sábado, 11 de diciembre de 2010

EL ARCHIVO DE LA REPRESIÓN *


Félix Población

El Gobierno de España va a solicitar a la Unesco que el archivo de la represión franquista, ubicado en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, sea declarado Memoria de la Humanidad. Conformarían esa memoria los tres millones y medio de fichas policiales que, una vez concluida la Guerra Civil, contribuyeron a generar la dura y masiva represión que caracterizó a la dictadura. Si se tiene en cuenta que la población de nuestro país apenas superaba entonces los 26 millones de habitantes, la magnitud proporcional de ese archivo es ciertamente considerable.

La puesta en marcha de tan exhaustiva, intensa y profusa tarea represora partió de la creación en 1938 de la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos por parte del bando rebelde. Su objeto fue apropiarse de la incautación de todo tipo de material documental, verificada por el ejército franquista a medida que avanzaba militarmente y dominaba aquellos territorios conquistados a la República. En su mayor parte pertenecía a instituciones, asociaciones y demás entidades comprometidas con la defensa del régimen legal y democráticamente constituido. Posteriormente (1944), ese órgano administrativo pasó a llamarse Delegación Nacional de Servicios Documentales, dependiente de la Presidencia del Gobierno, encargada de elaborar esos tres millones y medio de fichas en los que constaban los antecedentes políticos de quienes iban a comparecer en los Tribunales de Responsabilidades Políticas, los Tribunales de Depuración de Funcionarios y el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.

En ese fichero se encuentran todos aquellos ciudadanos que, con anterioridad al golpe de Estado de 1936 o durante el desarrollo del conflicto armado, estaban afiliados a sindicatos obreros, partidos de izquierda, logias masónicas, asociaciones laicas, ateneos libertarios, casas del pueblo y demás entidades consideradas delictivas a partir de la imposición del régimen franquista. Bastaba una carta, un carné, una fotografía de grupo, una colaboración en un periódico, o hasta la posesión de un boleto en una rifa significada por su carácter ideológico, para ingresar en ese fichero. También se especifica en cada tarjeta el desempeño militar ejercido durante la Guerra Civil.

Tan escrupulosa y concienzuda labor represora contó con el asesoramiento de la Gestapo y las SS, según un acuerdo suscrito en julio de 1938 por el general Martínez Anido y Himmler, algo en lo que Franco estaba muy interesado desde el año anterior. Su objetivo era crear una policía política similar a la impuesta por el nazismo en Alemania, calificada por los Tribunales de Núremberg como “la más perversa y cruel de las conocidas en el siglo XX”. Según cuenta Ros Agudo en su libro La guerra secreta de Franco, Himmler visitó España en 1940 y el Estado franquista reconoció su colaboración con la concesión de la Gran Cruz Imperial del Yugo y las Flechas.

La vida de más de tres millones de españoles y sus respectivas familias quedó marcada en la larga posguerra por la elaboración de esas fichas, cuya existencia y significación ignoraron muchos de los afectados. Para no pocos, esa documentación comportó la muerte ante los pelotones de fusilamiento, epílogo funesto que siguió a la resentida y cruel paz proclamada por los vencedores, mientras que para una gran mayoría supuso años de cárcel, destierro e inhabilitación profesional. Bien está, por lo tanto, que un material que tantísimo sufrimiento amordazado gestó en los hogares de los vencidos ocupe por fin el lugar que merece en la Memoria de la Humanidad, pues sólo la memoria de quienes se opusieron a la privación de la democracia y la libertad debe ser reconocida como honroso patrimonio del ser humano.

Sucede, sin embargo, que la declaración del archivo de la represión franquista como Memoria de la Humanidad tendría que soportar una insólita paradoja por su lugar de emplazamiento. Ciertamente, Salamanca y su Centro Documental de la Memoria Histórica son la ciudad y entidad más idóneas para que dicho archivo esté localizado y sea motivo de recordación y difusión. Pero la capital del Tormes es hasta el día de hoy una de las pocas en España que dispensa a Francisco Franco el título de alcalde de honor y medalla de oro de la ciudad, gracias a la resistencia del Partido Popular que la gobierna y que por cuatro veces se opuso con su voto a la propuesta del Partido Socialista para que se le retirara al dictador tal título y concesión, según se acaba de hacer en Ávila con la abstención del PP. Asimismo, la efigie de Franco tallada en piedra figura entre los medallones de reyes y otras figuras eminentes de la historia que caracterizan las arcadas de la Plaza Mayor, sin que el alcalde de la ciudad parezca dispuesto a cumplir con lo estipulado en la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007. (Cada 20-N, el medallón es preservado con un plástico a modo de envase al vacío según se puede observar en la fotografía-, para evitar los potenciales botes de pintura/protesta que pueda originar su permanencia).

