Inés Marful
Diario del Aire
sábado, 27 de abril de 2024
POR TI QUE TE PROTEGES DEL ARDOR DE LA SEDA...
viernes, 26 de abril de 2024
HACE 92 AÑOS, ESTA ERA LA PROPUESTA DE LA ESCUELA REPUBLICANA
La filosofía educativa de la República a
principios de 1932*
Eduardo Montagut
En la historia de la educación en la Segunda República aportamos un documento legal, no de rango superior, pero sí, creemos harto significativo, sobre los cambios que se pretendían hacer en la escuela. Estamos hablando de la circular de 12 de enero del director general de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis. Ahora, hace 90 años, recuperamos esta disposición.
La Dirección General había suministrado a través
de los Consejos Provinciales de Protección Escolar a las escuelas ejemplares de
la recién aprobada Constitución. Los maestros debían enseñar la Constitución,
explicando lo que significaba un texto constitucional para las democracias, las
luchas que habían tenido que sostener los españoles en demanda o defensa de la
Constitución, y como la República, al promulgar la Constitución, señalaba un
momento histórico en el proceso de liberación de los españoles.
Se abría un nuevo período histórico para España,
donde debían aunarse la alegría, la meditación y la responsabilidad. A los
maestros les tocaba una misión en relación con esa responsabilidad general.
El maestro como educador
Para las nuevas autoridades educativas el maestro
debía ser considerado un educador. La escuela debía convertirse en la casa del
alumno, un lugar donde desarrollar su infancia. En este sentido, el maestro
debía entender que además de instruir debía educar para que el niño pudiera
alcanzar el desarrollo de su personalidad.
Vitalizar la escuela
Había que dar vida a la escuela, y había que
llevar la escuela donde estaba la vida. La escuela libresca debía ser superada
por una escuela activa. Por eso, había que cambiar los horarios viejos y los
programas rutinarios para conseguir centros vivos de interés y por la libre
curiosidad del niño. La escuela debía responder a los interrogantes del niño, y
convertirse en un hogar donde pudiera trabajar. Precisamente, el trabajo se
convertía en el eje pedagógico de la nueva escuela. Pero hacer al niño un trabajador
no significaba que la escuela primaria fuera un centro para aprender un oficio
determinado. Lo que quería decir es que todo lo que se aprendiera en la escuela
debía hacerlo el niño con sus propias manos, y en colaboración con los otros
niños como compañeros suyos. Era una manera de enseñar que el trabajo propio o
individual era más útil si servía a los intereses de la comunidad.
La unión entre la escuela y el pueblo
En la circular se afirmaba que había que unir la
escuela al pueblo, es decir que la escuela debía vivir en contacto con la
realidad. Los niños tenían que conocer su entorno mediante excursiones, paseos
y visitas. El ambiente geográfico se convertía en un recurso didáctico para el
maestro. Ese entorno de fábricas, campos, talleres, el mar, etc. debía ser
totalmente familiar para los alumnos. La escuela debía establecer una relación
íntima con el trabajo y con el hogar. De ese modo, la misma podrá ejercer mucha
influencia. La escuela puede interesar a los padres organizando enseñanzas que
respondiesen a sus inquietudes, organizando bibliotecas, lecturas, audiciones y
conferencias. Todo lo que estaban haciendo las Misiones Pedagógicas estaba
convirtiendo a la escuela en el eje de la vida social de los lugares, y de ese
modo el pueblo acabaría sintiendo a la misma como una cosa suya.
Escuela laica
Así era, la escuela debía ser laica, porque tenía que respetar la conciencia del niño. La propaganda de todo tipo estaría prohibida en la escuela, porque no se podía coaccionar las conciencias. La escuela debía ser respetuosa y liberadora, un lugar neutral donde el niño viviese, creciese y se desarrollase.
Había que recordar que la Constitución establecía en su artículo 48 que la escuela debía ser laica. En dicho espacio no podía existir signo alguno que implicase confesionalidad, además de la prohibición de la enseñanza y práctica religiosas. La escuela debía inhibirse de los problemas religiosos. La escuela era de todos y aspiraba a ser para todos.
Pero, además, la circular pedía que los maestros revisasen los libros de texto por si incluían apologías del ex rey y de la Monarquía.
