miércoles, 11 de mayo de 2005

El mercado de esclavos ya está en Internet

Félix Población

Hace unos pocos días leía por Internet un interesante artículo de Eduardo Galeano sobre los que cada día van siendo más arqueológicos derechos de los trabajadores. Mi siempre admirado y comprometido escritor uruguayo resaltaba el creciente imperio de la explotación máxima en contra de las más elementales condiciones de dignidad laboral. Lo que costó dos siglos de lucha obrera corre el riesgo de difuminarse ante el embate depredador de una economía globalizada carente de todo escrúpulo moral.

Los operarios de McDonalds son tan desechables como la comida que sirven y hamburguesa a los niños del mundo: los pica la misma máquina, dice mi muy estimado Eduardo. Ellos, como los más de novecientos mil trabajadores dependientes de las tiendas norteamericanas Wal-Mart, a cuyo fundador se le concedió en 1992 la Medalla de la Libertad, carecen del derecho a sindicarse. USA es todo un ejemplo en la materia y legislación que nos ocupa.

Desde 1919 se firmaron 183 convenios internacionales que regulan las relaciones laborales en este mundo nuestro. Según datos de la Organización Internacional de Trabajo, 183 fueron ratificados por Francia, 106 por Noruega, 76 por Alemania y 14 por Estados Unidos. Ya lo dijo Zedillo, el ex presidente de Méjico, reconvertido en magnate de la Union Pacific Corporation: “Desengáñense, para competir hay que exprimir los limones”.

“La libertad del dinero -escribe Galeano- exige trabajadores presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles”. El temor al desempleo obliga a la aceptación de condiciones laborales crecientemente más inadmisibles, ya sea en China o Brasil, en Indonesia, Méjico o Argentina, donde el trabajo infantil ha experimentado un desmesurado y denigrante incremento en los últimos años como consecuencia de la grave crisis económica sufrida por aquel rico país. Antes de convertirse en un “obstáculo interno”, como el presidente de Coca Cola expresó, cosificando a los miles de operarios despedidos de su empresa, se acepta el doble de trabajo a cambio de la mitad de la mitad de salario.

Ese estilo de relaciones laborales con patente norteamericana acaba de encontrar su plasmación electrónica a través de Internet en la industriosa Alemania. Lo patentaron dos estudiantes universitarios de ese país hace siete meses y ha conseguido que casi un millar y pico de compatriotas encontrasen empleo a costa de un ofrecimiento profesional a la baja. El precio mínimo de oferta está en tres euros a la hora, muy por debajo de los casi siete regulados, por ejemplo, en el sector hostelero. El calificativo que se ha merecido el invento por parte de los muy activos sindicatos alemanes no admite réplica: Estamos ante un comercio de esclavos modernos.

Ojo: El éxito de la iniciativa ha sido de tal calibre que sus avispados promotores dispondrán de la versión en inglés para este verano y de la española para el otoño próximo. Lo peor del caso es que los nuevos esclavos se manifiestan conformes y hasta satisfechos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuentan también para que el trabajo y las condiciones de los trabajdores sean cada vez más leoninas lo sindicatos, la burocracia sindical y quienes desde los sindicatos se limitan a vegetar a la sombra del presupuesto, asomando sólo cuando lo pide la demagogia o el compromiso es mínimo. Creo que en España la actividad sindical está especialmente desmovilizada y carente de motivación porque las centrales mayoritarias son entes llenas de burócratas con muy poca capacidad de compromiso.

Anónimo dijo...

Ahora con la situación legalizada de cientos de miles de inmigrantes, es de desear que sus condiciones de trabajo sean las que tienen que existir en un país europeo. En ese sentido me parece muy bien lo que ha haco el gobierno de Zapatero. No creo que esto traiga a España más inmigrantes a partir de ahora como dice el PP, pues era la economía sumergida la que favorecía el empleo subdesarrollado y la explotación por parte de los empresarios sin escrúpulos. Siempre es más difícil acogerse a esa economía estando en regla que tal como estaba antes con el gobierno de Aznar.

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