Félix Población
Será hoy cuando se coloque, con el retraso característico de este tipo de reconocimientos, una placa en memoria de quien fue conocido como el Topo de La Mata (de Curueño) y respondía al nombre de Eufemiano Díaz. Será en la fachada de la casa familiar, sita en esta localidad perteneciente al municipio leonés de Santa Colomba de Curueño. Será después del filandón intergeneracional de homenaje programado para las 19.30 horas y antes de la visita a la exposición titulada 'Raíces y memoria'. Los escritores Julio Llamazares y el periodista del diario La nueva crónica Fulgencio Fernández, que escribieron sobre esta singular historia que es parte de nuestra historia, participarán en los actos. Nunca es tarde para que este tipo homenajes se celebren para recordar a quienes, por luchar contra la dictadura y defender el orden constitucional, padecieron las consecuencias ante el temor de ser víctimas de los vencedores el 1 de abril de 1939, en este caso enterrándose en vida (en un nicho cavado en la cuadra del domicilio familiar) durante toda una década, diez largos y fríos inviernos de aquella infausta posguerra de represión, silencio, miedo y miserias. Esta vez no hubo película como la que protagonizó en 2019 el actor Antonio de la Torre (La trinchera infinita), basada en los treinta años que vivió oculto el alcalde republicano de Mijas Manuel Cortés, pero sí se la merecería también a buen seguro el Topo de la Mata, cuyos últimos años de existencia discurrieron en una silla de ruedas, con deformidades en los huesos a causa de la humedad soportada durante tantísimos días bajo tierra, sólo aliviados por las noches cuando no había riesgo de que lo descubrieran. Falleció en el hospital de León en 1984, a los 71 años, sin que ni los topos de la posguerra, como él -presente también en otro libro como el de Jesús Torbado y Manuel Leguineche-, ni los republicanos asesinados y enterrados en la cunetas merecieran la más mínima atención por parte del primer gobierno del PSOE, aquel que abogaba publicitaria y engañosamente "por el cambio". Muy posiblemente, Eufemiano no se imaginaría entonces que más de cuarenta años después de su fallecimiento, vencido por las penalidades de su propio y angosto refugio, se le iba a recordar una calurosa tarde de verano en su pueblo natal.
DdA, XXI/6066
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