Llopis recordaba una circular de mayo donde se pedía al docente un esfuerzo, aprovechando las oportunidades que ofrecían sus lecciones en otras materias, el diario hacer de la escuela y los ejemplos de la vida de los pueblos, para inspirar a los alumnos un “elevado ideal de conciencia”.
Para el cumplimiento de todo lo dispuesto apelaba también al trabajo de la inspección educativa, sin olvidar la labor asesora para los maestros que debían desempeñar los Consejos locales, provinciales y universitarios de protección escolar.
*Hemos trabajado con el número 7156 de El Socialista, del día 14 de enero de 1932.
La Voz de la República DdA, XX/5623
CLAVELES ROJOS PARA FÉLIX MARAÑA
Valentín Martín
MALA GENTE QUE CAMINA Y VA APESTANDO LA TIERRA
Félix Población
Un día después de que se estrenara el Cuatro TV el nuevo programa de Sistiaga Otro enfoque, que trató sobre la polarización política con Miguel Ángel Rodríguez y Pablo Iglesias como invitados -sin que su director y presentador hiciera memoria sobre los orígenes de esta lacra-, la televisión pública invitó ayer a su programa En primicia al comunicador que más bregó y sigue bregando por la crispación política en España.
Jiménez Losantos, que llama a TVE la tele de Sánchez, es a juicio de la dirección de esa casa uno de los trece periodistas relevantes y singulares que han pasado y pasarán por el programa que presenta Lara Siscar. Es como si, a falta de la documentación no manejada por Sistiaga para rastrear los comienzos de la polarización política en España, antes incluso del 11-M, la televisión pública nos quisiera recordar, calificándolo como periodista relevante, a quien, a través de una cadena de emisoras de la iglesia católica, fue pródigo como muñidor de bulos e infamias, alentó teorías conspirativas sobre la mayor tragedia terrorista ocurrida en la historia de este país, no dejó de utilizar el insulto desde los micrófonos y hasta se permitió amenazas de muerte en alguna ocasión con total impunidad.
Nada de eso forma parte de la trayectoria profesional del resto de los profesionales del periodismo que, con una carrera dilatada, sí pueden resultar de interés para un programa de entrevistas en profundidad sobre su trayectoria. Me estoy refiriendo a Raúl del Pozo, Rosa Montero, Pepa Bueno, Miguel Ángel Aguilar, Nativel Preciado, Jesús Maraña o Rosa María Calaf, entre otros.
Que el protagonista de la entrevista de ayer en el programa de Siscar se crea, según sus propias palabras, que tiene por misión decir la verdad, podría interpretarse como un desequilibrio psicológico, a no ser que su hipocresía haya llegado a un grado de fatuidad que no conoce límite, con tal de defender su protagonismo mediático, que tan bien le ha ido partiendo de unas colaboraciones en el Diario 16 de Pedro Jota cuando era profe de instituto, para llegar a empresario de la comunicación como dilecto e idolatrado predicador de la derecha más reaccionaria.
Me parece que fue Alaska, una de las intervinientes en el programa, quien definió mejor a su amigo, con el que lleva decenios colaborando. Ciertamente, Losantos como comunicador es una bestia, pero una bestia nefasta para la convivencia democrática. Sólo hubiera hecho falta recurrir a la fonoteca o videoteca para ilustrar hasta qué punto se ha caracterizado este individuo como vocero del odio en los últimos treinta años, consciente -porque a Federico no se le puede negar cultura- de lo que una práctica mediática de ese tenor puede hacer reverdecer en un país cuya historia está marcada por sucesivas guerras civiles, con el colofón brutal de la última con su consiguiente y larga dictadura.
Me consta que como exprofesor de Lengua y Literatura a Federico Jiménez le suena estos versos de don Antonio Machado: Mala gente que camina/ y va apestando la tierra. Pues eso.
DdA, XX/5623
jueves, 25 de abril de 2024
SE ESTÁ CREANDO UN MUNDO DE MIERDA QUE NOS AFECTA A TODOS
Pablo Rivas
No voy a entrar en el movimiento de Pedro Sánchez. No sé si es un golpe en la mesa real, un grito de ahogo ante una situación personal, o algún tipo de jugada del político de las mil vidas, especialista en órdagos mediáticos. Pero hay algo de todo esto que me tiene maravillado: el presidente del Gobierno de una de las naciones más importantes del planeta ha anunciado públicamente que se plantea dimitir ante una campaña “de acoso y derribo por tierra, mar y aire” mediática perpetrada por lo que llama en su carta “constelación de cabeceras ultraconservadoras”. En connivencia, añado yo, con una importante parte de la judicatura afín a estas que ya no esconde su mal hacer para favorecer a quienes defienden su misma ideología ultraconservadora. Eso que llaman el lawfare.
