domingo, 13 de julio de 2025

NO SE DEBERÍA IMPARTIR HISTORIA EN ASTURIAS SIN CONOCER SU HISTORIA

 

Perteneciente al importante fondo de negativos que guarda del fotógrafo gijonés Constantino Suárez (1899-1983) el Muséu del Pueblu d'Asturias, cuya tardía recuperación nunca se agradecerá lo bastante por ser un importante legado documental para Asturias, esta fotografía es de las menos conocidas de Suárez, teniendo como tiene un valor histórico incuestionable, tal como leemos en Asturias 1936, guerra civil y represión. En la instantánea, que fue publicada en el diario socialista Avance, dirigido por Javier Bueno (fusilado por Franco en 1939), aparecen los miembros del Consejo Interprovincial de Asturias y León en una reunión que tuvo lugar en Gijón, posiblemente en la sede de la institución, sita en la Casa Blanca, un edificio que aún sigue en pie en la Plaza de Parchís (Plaza del Instituto) y en el que no hay referencia histórica alguna ese pasado, contribuyendo con ello al desconocimiento de un breve periodo de la historia de Asturias. La reunión está fechada el 16 de enero de 1937, nueve meses antes de la caída de Gijón en poder de los sublevados y, con ella, del Frente Norte republicano. La presidió el gobernador general Belarmino Tomás, del Partido Socialista, en compañía de los consejeros de cada departamento. La decisión tomada en ese reunión consistió en la intervención de todas las redes ferroviarias de Asturias y una parte de León, pasando a control del Estado republicano las compañías privadas. Que en una oposición para docentes de Historia en Asturias, celebradas en 2016, la mayoría de los aspirantes no fuera capaz de identificar y contextualizar esta instantánea, denota, en opinión de este Lazarillo, una vez más, las lamentables lagunas que nuestra historia afectan a quienes pretenden impartirla.

En las oposiciones de 2016 para docentes de Historia en Asturias, una fotografía en blanco y negro generó desconcierto y una intensa polémica. La imagen aparecía en el examen sin contexto, sin pie de foto y con una pregunta directa: identificar y contextualizar lo que mostraba. Para la mayoría de los aspirantes, la imagen era completamente desconocida. No formaba parte de los temarios oficiales, ni aparecía en los libros de texto, ni circulaba en el imaginario histórico habitual.

Se trataba de una fotografía tomada el 16 de enero de 1937 por Constantino Suárez (Gijón, 1899–1983), uno de los grandes fotógrafos asturianos del siglo XX, comprometido con la realidad social y política de su tiempo. Autodidacta, agudo observador y con una notable sensibilidad artística, Suárez entendió desde muy joven que la fotografía no era solo una herramienta técnica, sino una forma de contar el mundo. Durante la Segunda República y, especialmente, durante la Guerra Civil, se convirtió en testigo directo de una sociedad en transformación y resistencia, retratando con honestidad y precisión la vida cotidiana, las luchas obreras, los movimientos sociales y el poder político republicano en Asturias. Colaboró con numerosos medios de comunicación, entre ellos los periódicos Avance, Noroeste, Ahora y otras publicaciones regionales y nacionales, desarrollando una intensa labor como reportero gráfico.

La imagen muestra a los miembros del Consejo Interprovincial de Asturias y León, reunidos solemnemente en Gijón, en una estancia cerrada, organizados alrededor de una mesa, en actitud serena pero grave. El acto político que se estaba llevando a cabo en ese momento no era menor: el Consejo había decidido intervenir todas las redes ferroviarias del territorio de Asturias y una parte del norte de León, pasando las compañías privadas a control del Estado republicano. La noticia fue publicada al día siguiente en el diario Avance, junto a esta imagen, que hoy se conserva en el archivo fotográfico del Museo del Pueblo de Asturias.

Lo que parecía una simple fotografía oficial es uno de los momentos clave de la historia de Asturias, que define las políticas llevadas a cabo por el Consejo durante la guerra en la región.

En los meses posteriores al golpe militar de julio de 1936, Asturias, como otras regiones republicanas, se vio obligada a reorganizarse políticamente. La descomposición del poder estatal llevó a la creación del Comité Provincial del Frente Popular, constituido oficialmente el 15 de octubre de 1936 mediante su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo. Este órgano asumió funciones de gobierno en el territorio republicano de Asturias y León, coordinando la defensa, la economía, la administración y los servicios públicos. Su acción fue decidida, intensa y profundamente transformadora.

