martes, 2 de diciembre de 2025

EL 0,17 POR CIENTO DE ESPAÑA, EN EL TEMPLO DE DEBOD

80.000 asistentes se manifestaron en el madrileño Templo de Debod según cifras aportadas por un Partido Popular que si nunca nos ha mentido no va a empezar a hacerlo a estas alturas. Si nos quedamos con estos datos –obviando que en esa superficie, según la geometría caben 20.000–, cuando los líderes populares aseguraban que allí estaba presente toda España, se referían, en realidad, al 0,17% de España. Un porcentaje similar al de presos de Soto del Real sin carnet del partido. Menos los presos –PP presoak etxera– y las decenas de cargos a la espera de juicio, allí estaba todo el que tenía que estar clamando contra la corrupción.


Gerardo Tecé

Como cada cuatro domingos, España ha vuelto a quedarse al borde del abismo. Como cada cuatro domingos, un país a punto de caer por el acantilado flota en el aire sin nada bajo los pies, como el Coyote tras el Correcaminos. Como cada cuatro domingos, la situación es insostenible y esto no puede durar un solo día más. Como cada cuatro domingos, el pueblo español se echó de nuevo a la calle este finde para decirle, ahora sí que sí, basta al sanchismo. Si no todo el pueblo, buena parte de él. 80.000 asistentes se manifestaron en el madrileño Templo de Debod según cifras aportadas por un Partido Popular que si nunca nos ha mentido no va a empezar a hacerlo a estas alturas. Si nos quedamos con estos datos –obviando que en esa superficie, según la geometría caben 20.000–, cuando los líderes populares aseguraban que allí estaba presente toda España, se referían, en realidad, al 0,17% de España. Un porcentaje similar al de presos de Soto del Real sin carnet del partido.

Menos los presos –PP presoak etxera– y las decenas de cargos a la espera de juicio, allí estaba todo el que tenía que estar clamando contra la corrupción. Un problema que no solo le duele al dirigente del PP, también al votante le duele de forma genuina, sincera. La estrella máxima del bolo, la más aplaudida y jaleada, fue la Ayuso del hermano comisionista, el novio con Maserati y testaferro y los avales públicos a familiares que se perdieron y nadie encuentra; clamando contra el escándalo que supone la entrada en prisión de un exministro como Ábalos. Estuvo también José María Aznar, récord en abdominales y ministros encarcelados e imputados. Por estar, estuvo incluso aquel tipo que se jodió la muñeca reventando discos duros a martillazos. ¿Cómo estás?, le preguntaban cariñosos los asistentes acariciándole el hombro y él respondía que tirando, mejorcito. Gracias a la fisioterapia y mucho esfuerzo, ya puede ir agarrando cosas con esa mano. En la quedada contra la corrupción estuvieron todos los que tenían que estar, pero, sobre todo, estuvieron muchos ciudadanos anónimos que no pueden más con tanto choriceo. De entre todos los personajes desconocidos que acudieron a la mani contra la corrupción, quizá el más pintoresco fuese un tipo gallego con barba y gafas llamado M Punto Rajoy. Como le pasó a un señor de Murcia de pelo blanco al que confundieron durante el encendido navideño con Richard Gere, a este lo confundieron con un presi anterior y se pasó la mañana dando la mano.

En un ambiente que combinaba lo festivo con lo dramático, como sucede cada cuatro domingos, se recordó la urgencia histórica que estaba en juego pero también se alumbró un futuro repleto de esperanza. Tras saludar a los asistentes con un solemne “Anotop At, terrícolas”, Alberto Núñez Feijóo, subordinado de Ayuso con el encargo de sacarnos de esta, desgranó las que serán sus primeras medidas como presidente del Gobierno de España cuando, por fin, el hombre se anime a serlo. Con un tono gritón que de moderado en lo acústico tuvo poco, Feijóo prometió hacer una auditoría para sacar a la luz hasta el último caso de corrupción. Del Gobierno de Sánchez, puntualizó cuando su mirada se cruzó con la de Ayuso y se le empezó a poner cara de Pablo Casado. Más allá de chillidos antisanchistas, Feijóo prometió ante toda España, allí presente, una bajada de impuestos y un endurecimiento en las políticas migratorias, medidas aplaudidas, pero no jaleadas como la ocasión merecía. Cuando has dibujado un panorama en el que una banda criminal tiene secuestrado un país que ha quedado arrasado, qué menos que un lanzamiento de sacos de arroz y medicinas o una buena intervención militar de la OTAN.

A 400 metros de allí, frente a la sede del PSOE en Ferraz, se contramanifestaba la escisión efusiva del PP, la derecha auténtica, la que de verdad piensa que en España las calles las ponen cada mañana Josu Ternera y un narcotraficante sobrino de Maduro. La escisión que actúa en consecuencia cortando calles, la que ejerce su libertad llamando maricones a los ministros, putas a las ministras o pidiendo el paredón contra el presidente democráticamente elegido. “Me gusta la fruta” versus “Perro Sanxe hijo de puta” o “Pedro Sánchez, tiro en la nuca”. Gritos honestos, nada disfrazados, lanzados frente a una cámara de TVE mientras llamas guarra a la periodista y le pasas por la cara una bandera de España a modo de agresión, que es para lo que sirven las banderas. Horas después, Ayuso, encargada de recuperar votos perdidos en la escisión, afea que Vox se manifieste por su cuenta y no bajo el logo de la empresa matriz. Desde Vox responden que la pistola se saca para disparar, el que la saca para enseñarla es un parguela. Es teatro. Los modelos no se enfrentan, se complementan. En el templo de Debod y cortando las calles frente a la sede del PSOE se viene a lo mismo. Tras los discursos y los gritos en un lugar y en otro coincidían los españoles de bien en que el presidente del Gobierno tendría que estar ya en la cárcel. El delito aún no lo conocemos, pero eso no es problema. Podría el Supremo meterlo en prisión y, ya con el ambiente más calmado, ir escribiendo la sentencia que explique lo que pasó. Sería una forma de recuperar esta democracia que está en peligro cada día. Lo seguirá estando dentro de cuatro domingos. Siete años llevamos así y nunca se acaba la dinamita ACME.

CTXT  DdA, XXI/6185

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