manera. Con que logre exprimir un diez por ciento del humor que la novela contiene, me daré por satisfecho. Ya he hablado hoy con los parientes de don Miguel y no me pedirán nada por derechos de autor. Humildemente, será un libro y ya estoy pensando en el artista que cree a partir de mi guion un cómic. Nos vamos a divertir.


Historia de un hidalgo de figura triste

Un ingenioso fidalgo,
caballero de los de antes,
un tal Miguel de Cervantes,
inventó un tipo, un algo,
delgado como si galgo,
y le dio triste figura,
pretexto de la escritura
del ingenioso Quijote,
famélico, con bigote
y aquejado de locura.
Su escudero, regordete,
pequeño, terco y muy ancho,
responde al nombre de Sancho,
preocupado, algo zoquete,
y no comprende el sainete,
pues dice son disparate
los sueños de tanto vate,
que aparecen en las ventas,
como teme las afrentas
y algún malvado lo mate.
Sancho no asimila el cuento
de su señor don Quijote
y sufre aunque no se note,
pues con engolado acento,
en los molinos de viento
ve gigantes de armadura,
asunto que le tortura,
le da insomnio y paranoia,
y también algo de anoia,
una especie de locura.
Dedico este mi escritorio
a mis amigos poetas,
a mis manías secretas,
escribir es sanatorio
que demarca el territorio
donde el escribano vive.
Duda y duda en lo que escribe
y dudando se deprime.
Y escribiendo se define,
gana el pan y sobrevive.

DdA, XXI/6.038

LAS SEIS DE LA SUIZA, LOS SEIS DE ZARAGOZA...CON UN GOBIERNO "PROGRESISTA"

Manifestación de apoyo en la Plaza Mayor de Gijón

Félix Población

Las seis de La Suiza, en alusión a la empresa donde prestaba sus servicios una trabajadora, son cinco mujeres y un hombre, sindicalistas de la CNT. Sobre el juez (Lino Rubio) que dictó la condena de cárcel, en la que ingresaron ayer, da cumplida cuenta Nortes, un digital al margen de la prensa convencional que se edita Asturias, algo que elude el diario El País, que dedica a la noticia del ingreso de los sindicalistas en prisión más de media página y un pequeño adelanto en portada. Se conoce, por esto último, que la dirección del periódico considera noticiable el hecho de que se encarcele al sindicalismo en España, aunque el cronista no tenga la perspicacia de preguntarse por el currículum del juez condenador. 

Los seis de La Suiza se suman así a Los seis de Zaragoza, unos jóvenes que se manifestaron contra el fascismo en aquella ciudad. El derecho de protesta está garantizado por el derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica. La ciudadanía tiene derecho a movilizarse pacíficamente y exponer sus razones sin temor a represalias. En España parece que manifestarse contra el fascismo tiene pena, aunque no la tengan las manifestaciones pro-fascistas que tiene lugar frente a la sede del PSOE últimamente y que tan afable trato tienen por parte de las fuerzas del orden. 

Tanto los casos de Las seis de La Suiza como Los seis de Zaragoza denotan con su encarcelamiento que más que preocupación por la persecución de determinado sindicalismo y la protesta antifascista en España, lo que se puede tener es constancia, una vez más, de que la degradación de la vara de medir de la justicia no es una maledicencia 

Si tanto los sindicalistas que defienden a una operaria, por no poder ausentarse de su puesto de trabajo al sentirse mal estando embarazada, como los jóvenes que se resisten a que el horizonte de sus vidas pueda estar marcado por el fascismo, están ahora mismo en la cárcel con un gobierno supuestamente progresista, qué nos puede aguardar con un ejecutivo en el que la extrema derecha esté en el consejo de ministros.

DdA, XXI/6.038

ES HORA DE CUESTIONAR NUESTRAS RELACIONES CON UN GOBIERNO FASCISTA

A lo que expone mi estimado amigo Alejandro, debemos añadir hoy, según leemos en la edición de la fecha del diario El País, la denuncia de académicos de once países calificando a Estados Unidos como "un régimen hostil" hacia la ciencia, por el ataque sistemático del gobierno de Trump a la libertad de pensamiento e investigación de modo parecido al de otros regímenes autoritarios, según publica Digital Journalism, revista líder en temas de comunicación: "El país que un día fue referente de la democracia y la libertad de expresión se ha convertido en el ejemplo más reciente de la corriente de autoritarismo a nivel mundial".



Alejandro Álvarez

Va siendo hora de reconocer que el Gobierno de EE.UU. es y actúa como un gobierno fascista: persigue a la relatora especial de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos, Francesca Albanese, al Secretario general de la ONU, Antonio Gutiérrez, y sanciona al fiscal de la Corte Penal Internacional, cumpliendo una orden de Trump contra del tribunal por sus investigaciones sobre Israel. En todos los casos las medidas persecutorias se deben a que estos altos representantes no se someten a los caprichosos dictados de Trump; por otro lado, el presidente de EE. UU. justifica la imposición de aranceles del 50% a Brasil porque la justicia de este país, conforme a sus leyes democráticas, juzga a Bolsonaro por intento de golpe de Estado.
Asimismo, el Gobierno de Trump apoya el genocidio que Israel está provocando en Gaza y la limpieza étnica que está llevando allí y en Cisjordania, convirtiéndose no sólo en socio sino también en partícipe de ellos.
Todo ello es el reflejo de una evidente actuación fascista, que persigue a quien no se somete a sus dictados o a quien no acepta su política y sus decisiones autoritarias, también entre sus propios ciudadanos.
Ante está evidencia, es necesario cuestionarnos nuestras relaciones con el Gobierno fascista de Trump, saliéndonos de inmediato de una organización militarista, la OTAN, controlada por EE.UU. y puesta a su servicio, como se está demostrando en estos últimos meses. Además, debemos romper nuestros acuerdos sobre las bases estadounidenses establecidas en nuestro país, usadas para apoyar el genocidio que Israel está llevando a cabo. Es un imperativo político, ético y humanitario. Seguir compartiendo alianzas con un país con políticas tan contrarias al derecho internacional, a la democracia, a la libertad y a la justicia es incompatible con cualquier discurso en el que se hable de tales valores.

DdA, XXI/6.038