Carmen Ordóñez
Da pena, más bien rabia, comprobar sobre el terreno cómo nuestros vecinos franceses hacen un
hueco en su memoria histórica para recordar a nuestras víctimas del fascismo mientras
el Estado español y los respectivos gobiernos que se han ido alternando desde
la muerte del dictador no han dado aún cumplido homenaje a aquellos españoles
que se dejaron la piel por defender ese proyecto de una vida mejor para todos
que encarnó la Segunda República.
Se ha cumplido este año el 80 aniversario de La Retirada, cuando medio
millón de españoles salieron hacia el exilio, y una vez más el gobierno de
turno ha dejado pasar la oportunidad de rescatar su memoria con la solemnidad
que ello merece. Honrosa excepción es la del Instituto Cervantes, la única
institución española que ha prestado atención al aniversario dedicando unas
jornadas al recuerdo cuando correspondía.
Sin embargo, en París y en varias ciudades del sur de Francia se han
sucedido los actos de reconocimiento hacia los exiliados españoles, buena parte
de los cuales continuaron su lucha, una vez asentados en el país vecino, en la
Resistencia contra la ocupación nazi.
Tal es el ejemplo de Toulouse, sin duda la ciudad donde, por su
proximidad a los Pirineos, se instalaron un mayor número de refugiados, lo que
ha derivado en que hoy el 10% de su población tenga orígenes españoles y que su
propio alcalde, Jean-Luc Moudenc, la defina como “la ciudad más hispana de
Francia”.
Pues bien, el Ayuntamiento de Toulouse ha organizado dos itinerarios
temáticos por la ciudad vinculados a la memoria histórica: uno está dedicado a
la Resistencia tolosana frente a la ocupación nazi; el otro, al exilio
republicano español. Ambos recorridos comparten algún escenario, como es lógico,
pero cada uno guarda su propia identidad.
El proyecto ha surgido también para mantener viva la actividad del Museo
de la Resistencia, actualmente en remodelación, que ha colaborado en el diseño
de los itinerarios junto con el Centro Tolosano de Documentación sobre el
Exilio Español (CTDEE) y la Fundación Pablo Iglesias.
El recorrido puede comenzar en el corazón de la Ciudad Rosa, la Place du
Capitole, que se convirtió en una especie de Plaza Mayor para los exiliados.
Allí manifestaron su protesta en 1945 cuando un representante del gobierno de
Franco visitó oficialmente la ciudad y allí, un año después, recibieron de
forma entusiasta a José Giral, entonces presidente del gobierno republicano
español en el exilio. Los cafés de la misma plaza y sus alrededores se
convirtieron en lugares de reunión para las diferentes organizaciones
políticas. Lamentablemente, la gentrificación que opera en nuestras ciudades de
manera cada vez más invasiva impide hoy reconocer estos establecimientos. Para
muestra vale un botón, y ése sería el Florida, que aún se mantiene en pie.
Tomando la rue de Lafayette desembocamos en la cercana plaza Wilson. Sus
jardines fueron a menudo lugar de asamblea y de debate político; también allí
podían comprarse los periódicos afines: CNT, Ruta, Mundo Obrero o El
Socialista. El cine Plaza, que se encontraba en el número 6 -hoy ocupado por
una tienda de ropa y un restaurante libanés-, acogió numerosos mítines, igual
que el cercano cine Nouveautés (54
Boulevard Carnot), que también desapareció con el siglo para convertirse en un
hotel que ha respetado su fachada modernista.
No muy lejos de allí, en Matabiau -un barrio cosmopolita como corresponde
al entorno de cualquier estación ferroviaria- se encuentra el rastro de la que
fue sede de la CNT Intercontinental (4 Rue Belfort) donde se celebraron los
Plenos de la organización desde 1945 hasta 1964. El lugar puede reconocerse
fácilmente por el portalón de entrada de una antigua brasserie.
Y volviendo hacia el centro, en la mismísima plaza de Saint Sernin, está
el edificio de la Bourse du Travail, donde se desarrolló la cultura sindical
desde 1892 y que aún mantiene su identidad como Instituto CGT de Historia
Social. Estudiantes e investigadores acuden al centro que contiene uno de los
archivos más completos sobre la memoria sindical y obrera. El edificio
colindante, en 3 Rue Merly, fue la sede inicial de la CNT en la ciudad y posteriormente acogió la actividad política
de la familia comunista en el exilio y en los tiempos de mayor persecución de
la Guerra Fría.
Bourse du Travail
Muy cerca de allí se encuentra la actual Filmoteca, que antes fue el Cine L’Espoir y acogió numerosas representaciones teatrales de carácter político, además de mítines y congresos del PSOE: Aquí fue donde Felipe González, aún Isidoro, dio un golpe de mano en agosto de 1972 para la renovación -o la desnaturalización, como quiera entenderse- del partido. La maniobra se remató en Suresnes dos años más tarde. En el primer piso de este edificio (69 Rue du Taur) se situaba la Casa del Pueblo, la sección de Toulouse del partido y su Dirección nacional; en el portal colindante se estableció la sede nacional de la UGT.
Y es que los socialistas tuvieron mayor presencia en este entorno de los
aledaños de la Place du Capitole, la zona noble de la ciudad:
El primer congreso del PSOE en el exilio se celebró en la Sala del
Sénéchal -entonces Paraninfo de la Facultad de Letras y que hoy continúa
abierta como centro cultural- cuyos muros acogieron también multitud de
reuniones políticas y conferencias de otras organizaciones.
El edificio, en el 17 Rue Rémusat, presenta las características que han dado nombre a Toulouse como la Ciudad Rosa, con su fachada de ladrillo caravista que imprime ese color en el conjunto.
Los siguientes congresos del partido en el exilio, siendo presidente
Indalecio Prieto, también tuvieron lugar en este entorno, concretamente en las
salas del Refectorio de los Jacobinos (69 Rue Pargaminières). Muy cerca, en el
número 51 de la misma calle, estaba el dispensario de la Cruz Roja republicana
española.
En el 7 Rue de Gambetta podemos reconocer aún -dando entrada hoy a un
local que ofrece conciertos en vivo- la hermosa fachada modernista que daba
entrada al histórico Hôtel de Paris, donde los delegados del PSOE -que ya
apuntaba maneras- aprobaron en julio de 1947 la negociación con los monárquicos
para apoyarse mutuamente en aras de una posible reinstauración de la democracia
en España.
Y, antes de cruzar al otro lado del río, pasamos delante del número 30 de
la rue Valade, donde se celebraron varios congresos de las Juventudes
Socialistas. También en este hermoso palacete el congreso de la UGT de 1971
eligió como secretario general a Nicolás Redondo.
En realidad, todos y cada uno de estos lugares tiene una historia detrás
que merece la pena conocer y recordar porque un paseo por la memoria nos obliga
también a un turismo interior de reflexión y de respeto.
DdA, XV/4334
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