Ya en España, después de presentar en la Feria Internacional del Libro del Zócalo de México su nuevo libro, editado por el Fondo de Cultura Económica, el profesor de Ciencia Política Juan Carlos Monedero mantiene, según se puede apreciar en la presentación de la obra, el mismo vigor intelectual de siempre y la misma capacidad vivencial de expresar sus ideas, porque para él las decepciones no comportan deserciones. Su nuevo libro, titulado Menos realidades y más promesas, viene a ser un manual de autoayuda para la militancia, a fin de evitar en lo posible que los partidos de izquierda se sigan caracterizando por sus divisiones. La energía que viene de la calle, como ocurrió con los casos de Podemos en España y Morena en México, no debe desperdiciarse en las pugnas intestinas entre grupúsculos de poder y liderazgos. En contra de estos estigmas, elogió Juan Carlos Monedero al Instituto Nacional de Formación Política del gobierno de Claudia Sheinbaum y participó al público asistente -el autor estuvo firmando ejemplares durante dos horas- que está prestando su colaboración para crear en Colombia otro centro de similares características con el gobierno de Gustavo Petro. Estamos ante otro de esos libros que la ciencia política considera necesarios porque conducen o impulsan al horizonte de la transformación social. Como hasta la fecha no hemos tenido noticias de Menos realidades y más promesas en los medios de comunicación de este país, de los que ha sido erradicada la firma del profesor de la Universidad Complutense a raíz de unas acusaciones muy rumoreadas de acoso sexual hace meses -totalmente infundadas a mi juicio en una persona como Juan Carlos-, es de esperar que sí las tengamos en cuanto Monedero presente su obra. Más que nada porque este país no puede seguir siendo madrastra de ciudadanos como él. Sobre todo porque el compromiso y la dignidad políticas necesitan palabras/relato y él lo tiene y una vez más lo aporta*.
*Cada vez está más claro: la política de Trump termina en guerra civil, en guerra mundial o con este loco ahogado en un charco por orden de los que lo colocaron ahí. Juan Carlos Monedero
DdA, XXI/6142
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