martes, 23 de septiembre de 2025

ISRAEL NACIÓ CON LA EXPULSIÓN DE 800.000 PALESTINOS Y LA DEMOLICIÓN DE 1.500 ALDEAS


Félix Población

Para quienes crean que todo empezó con el brutal ataque de Hamás hace casi dos años -organización financiada en su origen por el Estado de Israel para dividir a los palestinos-, ataque que causó 1400 muertes entre ciudadanos israelíes y el secuestro de 222, es conveniente recordarles lo que el escritor uruguayo Eduardo Galeano dice en Los hijos de los días a propósito del 14 de mayo de 1948, fecha en la que nació el Estado de Israel. Teniendo en cuenta las sucesivas masacres perpetradas por ese Estado contra el pueblo palestino y la continua apropiación y ocupación de territorio palestino desde entonces, haciendo caso omiso a los acuerdos internacionales, no sería aventurado pensar que el actual genocidio, la apropiación de la Franja de Gaza -a la que seguirá la de Cisjordania- estuvieran desde el principio en el proyecto expansionista-colonial israelí. Escribe Galeano "Pocos días después [de la fundación del Estado israelí], ya había más de ochocientos mil palestinos expulsados, y más de mil quinientas aldeas demolidas. Esas aldeas, donde crecían los olivos, las higueras, los almendros y los árboles frutales, yacen sepultadas bajo las autopistas, los centros comerciales y los parques de diversiones. Son muertas sin nombre. El Comité de Nombres de las nuevas autoridades ha rebautizado el mapa. Ya poca Palestina queda. La implacable devoración del mapa invoca títulos de propiedad, generosamente otorgados por la Biblia, y se justifica por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió. La cacería de judíos fue, siempre, una costumbre europea; pero los palestinos pagan esa deuda ajena". Si un Estado nace así, a costa de expulsar a la población palestina y demoler sus aldeas, cabe al menos como posibilidad que prosiga con ese mismo afán destructor y expoliador contra ese pueblo, aunque en sucesivos foros diplomáticos a lo largo de las pasadas décadas se haya tratado de evitar esa trayectoria, en la que se incluyen varias guerras. ¿Ha sido a la postre inútil toda esa diplomacia internacional? Los títulos de propiedad otorgados por la Biblia y veinte siglos de persecución del pueblo judío, como dijo Galeano, están dado como resultado un periodo demasiado largo de barbarie, del que estamos asistiendo a un aterrador colofón, a imagen y semejanza del holocausto en los campos nazis. Esta vez no se combate al Estado que lo perpetra, sino que se ha colaborado y se colabora con él, sin romper todo tipo de relaciones, y a las órdenes de quien lo ampara, Estados Unidos. No es como para sentirse satisfecho del tiempo que vivimos. Más bien es para alarmarnos por lo que está pasando, y mucho más, por lo que puede venir si no hay una reacción antes.

DdA, XXI/6112

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