Félix Población
Lo ocurrido con el Furor P-46 es muy indicativo de los silencios que en ocasiones impone el poder a los medios de comunicación y de los que incluso no hablan aquellos otros medios que tienen una visión critica del periodismo al uso y abuso. Fue noticia en su día, propagada por el presidente del Gobierno durante la celebración de la octogésima asamblea general de la ONU, que España enviaría un buque de Acción Marítima para escoltar y proteger a la Global Sumud Flotilla en su singladura hacia las costas de la Franja Gaza, tal como hicieron también los gobiernos de Italia y Turquía. Aunque muchos pensamos que ya era demasiado tarde para tal proceder, porque la Flotilla se encontraba ya en el último tramo de su misión, no creo recordar que esa objeción la planteara alguien, salvo Ada Colau, integrante de la expedición, quien supuso que el barco no iba a llegar a tiempo para cumplir su objetivo. En todos los medios de información, eso sí, se dio a la noticia cierta relevancia y hasta tuvimos imágenes de la partida del buque desde nuestro país. Todo lo contrario, sin embargo, ocurrió cuando la Global Sumud fue asaltada por la piratería sionista, se disparó con cañones de agua sobre los expedicionarios y todos ellos fueron secuestrados. Lo único que supimos fue que desde el Furor P-46 se limitaron a recomendar a los activistas que no entraran en la llamada zona de exclusión israelí, una apropiación ilegal de las aguas internacionales por parte del Estado israelí para permitirse el abordaje y secuestro de toda expedición humanitaria que pretenda socorrer a la población hambrienta y enferma gazatí. Después de esto, nada volvimos a saber del Furor, sin que sepamos si se lo tragó el Triángulo de las Bermudas o tuvo un feliz viaje de regreso a España. De la falta de protección a los ciudadanos españoles se pasó luego, como punto y seguido, a la falta de reacción del Gobierno ante el maltrato, las vejaciones y humillaciones sufridas por esos ciudadanos en una cárcel israelí. Creo que Pedro Sánchez no tenía necesidad de hacer el ridículo o el hipócrita de manera tan palmaria y con carácter internacional.
DdA, XXI/6127

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