Estamos, por lo tanto, ante la inconcebible y esperpéntica paradoja de que el archivo de la represión, sito en una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad, pueda ser declarado Memoria de la Humanidad por la Unesco y que el Ayuntamiento del Partido Popular de Salamanca siga dispensando honras al represor, artífice máximo de ese archivo con la colaboración de las agencias de represión “más perversas y crueles del siglo XX”.

*Artículo publicado hoy, sábado, en el diario Público, basado en el que se publicó en DdA bajo el título El archivo de la represión y el represor honrado.

Foto: Victorino

5 comentarios:

dioscórides dijo...

Leído su excelente artículo, desearía solicitarle información, consejo o asesoramiento sobre un asunto que le relato a continuación:
Mi abuelo, miembro de la UGT, sin cargos de sangre, fue fusilado en Xátiva, siendo testigo su hijo(mi padre) . El, nunca hablaba de su padre, lo poco que sé, fue por boca de mi madre. Nunca nos transmitió odio o rencor por lo que le había pasado, simplemente no se hablaba de estos hechos, con el tiempo me parecieron tan lejanos que nunca le dediqué atención. Una vez fallecidos mis padres, escribí a la UGT de Xátiva para solicitarles información y poder contrastar la información recibida por mi madre. Me confirmaron el fusilamiento e incluso el recuerdo por una persona viva, de la presencia de un joven de 16 años, detrás del muro del cementerio, subido a un alcornoque y que resultó ser el hijo de uno de los fusilados, quienes fueron enterrados en un fosa común y encima se erigió un monumento a los caídos por dios y por España (para mayor escarnio). El certificado de defunción que me enviaron, amablemente, desde la UGT, no consta la causa del fallecimiento, lo que me abrió el interés de saber. Hice una gestión telefónica en el ayuntamiento interesándome por el acceso al archivo histórico municipal para indagar este hecho, siendo la respuesta negativa.
Cuando se aprobó la Ley de Memoria Histórica y leí en su preámbulo que su finalidad es que se reconozcan y amplíen los derechos de todos aquellos, de cualquier signo político, que hubieran padecido persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, así como poder acceder a todos los medios posibles para esclarecer cualquier hecho; pensé que esta Ley era el inicio de un camino hacia la paz personal de muchos ciudadanos y sus familiares. Y, ya que las victimas del bando vencedor, tuvieron en su momento total reconocimiento moral y económico, ésta Ley debía ser el reconocimiento por saber y encontrar a las víctimas de los vencidos. Pero no, encontrar información no es tan fácil como puede parecer.
Sr. Félix, le agradecería encarecidamente, me indicara las gestiones que debería hacer y ante quien solicitarlas, para obtener información de lo antes expuesto.
Con mi agradecimiento.
Dioscórides Ortuño

F.P. dijo...

Estimado Dioscórides:
Me interesaría saber más detalles del caso de su abuelo. CReo que lo más conveniente sería que contactara con una de las asociaciones de Recuperación de la Memoria Histórica para darles a conocer su caso. Denuncie ahí lo que le ha ocurrido con el ayuntamiento de Xátiva. Es posible que su abuelo tenga ficha en el archivo del que se habla en el artículo, por lo que le recomiendo también que solicite información a Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.
Gracias por su lectura y téngame al corriente de sus pesquisas.

Anónimo dijo...

sin olvidar que los que están en esas fichas están todavía, siguen todavía bajo tierra porque los sucecsivos gobiernos democráticos de este país se olvidaron de algo tan elemental como dignificar su memoria.

LEDES dijo...

Le faltaba el colofón de los datos que aportas en el artículo de hoy. Así queda mucho más completo. Saludos.

Anónimo dijo...

En el año 1992 acudí con mi padre al Archivo de Salamanca, porque él había tenido noticia de que en él se hallaba una ficha que le señalaba como defensor del orden político establecido antes de que Franco lo destruyera. Tenía una gran curiosidad por saber el contenido y aunque intenté disuadirle para que no lo averiguara mi empeño resultó inútil.
Cuando leyó lo que escrito estaba se le alteró el rostro mientras temblaba de indignación y en sus ojos leí yo que regresaba el miedo; que no había olvidado las penalidades pasadas como consecuencia de su militancia política ni las noches pasadas en blanco ante el temor de posibles represalias por parte del católico general trinufador.
Al verle en ese estado, la muy católica y muy patrótica educación que había recibido se derrumbó enseguida, porque la sangre llamó a la sangre e intuí tanto su sufrimiento como el de sus padres ante la inminencia de una terrible venganza y todo ello motivado por haber apoyado en la medida de sus posibilidades al régimen político legalmente constituido.
Estoy seguro que esta escena se ha repetido muchas veces en familias destrozadas por el absurdo y al racapacitar sobre ello siento yo mismo miedo y temor. ¿Cómo es posible que se pueda destrozar una vida, una Carrera o una familia porque alguien piensa diferente de lo que un señor ordena que se debe pensar?
Ete interrogante me ha sido muy útil porque ahora sé por qué merece la pena vivir y morir si fuera necesario: Por la Libertad y por el Amor.
Juan

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