lunes, 4 de noviembre de 2019

¡NO PASARÁN!, AL MENOS POR MI ABSTENCIÓN O MI VOTO


Ana Cuevas

En mi día a día procuro no hablar de política por una mera cuestión de estabilidad mental. Pero renunciar a hablar de política supone también la renuncia a debatir sobre las cuestiones que más afectan a las personas como la sanidad, la educación, las reformadas leyes laborales... En fin, las cosas reales que determinan que una sociedad sea más justa y civilizada.
En una democracia real no sería posible un nivel de corrupción institucional como el que soporta este pueblo endémicamente. La política sirve de salvoconducto para que ladrones y facinerosos se forren a costa de todos nosotros. Da igual que te sientas mucho y muy español o que seas independentista. Te roban. ¿O los brutales recortes que padeció Cataluña no fueron ejecutados por un partido nacionalista?. 
Tenemos la memoria floja de serie y una predisposición enfermiza a obviar las vejaciones recibidas. El PP lleva el latrocinio grabado a fuego en su adn. No lo digo yo, lo dicen los cientos de miles de legajos y la pila de sentencias judiciales que apuntalan esta afirmación.  Y por si fuera poco, ahora nos enteramos que hemos pagado casi un millón de euros por la defensa de los mafiosos que facilitaban la trama Gürtel.  ¿Se nos pueden descojonar más en la cara? Sin embargo, las encuestas vuelven a colocar al PP en posición preferente. ¿Amnesia o estulticia?.
En cuanto al PSOE, le ha venido de perlas que la sentencia de los eres andaluces salga después de las elecciones. Aunque, a estas alturas, una estafa de 742 milloncejos de euros a más de uno le pueda parecer una fruslería. Sánchez mantiene la esperanza de que aprendamos a votar bien, osea a él, y pueda gobernar como dios y el IBEX mandan.
Hay mucha mierda sí. Y mientras tanto las izquierdas se atomizan y sus votantes les ponen morro caparra amenazando con abstenerse el 10-N y quedarse viendo Netflix en sus casas. En esa línea nos enteramos de una campaña en las redes, pagada ¡cómo no! con dinero público, orquestada desde la derecha con el propósito de desmovilizar el voto de la izquierda.
¡Viva el mal, viva el capital! Que diría la bruja Avería.Orgullosa estaría hoy de estos cachorros del mal que aprenden técnicas propias de gobiernos tan liberales como el del señor Putin. 
Pues eso, que cada uno vote según sus intereses o, si lo prefiere, para engordar los intereses de los delincuentes habituales. Yo tengo claro mi voto y sus motivos. No es necesario ir a votar con arrobo incondicional a un partido. Basta con tener claro contra quién o qué votas.
Yo voto contra VOX. Contra su neofascismo esperpéntico que se ha colado como una sabandija en el sistema para destruirlo desde dentro.
Voto contra la repugnante sonrisa que le provoca a Iván de los Monteros la alusión a las miles de víctimas que nos convierten en el segundo país, después de Camboya, con más muertos pudriéndose en las cunetas. Voto contra su pose de caballeros cruzados a la vez que se financian con dinero de un grupo terrorista iraní. Y esto no es un bulo, está confirmado. Voto contra los turbios negocios inmobiliarios de la siniestra pareja formada por Monasterio y su churri que nos indican el pedigrí ético que se gasta esta peña. Voto contra Abascal, el rey de las subvenciones, cero años cotizados, cuyo apellido, ¡anda mi madre!, aparece entre los más beneficiados por la trama Gürtel. Voto contra su misoginia, su homofobia, su racismo.
A pesar de la decepción o el desencanto, no pienso quedarme en casa. Justamente porque es eso lo que quieren los que pretenden seguir saqueando la caja común y recortando nuestros derechos ciudadanos.
Para frenar el fantasma del fascismo, que ya galopa desbocado en toda Europa, no tenemos mejor arma que hacer uso responsable de nuestra democracia. 
¡No pasarán!, al menos por mi abstención o mi voto. Allá cada cuál con su conciencia.

                           DdA, XV/4328                       

1 comentario:

Pedro dijo...

Basta ya de despotricar contra la abstención o el voto nulo. Es una opción tan madura como cualquier otra.
De hecho, es una forma de decirle a la sociedad (que no al cis-tema), "eh, gente, que yo quiero votar, pero ninguna de estas 6 opciones mayoritarias me parece mejor que una mierda; que me la sopla el fascismo de Vox, el capitalismo rosa de PSOE o el lila de Pablemos; que tenemos que organizarnos"

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