De la hemeroteca de este DdA, a lo largo de más de veinte años de trayectoria y de las colaboraciones que Félix Población publicó en el pasado en algunos medios de comunicación, rescatamos hoy la que sigue, que el autor dio a conocer en Infolibre el 24 de abril de 2021. ¿Se acuerdan cuando se decía que después de la pandemia de COVID, que nos dejó sin abrazos, el mundo tendría que ser mejor?. No lo es. No me imagino a los animales sin aprender de la memoria, sobre todo si se trata de la memoria que más duele:
Félix Población
Llevamos ya más de un año sin que nos podamos dar abrazos. No sabemos en
qué fecha recobraremos el abrazo, pero más de un año sin abrazos es mucho
tiempo en nuestra vida mamífera. Tampoco sabemos de qué modo
está repercutiendo su ausencia en la esencia de nuestra humanidad, pero yo creo que estamos empezando a notarlo y
el grado de deterioro mental podría llegar a ser importante.
Los abrazos están tan cerca del aliento que fueron prohibidos mientras
el virus de la corona habitara entre nosotros. Hasta que el contagio no sembró
con más de tres millones de muertos el planeta, la gente se llenaba de abrazos sin
reparar en lo que podría ser un mundo sin ellos.
Ese mundo ya lo tenemos entre nosotros, hasta el punto de que nuestras
vidas parecen estar haciéndose a ello como si formara parte de una nueva
rutina. ¿Volveremos a los abrazos con el entusiasmo que esta larga ausencia
debería provocar en quienes no dejamos de echarlos de menos? Sería lo más
propio de nuestra mamífera condición después de tanto tiempo.
Habría que recuperar el abrazo, cuando pueda ser, con un incremento
notable de su valor, dándonos cuenta de lo mucho que nos faltaba cuando nos
faltaba y de lo mucho que nos llenará cuando vuelva. Ojalá fuéramos
capaces de esto, porque de una humanidad con esa capacidad de reparación y
reconsideración se podría esperar mucho.
Lo que nos tocaría, después de que nuestros ancianos de la guerra y la posguerra —los que hicieron este país con su trabajo en tiempos de represión y miseria—, murieran abandonados en la residencias sin el abrazo de los suyos, es sembrar la tierra de abrazos frente a quienes la entienden como un territorio de dominio y codicia, a esquilmar y explotar sin límite. Hay que sembrar el planeta de abrazos para que no muramos.
INFOLIBRE/OPINIÓN
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