martes, 23 de septiembre de 2025

ITALIA VIVE UN SENTIMIENTO Y MOVIMIENTO POPULAR CONTRA EL GENOCIDIO EN GAZA

 


Andrea Fabozzi

¿Cómo podemos soportar el peso de lo que sabemos, lo que vemos, lo que leemos a diario en las noticias de Gaza? ¿Y cómo no expresar nuestra indignación, nuestra ira, la necesidad fundamental de seguir siendo humanos y, por lo tanto, de detener de inmediato a Israel y el genocidio? No podemos, como ya no podemos negar ni ocultar la fuerza de este sentimiento popular que se manifestó tan claramente ayer en las calles de todo el país. Es amplio y fuerte porque ha sido reprimido durante mucho tiempo por la cautela, las distinciones, la distracción y, a menudo, la indolencia y la complicidad del gobierno y las fuerzas políticas y económicas.

Es un sentimiento que se está convirtiendo en un movimiento. Como ha sucedido a lo largo de la historia, la lucha de un pequeño pueblo muestra al mundo el camino de la resistencia, que no se limita a la guerra y el exterminio, sino a todo lo que se esconde tras ella, incluso lejos de Gaza. Explotación sin límites, desigualdad desenfrenada, violencia sin justicia. Precisamente en nuestro momento más oscuro, los intentos de humillar, con acusaciones de antisemitismo, a quienes, en tierra y mar, tienen el coraje de luchar por la salvación de los palestinos —y de los gazatíes que aún viven— porque entienden que su salvación es la salvación del mundo entero, se están derrumbando de buena fe. Y es clarísimo que es precisamente la flagrante e insoportable impunidad que Occidente ofrece a Israel la que ha alimentado la bestia del antisemitismo.

Pero la impunidad es insuficiente, porque esto es colaboración en el exterminio. Para detener a Israel, Europa habla pero no actúa, escribió ayer el New York Times. Estados Unidos ni siquiera habla, pero eso aplica a los gobiernos. No a las mujeres y los hombres que salieron a las calles para detenerlo todo.

Cientos de miles de trabajadores que luchan contra la pobreza tampoco dudaron en declararse en huelga por Gaza. El sindicato confederal habría hecho bien en convocar una huelga general, como solicitamos en estas páginas. Sus miembros salieron a la calle ayer, convocados por el sindicato de base, y por eso merecen nuestro agradecimiento. Pero ya no se trata de siglas, como nunca debió ser una cuestión de primacía. La participación abrumó incluso a los iniciadores. Jóvenes, hombres y mujeres, ocuparon un lugar central; ellos también son los protagonistas de la lucha contra un destino que no puede ser negro. Pero negro, rojo, blanco y verde, como la bandera que lo guía.

IL MANIFESTO

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