martes, 12 de noviembre de 2019

UN PASEO POR LA MEMORIA REPUBLICANA ESPAÑOLA DE TOULOUSE, LA CIUDAD ROSA (Y 2)


Carmen Ordóñez


-¿Viene usted a ver la tumba de la ministra, verdad?
Así suele abordar el guarda a los que se acercan al cementerio de Saint Cyprien con el aire despistado de quien no sabe bien dónde dirigirse, puesto que el visitante asiduo camina con la certeza de conocer bien su camino.
Pero apenas sabe nada de Federica Montseny; únicamente que algunos españoles se dejan caer por allí de vez en cuando y se pierden entre las tumbas sólo para rendirle homenaje durante unos minutos. Le han contado, eso sí, que fue la primera mujer ministra en un gobierno español cuando en Francia ni siquiera se había establecido el sufragio femenino.
Federica Montseny se estableció en Toulouse, en el populoso barrio de Saint Cyprien, al terminar la Segunda Guerra Mundial con su compañero Josep (Germinal) Esgleas, superviviente de un campo de exterminio, y sus tres hijos. (Blanca, la menor de ellos, falleció muy joven y está enterrada bajo la misma lápida). Federica regresó a España en 1977, participando en algunos mítines de su recién legalizado sindicato, pero viendo la deriva de la transición española -con la firma de los Pactos de la Moncloa, que ella condenó abiertamente- prefirió volver para vivir y morir en la ciudad que la había acogido cuando las cosas iban mal: Toulouse.
Si hemos cruzado el Garona por el puente de Saint Pierre vamos a dar directamente al Quai de l’Exil. Así consta en el rótulo de la gran avenida, el Cours Dillon, que se extiende en paralelo al curso del río. (En Toulouse, los nombres de las calles aparecen inscritos en francés y en langue d’Oc. Las locuciones que pueden escucharse en los transportes públicos también están grabadas en ambas lenguas).

  
Este Muelle del Exilio era la vía de entrada al barrio de Saint Cyprien, donde se instalaron gran parte de los españoles que decidieron quedarse en la Ciudad Rosa esperando tiempos mejores en su país. A lo largo de esta orilla, en lo que también se conoce como la Prairie des Filtres, unas casetas instaladas de manera provisional empezaron a acoger múltiples actividades y servicios destinados a los exiliados españoles: dispensario médico, consulta de maternidad, teatro de aficionados y, sobre todo, punto de encuentro. Lo eventual fue convirtiéndose poco a poco en definitivo y trasladándose a otros locales cercanos: así surgieron en las proximidades el Hospital Varsovia y el Casal Català.
En el Hospital Varsovia (13 Rue de Varsovie), médicos y enfermeros españoles atendieron durante años a sus compatriotas de la colonia republicana de Toulouse. Se fundó a finales de 1944, a raíz de la frustrada invasión del Valle de Arán, vista la necesidad de atender a los guerrilleros que volvieron heridos de la aventura. También allí fueron acogidas las víctimas supervivientes de los campos de exterminio nazis que llegaron a la ciudad. El hospital funcionó como institución benéfica y sin ánimo de lucro, regentada siempre por profesionales españoles -la mayoría de ellos, catalanes- durante seis años pero estuvo a punto de desaparecer definitivamente en 1950, cuando todo el equipo médico fue detenido como resultado de una feroz campaña anticomunista. Gracias a la implicación de médicos franceses y al apoyo económico del Partido Comunista Francés logró salir adelante. Hoy aún permanece abierto como centro hospitalario.
El Casal Català http://www.casalcatalatolosa.cat/ mantiene viva la cultura catalana en la Ciudad Rosa. Se encuentra ubicado en el número 17 de la Rue de Novars y fue fundado en octubre de 1944.


Su programa incluye actividades de cualquier género que vinculen a la comunidad de residentes en Toulouse con su lugar de origen. Este año, por supuesto, se ha organizado un viaje para conmemorar La Retirada; un triste recorrido por los lugares que tuvieron que transitar los refugiados antes de poder volver -quienes lo consiguieran- a la normalidad, con una visita obligada al campo de Argelès, a la tumba de Antonio Machado y al Museo de la Memoria del Exilio, en La Jonquera.
De vuelta a la rîve droite y dirigiéndonos hacia el norte, encontraremos en el 85 Avenue des Minimes un espacio de similares características: la Casa de España. A la entrada, en el jardín Nougaro, el Ayuntamiento de Toulouse levantó en 2002 el primer memorial oficial dedicado al exilio de las víctimas de la guerra civil española. La obra, del escultor Lluis Jordá, está hecha en bronce y mármol de los Pirineos y lleva por título La Retirada 1939.
En las inmediaciones del Canal du Midi, hacia el este, sobreviven dos edificios que nos llevan a la memoria de los anarquistas residentes en Toulouse, aunque ambos han perdido ya su identidad. El Ateneo Español, que se encontraba en la rue de l’Etoile n.º 14, fue fundado en 1959 con el espíritu de los ateneos republicanos, tan abierto a todas las organizaciones democráticas como cerrado a cualquier proselitismo.
Y en la cercana Place Dupuy, la Halle aux Grains acogía cada año a los militantes y simpatizantes de la CNT para celebrar cada 19 de julio su aniversario de la Revolución. El pabellón, que nació para ser un mercado y hoy es sede de la Orquesta Nacional de Toulouse, es una curiosa construcción de forma hexagonal con fachada de ladrillo del mismo estilo que exhiben otros palacetes de la ciudad.
Para cerrar este recorrido, un lugar común a todos los disidentes en el periodo de la ocupación nazi: la prisión de Saint Michel. 

El edificio es una mole imponente, en forma pentagonal con un panóptico central, que aún conserva las alambradas. En la entrada, una placa informa de los nombres de algunos franceses que fueron ejecutados allí mismo y del incontable número de desconocidos que sufrieron la misma suerte. Junto a ella, un cartel donde el Ayuntamiento advierte de las obras de remodelación que se están produciendo en su interior.
En Saint Michel, que no fue la única prisión pero sí la más temida por los miembros de la Resistencia, pasó sus últimos días el anarquista asturiano Francisco Ponzán Vidal, que salió de allí el último día de la ocupación para ser ejecutado y quemado junto con otros 53 prisioneros en el cercano bosque de Buzet.
Todos estos lugares de la memoria en Toulouse están aún vivos y la mayoría de ellos señalados con una placa conmemorativa. La Oficina de Turismo municipal, que acoge cada día centenares de turistas en demanda de información sobre sus actividades, atiende a numerosos españoles a lo largo del día. Las mesas informativas proveen de folletos desplegables al visitante sobre multitud de propuestas de ocio y de cultura. Personalmente pude comprobar el nulo interés por parte de los españoles de paso en la ciudad sobre este recorrido de la memoria. Pregunté acerca de la posibilidad de unirme a una visita guiada programada y la respuesta fue demoledora: apenas tiene solicitudes y es necesario cubrir un mínimo de diez inscripciones para hacer el itinerario con un guía especializado en el tema. Me aconsejaron que estuviera pendiente del calendario de las próximas visitas guiadas http://toulouserepublicana.com/es/ pero que no organizara un viaje sin antes haber confirmado la posibilidad real de su cumplimiento que, en la práctica, sólo tiene lugar si hay un grupo de escolares interesado.
Estas son las consecuencias del olvido que tanto preconizan los que asimilan la Memoria Histórica a una venganza o a “la batalla del abuelo”, y que produce pena, rabia y también vergüenza.

                          DdA, XV/4336                         

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