Por razones que no hacen al caso, este Lazarillo tuvo ayer una reacción anómala ante la publicación de uno de tantos bulos o tergiversaciones que se dan en las redes sociales, a las que no soy nada dado pero que en ocasiones consulto por haber seleccionado con cierto detenimiento a quienes forman parte de mi relaciones virtuales. Hasta ayer a media tarde era consciente de que la voz de Federico García Lorca no se conoce hasta la fecha, por mucho que los lamentemos sus lectores y admiradores. Sin embargo, ayer a media tarde, tuve un atisbo fatuo de credibilidad y me creí que la voz de una imagen manipulada del rostro del poeta granadino, recitando uno de los poemas que más me cautivaron cuando lo leí pro primera vez, era la suya. Al poco deseché esa primera creencia, sin que eso pudiera evitar que imaginara el sonido de estos versos en la voz de quien los escribió: La muchacha dorada/ se bañaba en el agua/y el agua se doraba./ Las algas y las ramas/ en sombra la asombraban/ y el ruiseñor cantaba/ por la muchacha blanca./Vino la noche clara, /turbia de plata mata,/ con peladas montañas/ bajo la brisa parda./ La muchacha mojada/era blanca en el agua,/ y el agua, llamarada./ Vino el alba sin mancha,/ con mil caras de vaca,/yerta y amortajada/ con heladas guirnaldas./La muchacha de lágrimas/se bañaba entre llamas,/ y el ruiseñor lloraba/ con las alas quemadas./ La muchacha dorada/ era una blanca garza/ y el agua la adoraba.
Bajo los efectos emocionales de este poema, busqué textos relacionados con la voz de García Lorca y, una vez leído el de Sorayda Peguero Isaac, publicado el año pasado en el diario colombiano El Espectador, me parece un magnífico artículo que aporta claves acerca de una posible búsqueda de la voz del poeta, asesinado por las tropas facciosas en 1936, en las fonotecas de dos emisoras de Buenos Aires en las que Lorca habló en 1933:
Bajo los efectos emocionales de este poema, busqué textos relacionados con la voz de García Lorca y, una vez leído el de Sorayda Peguero Isaac, publicado el año pasado en el diario colombiano El Espectador, me parece un magnífico artículo que aporta claves acerca de una posible búsqueda de la voz del poeta, asesinado por las tropas facciosas en 1936, en las fonotecas de dos emisoras de Buenos Aires en las que Lorca habló en 1933:
La voz del poeta español se ha ido diluyendo entre archivos y primaveras.
Su tono es, ahora, un elemento místico que se suma a la belleza de su obra que
se extiende a los versos y a las tablas.Ya no queda nadie que pueda reconocer
la voz de Federico García Lorca. Ya no vive ningún miembro de su familia que
recuerde cómo era el habla del poeta. El filólogo Tomás Navarro trató de grabar
su voz en Madrid. Acordó una cita con García Lorca, que aceptó con entusiasmo
que su voz se incluyera en la colección del Archivo de la Palabra. Concretaron
un día y una hora, pero Lorca no acudió a la cita por una causa superior a
todas sus fuerzas: se quedó dormido.
En una noticia publicada por La Vanguardia en septiembre
de 2002, Manuel Fernández Montesinos —sobrino de Lorca y presidente de la
Fundación Federico García Lorca hasta su retiro en 2006— anunció que se
localizaron dos grabaciones con la voz del poeta en dos emisoras de Buenos
Aires: Radio Splendid y Radio Prieto. Dijo que una de las grabaciones —que
sigue sin ser validada— pudo realizarse en 1933, antes de que el poeta viajara
a la Argentina. Según Fernández Montesinos, estas fueron algunas de las
palabras de García Lorca transmitidas desde Madrid para los oyentes de Radio
Splendid: “Nadie sabe ni se imagina la emoción simple y profunda que rodea mi
corazón como una corona de flores invisibles, al saber que en estos instantes
mi voz se está oyendo en América y que, sobre todo, está vibrando en Buenos Aires
enredada en el gran altavoz del bar o disminuida en la pequeña radio que tienen
en su cuarto de estudiante, o la muchachita que hace escalas en su piano.
¡Salud, amigos!”.
Se sabe que el suyo era un acento esencialmente andaluz, que hablaba como
un granadino de ciudad, pero que a menudo utilizaba palabras coloquiales
propias de la gente del campo. Al pronunciar la palabra “hierba”, Lorca decía
“yerba”, y en algunos casos sustituía la l por la r, de manera que en vez de
decir “delantal”, decía “delantar”. A veces abría las vocales y, como en las
cartas que escribía para sus amigos más íntimos, usaba diminutivos: “Escríbeme
enseguidita”, le decía a Salvador Dalí en 1925. Su hermano, el escritor
Francisco García Lorca, decía que “tenía una voz de tono medio, más bien
tirando a grave, y no muy timbrada”. Según el hispanista italiano Indro
Montanelli, García Lorca no era un hombre de gran belleza, pero tenía tres
atributos destacables: “La mirada luminosa, la risa de niño y la voz”, que era
grave y cálida, como la de un barítono, y vibrante, “como un acompañamiento de
guitarra en sus poemas”. Mientras hablaba, Lorca gesticulaba con las manos. El
periodista Ramón Gómez de la Serna recordaba que, cuando salían de su boca,
tomaba las palabras en sus manos y las convertía en una materia viva y
maleable, de variadas formas y sonidos.
