miércoles, 11 de enero de 2023

SE MUERE RIBADELAGO,/ ORILLA DE NUESTRAS LUCHAS


Félix Población

Hace ya diez años por estas fechas, recordaba en este mismo DdA, después de un viaje al Lago de Sanabria, la tragedia vivida en la localidad zamorana de Ribadelago con la rotura de la presa de Vega de Tera una fría noche de invierno, concretamente en la madrugada del 9 de enero de 1959 (Las víctimas de Ribadelago también son Memoria Histórica).

El grupo musical salmantino Entavía tuvo el acierto de componer hace algunos años una sobria canción sobre el poema escrito por Miguel de Unamuno con motivo de la visita de quien fuera rector de la Universidad de Salamanca a la citada localidad, visitada también en su día, durante la segunda República, por las Misiones Pedagógicas que recorrieron el país repartiendo la educación y cultura que necesitaban, sobre todo, enclaves social y económicamente deprimidos como estos. Es de recordar que este mismo y singular escenario geográfico de la provincia zamorana es el que don Miguel presta a su novela corta San Manuel bueno y mártir, según cuenta el propio autor en el prólogo del libro, donde se narra la leyenda de Valverde de Lucerna, una localidad sumergida bajo las aguas del lago.

Es en el fondo de ese mismo y profundo lago glaciar donde no es leyenda que la gran mayoría de las víctimas de aquel desastre ocurrido en 1959 quedaron enterradas, sin que la justicia condenara con rigor a los responsables. De las 144 personas fallecidas solo se recuperaron los cuerpos de 28, estimando las autoridades eclesiástica que para eso lo mismo valía el agua que la tierra.

Sigue sin existir en pequeña localidad sanabresa, ubicada sobre el lago, o en la propia capital de la provincia, un lugar para la memoria de aquel trágico episodio que forma parte también de la Memoria Histórica de este país durante sus cuatro décadas de dictadura. Tal como se señala en el artículo citado, sería inconcebible que de haber ocurrido aquel hecho en Cataluña o el País Vasco careciera allí de un lugar en recuerdo y homenaje a todas las víctimas y a quienes hubieron de sufrir su ausencia, sin despedir presencialmente a sus seres queridos, en medio de unas muy precarias condiciones de vida. Este es el poema de Unamuno:

“San Martín de Castañeda,
espejo de soledades,
el lago recoge edades
de antes del hombre y se queda
soñando en la santa calma
del cielo de las alturas
en que se sume en honduras
de anegarse, ¡pobre!, el alma…
Men Rodríguez, aguilucho
de Sanabria, el ala rota
el cotarro no alborota
para cobrarse el conducho.
Campanario sumergido
de Valverde de Lucerna,
toque de agonía eterna
bajo el caudal del olvido.
La historia paró, al sendero
de San Bernardo la vida
retorna, y todo se olvida
lo que no fuera primero.
Ay, Valverde de Lucerna,
hez del lago de Sanabria,
no hay leyenda que dé cabría
de sacarte a luz moderna.
Se queja en vano tu bronce
en la noche de San Juan,
tus hornos dieron su pan,
la historia se está en su gonce.
Servir de pasto a las truchas
es, aun muerto, amargo trago;
se muere Riba del Lago,
orilla de nuestras luchas.”

DdA, XIX/5.348

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