martes, 17 de noviembre de 2020

EL POSIBLE ASESINATO DE UNAMUNO Y EL BIBLIOCAUSTO FRANQUISTA

Entrevista con Manuel Menchón

Félix Población

Después de ver el sobresaliente documental de Manuel Menchón, centrado en las últimas investigaciones sobre el discurso de Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936 -que acreditan la versión ya conocida que le enfrentó con el general mutilado Millán Astray- y sobre el extraño fallecimiento del escritor vasco el 31 de diciembre de 1936 en su casa, habrá quienes consideren Mientras dure la guerra, el film de Alejandro Amenábar, una obra malograda, pálido reflejo de lo que fue la guerra en Salamanca.

No quiso Amenábar entrar en la muerte de don Miguel, eludiendo ese compromiso necesario y dejando interruptus su film, y Menchón asumió esa responsabilidad a la luz de la nueva documentación manejada para ello. Entre esos documentos está el de un catedrático de la universidad salmantina, presente en el acto que tuvo lugar en el Paraninfo, y los datos aportados en torno a la personalidad de quien estaba con Unamuno cuando este falleció en su domicilio de la calle Bordadores, arrestado  por las autoridades militares sublevadas.

Bartolomé Aragón Gómez, único testigo en el que se basó hasta ahora la versión  oficial sobre la muerte de don Miguel, ni era amigo ni era alumno de Unamuno, sino un reconocido falangista, relacionado con la atroz represión llevada a cabo en la provincia de Huelva, en donde dirigió el periódico La Provincia, que le endosó al escritor vasco una donación de 50.000 pesetas al movimiento faccioso, en lugar de las 5.000 que por obligación tuvo que entregar. Era amigo también del general Millán Astray, con el que Unamuno se enfrentó en el paraninfo de la universidad el Día de la Raza.

El documental ilustra con precisa documentación, mediante los escritos redactados por don Miguel durante su confinamiento, su temor a ser asesinado por los sublevados, tal como publiqué en este mismo DdA y en la revista El viejo topo, y el certificado de fallecimiento a causa de una hemorragia bulbar, firmado por un médico que había sido sancionado por sus ideas socialistas, exigía que se le hiciera una autopsia al cadáver que no se realizó. También se le enterró sin que pasaran las 24 horas preceptivas desde su fallecimiento.

Echo de menos en el documental que no se hiciera alusión en ningún caso a Diego Martín Veloz, que según algunos autores estuvo antes que Bartolomé Aragón visitando a don Miguel y sobre el que Javier Infante tiene escrito un interesante artículo (Sables y Naipes: Diego Martín Veloz (1875-1938). De cómo un matón de casino se convirtió en caudillo real), en el que, además de incidir en su personalidad como cacique represor "asolando con sus hordas falangistas los humildes hogares del campo salmantino" -según testimonio de la viuda del diputado socialista asesinado José Andrés Manso-, se señala su carácter bronco y su afición a las cartas y a las meretrices, así como su amistad con los generales Primo de Rivera y Queipo de Llano. Con estas referencias cabe preguntarse qué tipo de relación podía justificar la visita del tal Diego Martín a Unamuno en su arresto domiciliario, coincidente con la tarde del fallecimiento de don Miguel.



Palabras para un fin del mundo, título del film de Manuel Menchón, me parece un trabajo de los más interesantes y más concienzudamente realizados -si no el que más- sobre la Guerra de España, que al gran valor del material documental aportado une recreaciones tan impactantes como las de las sombras de los soldados armados recorriendo los muros de la universidad salmantina o imágenes de la muerte en las cunetas auténticamente espantosas. Aporta además el film una serie de secuencias inéditas  sobre el bibliocausto llevado a cabo por los sublevados, del que hoy da detalles un excelente artículo escrito con motivo del documental por mi estimada colega Olga Rodríguez. "En agosto de 1945, poco después de la derrota nazi -escribe Olga-, se produjo un incendio en los laboratorios Cinematiraje Riera de Madrid, en el almacén que albergaba las películas y negativos del No-Do producidos hasta entonces. Aquello supuso una valiosa pérdida. Aún así existen algunos documentos gráficos que muestran quemas de libros apilados en grandes montañas antes de arder a 451 grados Fahrenheit". 

Menchón ha recuperado parte de ese material, que combinado con el posible asesinato de don Miguel aquel 31 de diciembre de 1936 (las radios republicanas hablaron de envenenamiento) y las imágenes del secuestro de su cadáver a hombros de falangistas al día siguiente, vienen a culminar de modo sobrecogedor su gran película, la que muchos esperábamos acerca de Unamuno, el escritor que nació y murió en un país en guerra al que tanto quiso.


       DdA, XVI/4670      

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