El número de hectáreas calcinadas en la provincia de León se cifra actualmente en 55.000, lo que viene a ser once veces el municipio de la capital de la provincia. El balance hasta hora sería mayor si no hubier8a sido por el trabajo desesperado e improvisado que tuvieron que hacer cientos de vecinos, defendiendo incluso sus pueblos y resistiéndose en algunos casos a desalojarlos. Si la llegada de efectivos por parte de la Junta de Castilla y León fue insuficiente desde el primer momento y la velocidad del fuego inusitada -como viene ocurriendo en los últimos incendios, con el precedente de los de Zamora hace tres años-, no se entiende por qué la colaboración de más efectivos de la UME y de los que se han desplazado desde otras comunidades e incluso de países de la Unión Europea ha sido tan tardía. Mucho nos tememos que en estas tardías decisiones, cuando ya había pasado más de una semana del comienzo de una catástrofe que ha afectado a una Reserva de la Biosfera, tiene como precedente el de ser esta provincia junto a la de Zamora de las más abandonadas tanto por el gobierno autonómico como por el central. Para que el titular del Diario de León fuera completo habría que completarlo así: Zona catastrófica en la España abandonada, esa España cuyos habitantes se han visto tantas veces obligados a su vez a abandonar: en unos casos por el final de las explotaciones mineras, en otros por los embalses que dejaron hundidos en sus aguas a los pueblos. Habiendo sido tan devastadores estos incendios, se podría pensar que a esta región de viejo reino sólo le faltaba el fuego para que sus gentes, esas que tan decisivas han sido para que la catástrofe no acabara con sus pueblos y aldeas en llamas, no pudieran más ante tanta ineptitud, menosprecio y olvido por parte de todas las administraciones y también se fueran. Pero la defensa que han hecho de los suyo ha dado una lección de arraigo muy sólida e inolvidable. Habría que programar mucha iniciativa en pro de lo que se le debe a esta tierra, después de este último capítulo trágico, para consolar al menos un poco a quienes la habitan del olvido y marginación en las que históricamente se la tiene. Empezando quizá por una administración autonómica propia. ¿Será así? No lo creo. Ojalá se haga al menos lo posible para que no vuelva a ser una tierra de cenizas.
DdA, XXI/6078
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