Perteneciente al importante fondo de negativos que guarda del fotógrafo gijonés Constantino Suárez (1899-1983) el Muséu del Pueblu d'Asturias, cuya tardía recuperación nunca se agradecerá lo bastante por ser un importante legado documental para Asturias, esta fotografía es de las menos conocidas de Suárez, teniendo como tiene un valor histórico incuestionable, tal como leemos en Asturias 1936, guerra civil y represión. En la instantánea, que fue publicada en el diario socialista Avance, dirigido por Javier Bueno (fusilado por Franco en 1939), aparecen los miembros del Consejo Interprovincial de Asturias y León en una reunión que tuvo lugar en Gijón, posiblemente en la sede de la institución, sita en la Casa Blanca, un edificio que aún sigue en pie en la Plaza de Parchís (Plaza del Instituto) y en el que no hay referencia histórica alguna ese pasado, contribuyendo con ello al desconocimiento de un breve periodo de la historia de Asturias. La reunión está fechada el 16 de enero de 1937, nueve meses antes de la caída de Gijón en poder de los sublevados y, con ella, del Frente Norte republicano. La presidió el gobernador general Belarmino Tomás, del Partido Socialista, en compañía de los consejeros de cada departamento. La decisión tomada en ese reunión consistió en la intervención de todas las redes ferroviarias de Asturias y una parte de León, pasando a control del Estado republicano las compañías privadas. Que en una oposición para docentes de Historia en Asturias, celebradas en 2016, la mayoría de los aspirantes no fuera capaz de identificar y contextualizar esta instantánea, denota, en opinión de este Lazarillo, una vez más, las lamentables lagunas que nuestra historia afectan a quienes pretenden impartirla.
En las oposiciones de 2016 para docentes de Historia
en Asturias, una fotografía en blanco y negro generó desconcierto y una intensa
polémica. La imagen aparecía en el examen sin contexto, sin pie de foto y con
una pregunta directa: identificar y contextualizar lo que mostraba. Para la
mayoría de los aspirantes, la imagen era completamente desconocida. No formaba
parte de los temarios oficiales, ni aparecía en los libros de texto, ni
circulaba en el imaginario histórico habitual.
Se trataba de una fotografía tomada el 16 de enero de
1937 por Constantino Suárez (Gijón, 1899–1983), uno de los grandes fotógrafos
asturianos del siglo XX, comprometido con la realidad social y política de su
tiempo. Autodidacta, agudo observador y con una notable sensibilidad artística,
Suárez entendió desde muy joven que la fotografía no era solo una herramienta
técnica, sino una forma de contar el mundo. Durante la Segunda República y,
especialmente, durante la Guerra Civil, se convirtió en testigo directo de una
sociedad en transformación y resistencia, retratando con honestidad y precisión
la vida cotidiana, las luchas obreras, los movimientos sociales y el poder
político republicano en Asturias. Colaboró con numerosos medios de
comunicación, entre ellos los periódicos Avance, Noroeste, Ahora y otras
publicaciones regionales y nacionales, desarrollando una intensa labor como
reportero gráfico.
La imagen muestra a los miembros del Consejo
Interprovincial de Asturias y León, reunidos solemnemente en Gijón, en una
estancia cerrada, organizados alrededor de una mesa, en actitud serena pero
grave. El acto político que se estaba llevando a cabo en ese momento no era
menor: el Consejo había decidido intervenir todas las redes ferroviarias del
territorio de Asturias y una parte del norte de León, pasando las compañías
privadas a control del Estado republicano. La noticia fue publicada al día
siguiente en el diario Avance, junto a esta imagen, que hoy se conserva en el
archivo fotográfico del Museo del Pueblo de Asturias.
Lo que parecía una simple fotografía oficial es uno de los momentos clave de la historia de Asturias, que define las políticas llevadas a cabo por el Consejo durante la guerra en la región.
El Comité, a través del Departamento de Hacienda,
intervino el sistema financiero, creó nuevos impuestos, asumió competencias
fiscales, organizó la emisión de papel moneda respaldado por el Banco de España
de Gijón y reguló desde los pagos a la Seguridad Social hasta la intervención
del sistema bancario y las exportaciones. También limitó la cantidad de dinero
metálico que los ciudadanos podían tener en su poder, prohibió operaciones
especulativas y estructuró el sistema de combustibles mediante la creación del
Consejo Directivo de CAMPSA. En muy poco tiempo, construyó una red económica de
emergencia basada en el control público de sectores estratégicos, en una región
aislada del resto del territorio republicano tras el cierre del Frente Norte.
El Comité estaba formado por una amplia representación
de fuerzas obreras, republicanas y sindicales. Lo integraban dirigentes del
PSOE, Izquierda Republicana, las Juventudes Socialistas Unificadas, el Partido
Comunista, la CNT y la FAI. El propio Belarmino Tomás, histórico dirigente
socialista y sindicalista minero, presidía el organismo.
Pero la urgencia del momento y la necesidad de dotar a
esa estructura de un carácter más estable y reconocido llevaron, el 28 de
diciembre de 1936, a la constitución del Consejo Interprovincial de Asturias y
León. Este nuevo órgano político asumía formalmente las funciones de gobierno
del territorio republicano del norte. Su composición era también plural y
representativa: incluía consejerías equivalentes a ministerios, ocupadas por
miembros de los principales partidos y organizaciones de izquierda.
El 24 de agosto de 1937, la urgencia hizo que el Consejo se tornase en Soberano, acaparando todos los resortes del poder que ya tenía, porque la obra legislativa estaba ya en pie. Fue el último episodio de esta historia de Asturias en el que realmente el territorio se autogestionó de una manera comunitaria.
El control de las comunicaciones y del transporte era vital en un contexto de guerra. El carbón debía llegar al frente y a la retaguardia, los alimentos a las ciudades, los heridos a los hospitales. La iniciativa no era solo económica, era también una forma de sostener el aparato logístico que mantenía con vida a una Asturias republicana completamente rodeada. Ese mismo día, según relató el diario Avance, no estaban presentes algunos consejeros —Comercio, Justicia, Industria y Pesca—, ausentes por encontrarse resolviendo cuestiones urgentes en sus respectivos departamentos. A pesar de ello, el Consejo funcionaba como un equipo de gobierno unido por un objetivo común: sostener un territorio autónomo y en resistencia, en medio de un cerco militar.
La imagen del Consejo Interprovincial no es una foto cualquiera. Su mirada, sobria y frontal, nos deja ver la seriedad del momento, la voluntad de gobierno, el intento de dignidad institucional en medio del caos. No hay dramatismo, ni pose heroica: solo responsabilidad, concentración y una cierta serenidad ante lo que estaba por venir.
La polémica de la fotografía en 2016 sirvió,
irónicamente, para devolver esta historia al presente. La ignorancia
generalizada sobre la imagen reveló una carencia estructural: seguimos sin
conocer nuestra propia historia regional, seguimos sin enseñar episodios clave
que hablan de resistencia, de gestión democrática y de dignidad.
Hoy, esa misma fotografía puede ser una herramienta
para enseñar, para recordar y para construir una memoria democrática más
completa. Es también un homenaje a quienes intentaron —contra toda esperanza—
mantener en pie un territorio, una legalidad y unos principios. La cámara de
Constantino Suárez nos los dejó mirando al futuro.
DdA, XXI/6.040
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