viernes, 15 de marzo de 2013

EL PAPA FRANCISCO Y EL FESTEJO DE LOS GENOCIDAS

Félix Población

Hasta este modesto Diario llegaron ayer -con motivo de la publicación del artículo firmado por quien escribe el que están leyendo- una serie de comentarios en los que se niega la veracidad de las informaciones que relacionan al que fuera arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, con los crímenes de Estado de la dictadura argentina, lo que aquel régimen militar denominó Proceso de Reorganización Nacional y la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas calificó como delito imprescriptible de lesa humanidad. Se considera desaparición forzada, según esta Convención, la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes.  

Eso fue lo que ocurrió en Argentina entre 1976 y 1983 -tiempo más que suficiente para reconsiderar su barbarie-, donde la persecución, el secuestro, la tortura y el asesinato contra toda disidencia se llevaron a cabo de manera sistemática, al igual que ocurrió en otras dictaduras de América Latina bajo la denominación de Operación Cóndor, similar a la Operación Charlie en América Central. No me consta que desde la sede de san Pedro en Roma el Santo Padre haya levantado entonces su voz para censurar aquellas sangrientas oleadas represivas. Es más, recuerdo entre otras imágenes la de Juan Pablo II visitando en Santiago de Chile al general Pinochet, sin que ni un solo reproche haya salido de sus labios ante los miles de crímenes cometidos también por esa dictadura, una vez desalojado mediante un golpe de Estado el gobierno democrático de Salvador Allende.

Quienes defienden a Bergoglio de las acusaciones de colaboración con la dictadura argentina, alegando que quienes las han difundido han obrado de mala fe, con odio y resentimiento hacia la iglesia católica, deberían pararse a reconsiderar lo reconfortante que hubiera sido para una institución que teóricamente defiende la fraternidad y el amor según postula el evangelio de Cristo, que en lugar de dar pie a esas acusaciones, quien estaba al frente de la Compañía de Jesús en aquella república hubiera levantado su voz en contra del terrorismo estatal*. Esto es, que en lugar de limitarse a no colaborar con ese tipo de terrorismo -tal como apunta Pérez Esquivel-, se hubiera comprometido de un modo más explícito y cristiano con los que sufrían persecución por la injusticia. ¿Alguien se imagina que un cristiano con un comportamiento así, eminente y cabalmente evangélico, iba a ser premiado después por el cónclave cardenalicio con el máximo cargo de representante  de Cristo en la tierra? Léase la historia de la iglesia de Roma como institución y sus buenas relaciones con las dictaduras -incluida la que nos tocó durante casi cuarenta años- y se obtendrá la respuesta.

A fin de aportar una última información en relación con el historial de Jorge Bergoglio durante la dictadura argentina, me gustaría añadir la que publica en su edición de hoy el diario Página/12, con una fotografía que evidencia sin sombra de duda lo que se afirma en el texto: "El flamante papa Jorge Bergoglio tiene su hinchada: ayer los 44 represores acusados por delitos de lesa humanidad cometidos en el campo de concentración de La Perla entraron a la sala exhibiendo en su pecho una escarapela con lazos amarillos y blancos: los colores del Vaticano. Imputados por el secuestro, tortura y desaparición de cientos de personas, el ex jefe de Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez, Ernesto “Nabo” Barreiro, Pedro Vergés y el resto de sus cómplices inflaron sus pechos debajo de sus trajes no bien los fotógrafos les apuntaron con sus cámaras: un hábito –el de la foto diaria– del cual se han quejado siempre en éste y en otros juicios, pero que ayer les sirvió para festejar su alegría por el nombramiento de Francisco".

* Reseña sobre El Silencio publicada en Le Monde Diplomatique en febrero de 2005

+@Según Madres de la Plaza de Mayo, la iglesia de Bergoglio es la de la derecha 

+@Citación al cardenal Bergoglio para testimoniar en el caso de robo de menores

+@El periodista Horacio Verbitsky según Juan Gelman

PUNTOS DE PÁGINA 
Mística vaticana
El misticismo funcionó también en la Plaza San Pedro cuando después de la segunda fumata un pájaro se posó sobre la chimenea que había largado el humo. Al confundir a la gaviota con una paloma, en la plaza dijeron entonces que se trataba del Espíritu Santo. Y hubo otros que hicieron especulaciones apocalípticas sobre la presencia de la inocente gaviota. Para el Vaticano, el significado místico del hecho está en el nombre científico del animal: Larus argentatus, por lo que estiman que estaba anunciando la elección de un papa argentino. @Página/12 

El periodismo según Verbitsky
Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativo y documentado posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa; de la neutralidad, los suizos; del justo medio, los filósofos, y de la justicia, los jueces. Y si no se encargan, ¿qué culpa tiene el periodismo?"


DdA, IX/2333

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