Soy atea y feminista, ellas son mis amigas, son mujeres musulmanas, de Marruecos, de Senegal, de distintas etnias, algunas llevan la cabeza cubierta y otras no, algunas, ocasionalmente.
Son mis amigas y nos ayudamos en momentos complicados, sobre todo, para ellas. Respecto a ellas, yo estoy en el lado del privilegio y en mi país. Aquí acababa de testificar a favor de N., en un acto en el Registro Civil.
Celebramos con ellas la Nochebuena y el fin del Ramadán. Un día, organizamos una comida cuyo menú era moros y cristianos, para significar que a las moras y a las cristianas nos gusta compartir mantel porque somos amigas.
Celebramos juntas la Nochebuena y el fin del Ramadán y recibimos críticas de todos los lados, críticas e incomprensión, pero también tuvimos mucha ayuda y solidaridad y calor y las criaturas lo pasaron muy bien, como nosotras.
En la Nochebuena, descubrí que, más allá de creer o no, hay mucha gente que está sola y que una noche como esa no quiere estarlo.
Yo tengo claro que, por encima de creencias, discrepancias e incomprensiones, lo que importa es la vida comunitaria, tenernos unas a otras, crear sólidas redes cívicas, compartir las fiestas y las recetas, que nadie pase hambre, frío o enfermedad sin medicinas, la charla y las risas compartidas, los abrazos, apretar la mano de una persona asustada, aspirar a la bondad, la justicia social y el amor*.
*El Partido Popular y Vox impiden en Jumilla, en Murcia, la celebración en espacios municipales de las festividades musulmanas.
DdA, XXI/6065
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