Imagino que tienes televisión, cuenta de Twitter/X o de Instagram. Puedes
escuchar la radio o abrir uno de los muchos periódicos impresos o digitales que
se extienden por el país. Y hay una tónica general que hay que poner sobre la
mesa, y hacerlo ya. La mierda nos come.
Hay que llamarlo por su nombre. Basura, bazofia, mugre,
desinformación, fake news, mentira, calumnia,
falacia, falsedad, patraña, ficción, falsificación… El panorama mediático
español se ha convertido con el paso del tiempo en una amalgama de espacios a
cada cual más insano. Es un conjunto de contenidos perturbador, que
desequilibra a la sociedad, nos vuelve esquizofrénicos, metidos en un continuo
lanzamiento de obuses que nos llevan a un nivel de fricción y de permanente
choque de trenes que nos escora a esquinas agresivas y a vivir en un permanente
enfrentamiento tenso en el que la información ya no es tal y todo vale para
arrasar al contrario. Fake news en
estado puro, la parida del día creada por el gabinete de cierta presidenta
autonómica, y multiplicada hasta la saciedad por “la constelación de cabeceras
ultraconservadoras” —en adelante, el montón de mierda, al menos en este
artículo—, como centro del debate público.
Las bases afines al PSOE reaccionaron bien en las redes sociales ayer.
#NoTodoVale era uno de los temas del momento en Twitter. El llamado llega
tarde, por supuesto. Mi compañero Yago Álvarez lo decía ayer en una
columna en la que se recordaban hechos similares que no nos
contaron en su día con tanto bombo mediático como el que ha cosechado el
anuncio de Sánchez. Con la voz entrecortada entre —imagino— una profunda frustración
y rabia, la ex vicepresidenta primera de la Comunitat Valenciana,
Mónica Oltra, decía el 21 de junio de 2022 ante los medios que se iba “con la
cara bien alta”, pero también “con los dientes apretados, muy apretados, por
muchas cosas”. Y dijo más. Entre sus frases de aquel día se cuelan algunas como
“esta historia pasará a la infamia política, jurídica y mediática de este
país”, “nos están fulminando uno a uno con denuncia falsas” o “que nadie se
pregunte de aquí a 20 años, o de aquí a 20 meses, qué cojones pasó en este
país”. 22 meses entre aquello y lo que ha pasado este miércoles. Añado una más:
“Este país es un problema cuando no nos defendemos de la extrema derecha”.
Oltra fue derrotada políticamente en una operación similar, absolutamente
asquerosa en la que se mezclaban los términos “encubrimiento”, “exmarido”,
“abusos sexuales”, y “menores”. Una deposición fabricada por el montón de
mierda que, por
supuesto, el juez archivó. Dos años después, eso sí, con Oltra
tocada y hundida, y la basura que perpetró aquello en el mismo sitio. Sufrir
eso, sabiendo que es todo una creación de gentuza, debe de ser aterrador.
Hay que ser un espécimen extremadamente vil para arengar a las masas contra
la familia de Irene Montero y Pablo Iglesias, en su propia casa como se hizo,
bajo todo un ingente número de acusaciones fabricadas y ejecutadas por
organizaciones filofascistas y ultras, acusaciones todas ellas desestimadas y
basadas en “informaciones” de ese montón de mierda. Los escraches del 15M que
tanto enarbolaron los ultras de las heces para justificar semejante brutalidad
—que afectó a sus hijos— ni se le acercan en concepto: aquello fueron momentos
puntuales, duraban unos minutos, bajo peticiones concretas en un contexto de
crisis social brutal y explosión de pobreza, paro y desahucios. En Galapagar,
cientos de pijos, ultraderechistas, fascistas y colgados persiguieron durante
meses a una pareja de políticos por el simple hecho de ser los contrarios. Algo
deleznable, que no se atajó. De aquellos barros, estos lodos.
