Si se hiciera un análisis global de la manipulación y tergiversación informativa y opinativa en los medios de comunicación de nuestro país en los últimos cuarenta años, por centrarnos en el periodo en el que formalmente se puede decir que hay libertad de prensa en España, es muy posible que no se encontrara etapa tan aberrante como la que desde hace unos meses venimos soportando con respecto a la conflictiva situación política que vive Venezuela. El colofón de la misma lo tuvimos en la portada de tres de los diarios nacionales (La Razón, ABC y El Mundo) con ocasión de la jornada electoral celebrada el pasado domingo en aquella República. Entre las múltiples actividades violentas llevadas a cabo por la oposición para boicotear el libre ejercicio del voto democrático en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, (es de recordar que del mismo modo se comportó la oposicion en 2013 tras la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales para el periodo 2013-2019), sobresalió el estallido de una bomba incendiaria detonada
al paso de varios efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en
Caracas. La explosión provocó siete agentes heridos y ningún periodista con dignidad hubiera dudado en calificar el hecho de atentado terrorista en cualquier país del mundo. Aquí en el nuestro, sin embargo, la intensiva campaña mediática desarrollada contra el gobierno de la República Bolivariana, que ha venido silenciando de modo reiterado los espantosos crímenes perpetrados por los opositores en los últimos meses -se ha llegado a quemar a personas vivas en la calle-, ese atentado se ha empleado como acusación contra el gobierno que lo ha sufrido, imputándole carácter represivo a lo que fue una más que evidente y grave acción terrorista. Bien está que, en esta coyuntura, firmas como la de Julio Anguita en El Economista nos ayuden a tener una perspectiva más diáfana y perspicaz de la delicada situación que se vive en aquel país, en la que casi todos los medios de información de España están jugando un nefasto papel, colaborando con su indignante celo falaz y tergiversador a que se pueda llegar al peor de los desenlaces. - Lazarillo
Julio Anguita
Parece
ser que fue el senador estadounidense Hiram Johnson quien dijera en
1917 que la primera víctima cuando llega la guerra, es la verdad. Un
servidor de ustedes, claro partidario de las apuestas políticas,
sociales y democráticas de la revolución bolivariana que fundara Hugo
Chávez, nunca ha sido un defensor acrítico y sin reparos de ciertas
actitudes, discursos y medidas de monocultivo económico llevadas a cabo
por los gobiernos venezolanos de turno. Desde la pasión ideológica
atemperada por la razón, el respeto a la verdad y a la ética, debidas a
mis compatriotas, no puedo por menos que sentirme abochornado y
escandalizado como español por la manipulación que desde instancias
mediáticas, económicas y políticas se hace con todo lo que haga
referencia a la Venezuela actual.
Es escandaloso que políticos, comentaristas, empresarios o ex mandatarios españoles obsequiosos con tiranías teocráticas medievales, benevolentes con dictaduras o sostenedores de acciones bélicas encuadradas en la definición técnica de genocidios, acusen de dictadura a un país en el que las elecciones habidas han sido calificadas por observadores internacionales como legítimas, legales y democráticas. Por no mencionar la posibilidad legal del referéndum revocatorio que ninguna autodenominada democracia occidental contempla.
Es escandaloso que políticos, comentaristas, empresarios o ex mandatarios españoles obsequiosos con tiranías teocráticas medievales, benevolentes con dictaduras o sostenedores de acciones bélicas encuadradas en la definición técnica de genocidios, acusen de dictadura a un país en el que las elecciones habidas han sido calificadas por observadores internacionales como legítimas, legales y democráticas. Por no mencionar la posibilidad legal del referéndum revocatorio que ninguna autodenominada democracia occidental contempla.
DdA, XIV/3599
1 comentario:
Ya era hora de que se supiera la verdad.
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