Cuando Mañueco hace dejación de funciones y se niega a declarar el nivel 3 de emergencia porque supondría ser rescatado por el Estado y mostrarse como un gobernante incompetente, lo que pasa a continuación comienza a ser culpa del votante de Mañueco. Cuando Ayuso apura sus vacaciones en Miami –jamás he visto a nadie elegir un destino que encaje tanto con su personalidad– y a la vuelta culpa al comunismo por su falta de inversiones, la culpa es del votante. Cuando el PP, aquel partido que rechazó la creación de la UME, porque ver a militares trabajando en emergencias era una ocurrencia de Zapatero, se agarra hoy de manera sistemática al comodín de “quiero más militares” cada vez que provocan el desastre, como si el fuego se apagase a tiros en lugar de con personal cualificado y medios suficientes, la culpa es del votante dispuesto a comprar estupideces como tabla de salvación ideológica. A Tecé se le olvida Mazón el del Ventorro.
Gerardo Tecé
Las vacaciones están sobrevaloradas, dijo Feijóo antes de irse de ídem y el hombre no pudo estar más atinado. Quienes conocemos lo que es poner un pie en la playa y recordar que en la vida anterior se quedó abierta la llave del gas, sabemos bien lo duro que ha debido de ser para los presidentes autonómicos estar en pleno y merecido descanso vacacional y caer en la cuenta de que, hostia, me olvidé de las políticas de prevención de incendios. Te amarga el chapuzón, claro.
Con medio país ardiendo tocaba actuar con celeridad y así lo hicieron los responsables en la materia. En bañador y chanclas los Mañueco, Ayuso, Moreno Bonilla o Rueda activaron el protocolo de máxima emergencia, consistente en movilizar a un nutridísimo y perfectamente equipado retén de periodistas de ultraderecha a sueldo que no descansa ningún día del año. Centenares de tipos preparados para estos casos que, sin embargo, dada la envergadura de los incendios autonómicos, no daban abasto a la hora de asegurar que las competencias que los suyos se habían pasado por el forro con terribles consecuencias eran, en realidad, culpa de Pedro Sánchez Dimisión. Cualquier cosa sirve para ganar un poco de tiempo en los primeros momentos, y desviar la atención es fundamental tanto para el perjudicado líder territorial como para sus sufridos votantes, que siempre agradecen un bulo al que agarrarse para no parecer idiotas por votar al meteorito. Digan lo que digan expertos y ecologistas la mejor inversión en prevención es regar, sí, pero con publicidad institucional.
391.000 hectáreas quemadas, decenas de miles de personas desalojadas y cuatro fallecidos después, podemos celebrar desde ya que la tradición española de no aprender nada de lo ocurrido goza de mejor salud que nunca. Si el Mazón de la dana ha seguido concediendo junto a Vox licencias para construir en terreno inundable o la Ayuso de los 7.291 ancianos abandonados a su suerte siguió privatizando la sanidad después de aquello a la velocidad del Maserati, el PP anuncia desde ya que rechaza un pacto de Estado propuesto por el Gobierno para dotar de personal y medios suficientes a la prevención y lucha contra el fuego. Es una propuesta politizada, denuncian los de Feijóo, que saben que lo apolítico, lo neutral y lo sanote, es que te busques la vida cuando el fuego devore tu casa porque te ahorraste 20 euros en el tramo del impuesto autonómico. Así da gusto, declaró un simpatizante desde su esterilla en el polideportivo.
A partir de cierto grado de negligencia y falta de disimulo, la culpa deja de ser del político para pasar a ser del votante. En España esa línea fue ampliamente superada hace tiempo, y los incendios vuelven a recordárnoslo. Cuando Mañueco, MVP del verano, hace dejación de funciones y con Castilla y León en llamas se niega a declarar el nivel 3 de emergencia porque supondría ser rescatado por el Estado y mostrarse como un gobernante incompetente, lo que pasa a continuación comienza a ser culpa del votante de Mañueco. Cuando Ayuso apura sus vacaciones en Miami –jamás he visto a nadie elegir un destino que encaje tanto con su personalidad– y a la vuelta culpa al comunismo por su falta de inversiones, la culpa es del votante. Cuando el PP, aquel partido que rechazó la creación de la UME, porque ver a militares trabajando en emergencias era una ocurrencia de Zapatero, se agarra hoy de manera sistemática al comodín de “quiero más militares” cada vez que provocan el desastre, como si el fuego se apagase a tiros en lugar de con personal cualificado y medios suficientes, la culpa es del votante dispuesto a comprar estupideces como tabla de salvación ideológica.
No queda otra que aceptar lo que hay. Si es usted una de esas personas a las que les angustia ver el monte arder, si aplaudió a los sanitarios desde el balcón sabiendo qué significaba o si le dolió en el alma lo que ocurrió en Valencia sepa usted que es un desubicado que no entiende el país en el que vive. Uno en el que lo verdaderamente patriota es que nada importe.
CTXT DdA, XXI/6078
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