Por la proximidad de los comicios autonómicos en la comunidad que se dio en llamar de Castilla y León, y que incluye de una manera forzada y contra la historia a la región leonesa que agrupa las provincias de León, Zamora y Salamanca, no debería el actual líder del PSOE en ese extenso territorio autonómico permitirse frivolidades, máxime siendo, como es, la primera vez que concurre como candidato por su partido a la Junta de Castilla y León.
Siempre que se refiere a esta comunidad Carlos Martínez, desde que es secretario general del PSOE en la misma, en lugar de la "y" copulativa, lo hace quien es también alcalde de Soria a Castilla-León. Esto, que podría pasar desapercibido en el resto del país y hasta se utiliza en algunos medios de información, no pasa desapercibido en la región leonesa, donde viene despuntando cada vez con más fuerza un sentimiento de identidad política que reivindica una comunidad autónoma propia, tal como debería haber sido en origen.
Esa conjunción copulativa viene a ser un arreglo de carácter nominal en consideración a que Castilla y León son dos regiones históricas independientes, aunque una y otra estén bajo la administración de un mismo gobierno. Si se considera, además, que tal gobierno se viene caracterizando por el abandono en que tiene a las provincias leonesas, cuya despoblación es manifiestamente galopante en los últimos decenios, es de comprender que entre el leonesismo más arraigado, sobre todo en la provincia de León, se haya percibido la consiguiente indignación con el guion aplicado por Carlos Martínez de modo repetitivo al nombre de la comunidad.
Decir en pleno congreso autonómico del PSOE, con la asistencia de Pedro Sánchez: “Me critican porque digo ‘Castilla-León’ seguido. Habrá qué decir Castilla y León y Soria y Burgos y Valladolid y Segovia”, es lo peor que haya podido manifestar un candidato a la presidencia de la Junta de Castilla y León, en periodo casi preelectoral, para aspirar a desbancar al Partido Popular de sus casi cuarenta años de desgobierno y abandono de la región leonesa, asolada un año más por los incendios de este verano.
Desconozco lo que hará Martínez a partir de ahora, pero su jefe mayor debería advertirle de que así no sólo no se ganan los votos que les faltan para rebasar a las derechas, aunque ardan miles de hectáreas cada año como consecuencia de la mala gestión del gobierno actual. Más bien se regalan a los partidos leonesistas, cuya representación en Madrid es cada vez más necesaria. Mañueco y su nefasto consejero de medio ambiente lo estarán celebrando.
CRÓNICA DE UNA BUFONADA
Nós Terra Maire
La última bufonada del señor Martínez (candidato del PSOE al aconstitucional engendro de Castilla y de León) constituye la enésima caricatura a costa de la historia y la dignidad leonesa. Porque si algo nos ha enseñado este falsario sainete "castellano y leonés" es que siempre habrá un candidato dispuesto a escupir sobre los papiros de nuestra memoria a cambio de un aplauso de farfulla y una caricia de partido.
No descubro América si digo que el invento de “Castilla y León” nunca ha sido más que un útil disfraz cosido aprisa para que la desmemoria avance pegadita a la mentira y para que las tres provincias leonesas, con MÁS DE MIL AÑOS de orgullosa identidad, se conviertan en moneda de cobro por el peaje autonómico. Pero hete aquí que, en pleno siglo XXI, todavía se nos exige a los leoneses que sonriamos cuando el domador de turno nos niega nuestra condición de fiera y nos manda saltar por el aro del “proyecto colectivo”, fórmula manida, eufemismo con el que los pancastellanistas acallan las protestas mientras recogen la cosecha.
Que venga ahora el señor Martínez a decirnos que Castilla y León son unidad de destino en lo universal, y que a la postre hay poco más que hacer que añadir apellidos, “CastillaLeónSoriaValladolidSegovia”, como si la mera yuxtaposición de nombres hiciese la historia, y no los siglos de luchas, fueros y tradiciones. Es, lo reconozcan o no, el revival de esa ladina pedagogía que pretende que los leoneses aprendamos, de una vez por todas, que nuestra región es sólo un matiz en el gran tapiz castellano.
Lo que ha dicho el muy castellanista y soriano Martínez merece el exabrupto de un pregonero viejo, de esos que, ante la canallada, desenfundan el sarcasmo por necesidad. ¿Cómo puede nadie, salvo por ignorancia contumaz o desdén filisteo, olvidar que León, León capital y región, tenía reyes cuando en Castilla aún no existía sobre el mapa peninsular?
Ah, pero la historia oficial —la que reparte prebendas y concejalías— no soporta hechos incómodos. Prefiere la prosa de la absorción, la aritmética de provincias donde pintan sólo Valladolid y algún terruño elegido para la foto. Se nos pide, desde el púlpito del PSOE (o del PP que para el caso "tanto monta, monta tanto") que cedamos, siempre cedamos y que arrastremos sin rechistar la cruz de 180.000 almas fugadas, de comarcas convertidas en cementerios de juventud y fogones vacíos. Que aceptemos la palabra “progreso” escrita con la tinta de la sangría demográfica.
No extraña, pues, que alzados por la indignación, los representantes de UPL exijan que deje Martínez de burlarse de León, de su histórica región y de su memoria irreductible. Y aún resulta poca cosa, porque lo que León lleva soportando desde la Transición no es sólo burla, sino expolio sistemático, olvido planificado y una marginación que dibujaría lágrimas en los rostros de nuestros pretéritos ancestros si volvieran entre nós.
León, Zamora y Salamanca están hoy donde las quisieron quienes aplauden la gran mentira birregional: deshabitadas, envejecidas, agraviadas en partidas presupuestarias y fingidas en los discursos de quienes sólo visitan el León triprovincial para prometer lo que no piensan dar jamás. Y todo bajo el paraguas de ese proyecto “único y colectivo” que no es otra cosa que la disolución de lo leonés en el ácido del centralismo más marchito y repugnante.
Así que, señor Martínez, ahórrese el catecismo birregional. Deje de enseñar geografía de chichinabo y aprenda historia: León es más que apellido, es sustantivo de Europa. Y si duda, repase usted las crónicas con la humildad de quien no sabe y la decencia de quien no miente. Sólo entonces comprenderá que León no se burla, ni se vende, ni se funde, RESISTE, aunque ustedes y sus cofrades prefieran la risa fácil a la memoria incómoda.
¿El futuro? Si depende de su entendimiento, mal lo llevamos; pero si de la memoria leonesa se trata, pueden venir mil Martínez y seguirán partiendo sobre una roca que ni el tiempo ni la necedad podrán desgastar. Fuimos tierra de Reyes, no de BUFONES.
DdA, XXI/6149

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