Lazarillo
Por sus muchos casos de corrupción y unos cuantos de cárcel, no es el Partido Popular el más indicado para hablar de decencia en el Congreso, pero como ese discurso es fácil -sobre todo si se lee- y se cuenta con una feligresía de camaradas dispuesta al aplauso de claque, ya sea Casado o Díaz Ayuso quien lideren al principal partido de la oposición, pronunció el actual líder la consabida frase propia de nuestra historia de costumbres, esa de que en España se castiga al honrado y se aplaude al indecente -dirigida en este caso al "indecente" presidente del Gobierno- y toda su bancada, sin mediar medio minuto de reconsideración, se puso a aplaudir. Es muy probable que esta secuencia quede como anécdota significativa con la que sazonar el aburrido diario de sesiones, sobre todo si se ilustra con aquella vieja fotografía de quien fuera presidente de la Xunta de Galicia en compañía de un conocido narcotraficante. Desconozco si entre los aplaudidores de ayer se contaba Abascal, cuyo partido según la última encuesta del CIS ya está a punto del empate técnico en intención de voto con el Partido Popular. Pena que en el Congreso no haya cronistas parlamentarios para glosar con gracia estas incidencias que al recordado Luis Carandell, que lo fue, le habrían encantado como prolongación de su Celtiberia Show.
DdA, XXI/6134
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