Pero el panorama mediático no es solo un montón de mierda, hay una palabra
que creo que se ajusta al dedillo, y esa es mafia. Lo cuenta bien Yago Álvarez,
y en El Salto lo hemos explicado y denunciado largo y
tendido con una extensa ristra de artículos sobre cómo gobiernos conservadores
y ultras riegan
con dinerito fresco —y público— pseudomedios de comunicación
especializados en ser la parte más asquerosa, olorosa y putrefacta del montón
de mierda. Que tus impuestos vayan a semejante calaña es algo que también
debería producir serias apreturas de dientes, al más puro estilo bruxista.
Seamos serios. Que organizaciones estilo Manos Limpias o Abogados
Cristianos —por citar solo dos— puedan seguir permanente e insistentemente
perpetrando sus atentados políticos sin ningún tipo de consecuencia no es ni
lógico ni aceptable en una democracia que se jacte de serlo. Una panda de
ultras utilizando la justicia y fabricando bazofia, todo ello amplificado por
el montón de mierda mediático, que a su vez recibe su sustento de partidos que
participan de esa estrategia de fake news y
acoso insistente es más propio de una novela de ciencia-ficción que de una
democracia que se base en la convivencia y la lógica. Y todo con dinero
público.
Sí, lo sabemos, es una tendencia global. Bolsonaro, Milei, Meloni o Trump nacen de ese proceso, cocinado a fuego lento en las cloacas estadounidenses en los inicios de los años 2000. Les ha funcionado, y va a más. Llevan décadas poniendo inmensos recursos y toda la carne en el asador para que sus posicionamientos ultras triunfen, llevándose por delante el periodismo, la calma y la convivencia. En El Salto tenemos claro que pondremos nuestro grano de arena para pararles los pies, aunque no nos llegue un duro de su mafia, aunque solo subsistamos con el dinero de gente que pone una pequeña parte de su sueldo para que existan medios fuera del montón de mierda, que no estén controlados por fondos de inversión o multinacionales foráneas o patrias.
EL SALTO DdA, XX/5622
PUIGDEMONT PRÓFUGO Y EL GRAN MAFIOSO EXCARCELADO
SÁNCHEZ NO SE PUEDE PERMITIR QUE LA MAFIA VENZA A LAS URNAS
Félix Población
Lo que Pablo Iglesias hiciera, harto de las persecuciones, acosos, infundios, infamias y difamaciones a las que fue sometido junto a su pareja, pretende programarlo ahora Pedro Sánchez, que tan calladito y medroso estuvo cuando su vicepresidente segundo y su ministra de Igualdad sufrieron durante meses un acoso permanente en su residencia familiar en compañía de sus hijos.
Habrá quien estime, entre los medios proclives al PSOE (El País, El diario), que esto último se puede pasar casi por alto (con una alusión fugaz sin mencionar a otro líder progresista) a la hora de analizar la decisión de Sánchez de plantearse dimitir si el lunes llega a esa conclusión en compañía de su esposa, a la que le ha tocado ser víctima de lo que parece un flagrante lawfare, pero lo cierto es que Iglesias dimitió y Pedro Sánchez no tiene intención de hacerlo.
Anunciando en su carta que va a plantearse si merece la pena mantenerse en el cargo ante el burdo acoso de la derecha y ultraderecha política, mediática y judicial -una auténtica mafia que viene operando en nuestro país con total impunidad-, lo que ha hecho el Presidente del Gobierno es algo muy similar a lo que anunció Xavi, el entrenador del Barcelona hace meses, que dijo que se iba a final de temporada y ayer mismo se desdijo para seguir estando al frente de la plantilla.
Lo más lamentable de todo esto, cuando se habla del factor humano que movió a Pedro Sánchez a escribir esta carta a la ciudadanía, es lo poco humano y solidario que el Jefe del Gobierno se mostró cuando dos de sus ministros pasaron por situaciones similares y aún peores, entre las que -no lo olvidemos- estuvo aquella carta con cuatro balas dirigida a Pablo Iglesias, sobre cuyos remitentes nunca nada se supo.
Desconozco el rédito político que Sánchez sacará a la estrategia de anunciar su dimisión y no dimitir, pero tengo claro que esto es lo que ocurrirá porque, además, su dimisión sería tanto como darse por derrotado por la mafia política, judicial y mediática, cuando lo que en un país democrático cuenta es el veredicto de las urnas con el que actualmente gobierna desde hace casi un año. No sería nada ejemplar y daría pie a un derrotero muy oscuro permitir que la mafia aludida derrote a los votos.
DdA, XX/5622