Descubrí al joven Zohran Mamdani hace casi un año como se descubre todo lo importante: por un reel de Instagram. Tras ver un par de vídeos de aquel tipo que se grababa de forma simpática por las calles de Nueva York postulándose como alcalde, me puse a leer sobre él. Todo lo que encontré tenía que ver con su tremenda frescura en el uso de las redes sociales o con sus vídeos virales en Tiktok, así que inmediatamente me borré de su campaña electoral. Suerte, que vaya bien, le dije desde casa a lo que pensaba que era el enésimo producto publicitario construido a base de likes, en este caso de izquierdas. Como tantas otras veces en la vida, me equivoqué. Lo descubrí unos meses más tarde, ya en verano, cuando el inmenso océano de reels dejó de nuevo ante mí una botella con mensaje de Mamdani, que decía lo siguiente: “Durante demasiado tiempo, la libertad ha pertenecido solo a quienes pueden comprarla”. Me pareció que, al fin, alguien con potencial político había ordenado correctamente las palabras necesarias para demoler el andamiaje de una época estúpida construida a base de prostituir la palabra libertad.
A la espera de que tome posesión el 1 de enero, Mamdani ya no es solo un tipo viral, sino el alcalde electo de Nueva York. Un alcalde que nos deja varios aprendizajes importantes a quienes tenemos la costumbre de equivocarnos. El primero lo podemos extraer de su discurso tras conocerse el resultado de unas votaciones en las que se impuso al candidato de quienes pueden comprarse la libertad que les apetezca. En ese discurso, Mamdani, que había convertido su condición de inmigrante en central durante su campaña, se dirigió a Trump, al que le debe media victoria por sus ataques. Tengo cuatro palabras para Trump, dijo, porque seguro que nos estará viendo: “Turn the volume up”, sube el volumen, porque Nueva York es una ciudad de inmigrantes, construida por inmigrantes, sacada adelante por inmigrantes y, desde hoy, liderada por un inmigrante. Lejos de quienes creen que los discursos fascistas se combaten discutiéndolos con argumentos que nunca escucharán o desmontando bulos que nunca se agotarán, la propuesta de Mamdani se construyó sobre una buena dosis de chulería consistente en ganarle al rival en su campo. No solo abrazó la inmigración que otros presentan como un problema, sino que la convirtió en el eje central de su campaña. ¿Queréis hablar de libertad? Hablemos de cómo algunos se compran esa libertad. ¿Queréis hablar de inmigración? Hablemos de quienes sacan este país adelante cada día. Esto es, a día de hoy, Zohran Mamdani. Por esto y no por su simpatía ni sus reels, su éxito es un acontecimiento importante en mitad de este tiempo mediocre de Mileis, Ayusos y Trumps.
Nueva York no es Estados Unidos, pero Nueva York sí es el epicentro del capitalismo mundial y sus habitantes han elegido como alcalde a un tipo que se presenta como socialista. Repito: Nueva York gobernada por un socialista. Si esto no nos habla de un sistema económico haciendo aguas, que baje Adam Smith y lo vea. Mamdani es socialista, inmigrante, musulmán y todos los atributos que queramos colocarle, pero es, sobre todo, joven. Un joven que ha sabido representar a los jóvenes que constituyen las principales víctimas de un sistema enloquecido que les propone un futuro nulo. Un futuro en el que se vetan libertades básicas: techo, salud, trabajo digno, transporte asequible… Mamdani ha ganado las elecciones con un lema tan sencillo como contundente, “Un Nueva York que te puedas permitir”. Un lema que sirve para Madrid, Málaga, Barcelona y Sevilla, porque el horizonte que pone sobre la mesa el capitalismo es idéntico en la gran manzana y fuera de ella.
La victoria de Mamdani es un aprendizaje, principalmente, para la izquierda que hasta Kamala Harris pensaba que al fascismo se le podía vencer desde el centro. Es falso como se ha demostrado una y otra vez, como falso es que al frío en los huesos se le combata con agua tibia en lugar de con una ducha caliente. Si esto se hubiera entendido en los Estados Unidos de 2016, cuando a los demócratas no se les ocurrió otra cosa que intentar frenar al antisistema Trump con el mismo sistema llamado Hillary Clinton, el mundo sería hoy un lugar menos patético. Mamdani le ha mostrado a las organizaciones progresistas del mundo que a la ultraderecha se le vence atacando sus supuestas fortalezas. Entre tanto político progresista asustado y evitando pronunciar libertad o inmigración, reconforta ver que el camino marcado por el próximo alcalde de Nueva York consiste en hacer bandera de la libertad y la inmigración sin miedo al qué dirán los poderosos. Poderosos que, a propósito, le hicieron la campaña a Mamdani: cada vez que Elon Musk tuiteaba llamándolo inmigrante, musulmán o socialista, Mamdani lo compartía como el que comparte una medalla. Cuando asuma el cargo, tocará observar sus errores. De momento, qué alegría observar sus aciertos.
CTXT DdA, XXI/6164

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