El Comité, a través del Departamento de Hacienda, intervino el sistema financiero, creó nuevos impuestos, asumió competencias fiscales, organizó la emisión de papel moneda respaldado por el Banco de España de Gijón y reguló desde los pagos a la Seguridad Social hasta la intervención del sistema bancario y las exportaciones. También limitó la cantidad de dinero metálico que los ciudadanos podían tener en su poder, prohibió operaciones especulativas y estructuró el sistema de combustibles mediante la creación del Consejo Directivo de CAMPSA. En muy poco tiempo, construyó una red económica de emergencia basada en el control público de sectores estratégicos, en una región aislada del resto del territorio republicano tras el cierre del Frente Norte.

El Comité estaba formado por una amplia representación de fuerzas obreras, republicanas y sindicales. Lo integraban dirigentes del PSOE, Izquierda Republicana, las Juventudes Socialistas Unificadas, el Partido Comunista, la CNT y la FAI. El propio Belarmino Tomás, histórico dirigente socialista y sindicalista minero, presidía el organismo.

Pero la urgencia del momento y la necesidad de dotar a esa estructura de un carácter más estable y reconocido llevaron, el 28 de diciembre de 1936, a la constitución del Consejo Interprovincial de Asturias y León. Este nuevo órgano político asumía formalmente las funciones de gobierno del territorio republicano del norte. Su composición era también plural y representativa: incluía consejerías equivalentes a ministerios, ocupadas por miembros de los principales partidos y organizaciones de izquierda.

El 24 de agosto de 1937, la urgencia hizo que el Consejo se tornase en Soberano, acaparando todos los resortes del poder que ya tenía, porque la obra legislativa estaba ya en pie. Fue el último episodio de esta historia de Asturias en el que realmente el territorio se autogestionó de una manera comunitaria.

La imagen de Constantino Suárez fue tomada el día en que el Consejo decretó una medida clave: la intervención de las redes ferroviarias de compañías privadas como la Vasco-Asturiana, los Económicos de Asturias, los Ferrocarriles de Langreo y el Ferrocarril Eléctrico de Carreño. A partir de ese momento, todas pasaban a estar bajo control estatal.

El control de las comunicaciones y del transporte era vital en un contexto de guerra. El carbón debía llegar al frente y a la retaguardia, los alimentos a las ciudades, los heridos a los hospitales. La iniciativa no era solo económica, era también una forma de sostener el aparato logístico que mantenía con vida a una Asturias republicana completamente rodeada. Ese mismo día, según relató el diario Avance, no estaban presentes algunos consejeros —Comercio, Justicia, Industria y Pesca—, ausentes por encontrarse resolviendo cuestiones urgentes en sus respectivos departamentos. A pesar de ello, el Consejo funcionaba como un equipo de gobierno unido por un objetivo común: sostener un territorio autónomo y en resistencia, en medio de un cerco militar.

El fotógrafo que supo mirar la historia

Constantino Suárez (Gijón, 1899–1983) fue uno de los grandes cronistas visuales de Asturias en el siglo XX. Con su cámara documentó no solo paisajes y retratos, sino también la historia política y social de su tiempo. Su archivo, hoy conservado en el Museo del Pueblo de Asturias, incluye miles de imágenes que retratan la vida cotidiana, el trabajo, las luchas obreras y la guerra.

La imagen del Consejo Interprovincial no es una foto cualquiera. Su mirada, sobria y frontal, nos deja ver la seriedad del momento, la voluntad de gobierno, el intento de dignidad institucional en medio del caos. No hay dramatismo, ni pose heroica: solo responsabilidad, concentración y una cierta serenidad ante lo que estaba por venir.

Tras la caída del Frente Norte en octubre de 1937, la historia del Consejo Interprovincial fue silenciada. La represión franquista persiguió a muchos de sus miembros, y su legado desapareció de los relatos oficiales. Ni en los libros de texto ni en los discursos conmemorativos se ha reconocido todavía el valor de aquel intento de gobierno autónomo, plural y de carácter socialista, levantado en condiciones extremas.

La polémica de la fotografía en 2016 sirvió, irónicamente, para devolver esta historia al presente. La ignorancia generalizada sobre la imagen reveló una carencia estructural: seguimos sin conocer nuestra propia historia regional, seguimos sin enseñar episodios clave que hablan de resistencia, de gestión democrática y de dignidad.

Hoy, esa misma fotografía puede ser una herramienta para enseñar, para recordar y para construir una memoria democrática más completa. Es también un homenaje a quienes intentaron —contra toda esperanza— mantener en pie un territorio, una legalidad y unos principios. La cámara de Constantino Suárez nos los dejó mirando al futuro.

DdA, XXI/6.040

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