Tras más de una década escribiendo como columnista en elDiario.es, esta semana hemos comunicado a Elisa Beni que no contamos más con ella y prescindimos de su colaboración. Esta decisión, que desde luego asumo, ha levantado el revuelo habitual en estos casos. Varios medios nos acusan de “censura”, de haberla apartado porque no nos gustaba su opinión. Ignacio Escolar, director.
Lucio Martínez Pereda
El caso de Elisa Beni indica una deriva inquietante del actual sistema mediático español: la transfiguración ideológica como síntoma y estrategia. Periodista formada en el campo progresista, vinculada en sus inicios a la cultura crítica de la Transición tardía y al relato de emancipación feminista, Beni encarna ahora una figura paradigmática del desplazamiento de su pluma hacia la ultraderecha mediática que necesita legitimarse con voces procedentes del otro lado.
No se trata únicamente de un “cambio de chaqueta” sino de un proceso más sofisticado: el relato periodístico se ha convertido en mercancía y, en ese tránsito, la coherencia ideológica se vuelve prescindible. La profesional que un día denunció el patriarcado judicial o el autoritarismo cultural del franquismo residual, sirve hoy de adorno al discurso ultraderechista, como testimonio para aparentar ecuanimidad en una pugna que ya no busca informar sino conformar audiencias debilitadas por el confusionismo ideológico.
La metamorfosis de la señora Beni no debe leerse solamente como una traición individual, sino como síntoma de la precarización de las fronteras morales entre crítica y espectáculo, entre análisis y propaganda. El problema no es Elisa Beni, sino el mecanismo que la produce y la consume.
DdA, XXI/6185

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