Había música en la voz de García Lorca. No es una idea extravagante, si se
tiene en cuenta que era un músico congénito. Antes de la palabra, y mucho antes
de la poesía, fue la música. Su madre decía que cantó antes de hablar. Cuentan
que en una velada que se celebró en el hotel Castelar de Buenos Aires, en 1933,
alguien lo desafió: “A que no sos capaz de imitar el acento porteño”. García
Lorca dejó que sus amigos se divirtieran un rato imitando su acento andaluz.
Luego se sentó al piano y cantó, en lunfardo y con acento porteño, los versos
de un tango llamado El ciruja. Desde sus primeros años, se acercó a
la vida impulsado por dos principios fundamentales: ver y oír. Ver y oír los
gestos, expresiones, canciones y conversaciones de las trabajadoras domésticas,
con el mismo interés que le dedicaba a una obra de Víctor Hugo o al sonido del
agua en los aljibes de su natal Granada. Todos esos sonidos y modos de decir
estaban en su poesía, en su música y en su voz.
La voz de García Lorca es un misterio que se reproduce continuamente en el
sonido de otras voces. No hemos podido escucharla tal y como era, pero sabemos
cómo suena en distintos idiomas, acentos y coloraturas. El universo lorquiano
ha dejado su huella en artistas de diferentes estilos y generaciones. La lista
de cantantes que han versionado e interpretado sus poemas incluye a Camarón
(1979), Leonard Cohen (1986), Carlos Cano (1998), Compay Segundo (1998), Ana
Belén (1998), Marta Gómez (2011), Chavela Vargas (2012) y Miguel Poveda (2018).
Leonard Cohen decía que tuvo que leer a García Lorca para encontrar su
propia voz. En 1949, en una librería de segunda mano de Montreal, un libro de poesía
atrajo la atención del joven Cohen. “La gacela del mercado matutino”, leyó en
una de sus páginas. “(…) ¡Qué voz para mi castigo levantas por el mercado! /
¡Qué clavel enajenado en los montones de trigo! / ¡Qué lejos estoy contigo! /
¡Qué cerca cuando te vas!”. Cohen sintió que García Lorca le estaba hablando a
él. Llegó a decir que el poeta le había destrozado la vida, que cambió su forma
de ser y de pensar radicalmente. Sin duda, fue un impacto de largo alcance. En
1986 Cohen musicalizó el poema Pequeño vals vienés. En 1974,
durante la presentación de un concierto en el Palau de la Música Catalana,
anunció que se había convertido en el padre de una niña, una criatura recién
llegada al mundo que ya tenía un nombre: Lorca Cohen.
Chavela Vargas decía que escuchaba la voz de García Lorca en el canto de un
pájaro. Era un pájaro colorado, “como un clavel que revienta”, que se posaba en
la rama de un árbol, cerca de una ventana de su habitación en la Residencia de
Estudiantes de Madrid. En 1993, Chavela Vargas estuvo alojada en la residencia.
La habitación en la que dormía era la misma que ocupaba García Lorca en sus
años de estudiante. Rubén Rojo, director de El ruiseñor y la noche,
un documental que se sumerge en la obsesión que sentía la cantante por García
Lorca, ha dicho que, si Chavela Vargas sobrevivió al dolor de sus últimos meses
de vida, fue gracias al poeta. El 10 de julio de 2012, semanas antes de morir y
ante quinientos espectadores, la dama del poncho rojo vio cumplido su último
deseo: volver a la Residencia de Estudiantes para poder cantarle a García
Lorca.
La voz de Federico García Lorca es un sonido extraviado, pero vivo. Está en
la palabra que se levanta del libro, en el pájaro encendido, en el llanto
alegre de las cuerdas, en los pies de la bailadora, en el cuero ardiente de los
palmeros y en la noche de los insomnes perseguidos por la obsesión de haberse
cruzado en su camino. A García Lorca siempre lo encuentran, durmiendo un rato,
un ratito, soñando el sueño del niño que “quería cortarse el corazón en alta
mar”.
DdA, XVI/4560
1 comentario:
Desde mis años de adolescencia en Granada, cuando en 1976 descubrí los versos de Federico, siempre hubo una pregunta que aún hoy es. ¿Dónde está la voz de Federico?
Desde entonces espero el día de poder escuchar su voz, su tono, su musicalidad, su particular forma de expresarse y leer su Poesía y su Teatro. Multitud de ocasiones hubo para poder grabar su voz, siempre le gustó leer en público sus obras pero a di. A de hoy no se ha encontrado ningún documento sonoro de su voz.
No pierdo la esperanza de escucharlo, algún día, antes de mi último adiós.
✨FEDERICO, LA VOZ PERDIDA✨
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