viernes, 22 de agosto de 2025

ASÍ SUENA LA TORTURA Y AGONÍA DE UN TORO EN LAS PLAZAS

Fundación Franz Weber se manifestó hace poco en contra del bono juvenil para que niños y adolescentes acudan a las corridas de toros en Gijón, alegando que la exposición a escenas de violencia y sufrimiento animal puede tener efectos negativos en el desarrollo emocional de niños y adolescentes. En este sentido, la entidad ha recordado que el Comité de los Derechos del Niño de la ONU recomendó en 2018 que España alejara a menores de edad de prácticas como la tauromaquia. Debería dicha fundación, por si no lo ha hecho, solicitar por ese motivo que la localidad asturiana deje de ser Ciudad Amiga de la Infancia (desde 2018). El testimonio de José Sepúlveda, un ex técnico de sonido de televisión que muchas veces trabajó en las retransmisiones taurinas, aporta lo estremecedor que es la tortura del toro a los oídos humanos, máxime si se trata de niños.


José Sepúlveda

"En mi caso, que me ha tocado llevar el sonido en alguna retransmisión, siempre he comentado que, si en lugar de la mezcla de sonido de la banda de música, aplausos, bravos, olés y demás… el sonido fuera el que capta el Sennheiser 816 (micrófono que capta a gran distancia y buena calidad) a pie de ruedo, donde se escucha perfectamente el sonido de la banderillas al entrar en la piel, los mugidos de dolor que da el animal a cada tortura a la que se somete… y además lo acompañáramos de primeros planos de las heridas que lleva, de los coágulos como la palma de una mano, de la sangre que le brota acompasada al latir del corazón o la mirada que pone en animal antes de que le den la estocada final, creo que el 90% apagaría el televisor al presenciar semejante carnicería a ritmo de pasodoble.
Yo, personalmente pedí el dejar de hacer ese tipo de trabajo, precisamente un día que en Castellón me tocó estar en el callejón y me cabreé mucho al escuchar a un toro, al cual el torero falló cuatro veces con el estoque y harto de escuchar al pobre animal me quité los auriculares… No tuve bastante, que mientras agonizaba, escupía, se ahogaba en su sangre, se vino a morir justo pegado a mí, apoyado sobre las maderas mientras daba espasmos y su mirada ensangrentada y con lágrimas, sí lágrimas, sean o no sean de dolor, se cruzó con la mía y no nos la perdimos hasta que un inútil … falló dos veces con el descabello, al que le dije de todo.
Ahí acabó mi temporada torera de por vida.
Son sentimientos personales y lo mas probable es que a un amante de “la fiesta” le parezca ridículo, pero para mí, más ridículo es cuando después de semejante carnicería, giras la vista al público y los ves allí aplaudiendo, comiendo su bocata sin inmutarse, ni habiendo visto y oído lo que yo."

DdA, XXI/6080

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