Félix Población
Efectivamente, aunque en su día casi se estuvo por no darle ninguna importancia a la colección del fotógrafo Constantino Suárez después de su fallecimiento (1983) -la más valiosa quizá de las que se encuentran en el Muséu del Pueblu d'Asturies- la gente de Gijón tiene una afición incuestionable por la fotografía, sobre todo cuando ilustra el pasado de aquella villa, algo que Suárez hizo muy a fondo, especialmente hasta que la dictadura lo encarceló y le privó del ejercicio profesional. Por eso no nos extraña que, al cabo de seis meses, la que quizá sea más importante de las exposiciones de fotografía que se han organizado en Gijón (Gijón/Xixón. Epicentro fotografía, 1858-1992) haya sido visitada por más de 51.000 personas en el Palacio de Revillagigedo. Con gran acierto además se ha querido que la muestra incluyera el periodo veraniego, por lo que también fueron no pocos los turistas que se han interesado por la historia gráfica gijonesa desde mediados del siglo XIX. Las opiniones al respecto, tanto de los lugareños como de los foráneos, acreditan que su interés estaba justificado. Todas las instantáneas expuestas pertenecen a los museos municipales de la ciudad, con una participación muy especial del Muséu del Pueblu d'Asturies, que ha tenido a bien para darnos la noticia del número de visitantes seleccionar una fotografía que data de 1944 y refleja a los espectadores que se dieron cita en el Muelle [puerto interior] para ver el recibimiento que se ofreció en Gijón al obispo y cardenal gallego Benjamín de Arriba y Castro (1886-1973), que después de ser prelado en Mondoñedo lo fue de la diócesis Oviedo entre 1944 y 1949, para pasar luego a la de Tarragona, en donde se caracterizó por su anticatalanismo, como ferviente valedor que fue del régimen franquista desde el primer momento. En aquellos años de la inmediata posguerra, como se desprende de la imagen, formaban parte del tinglado nacional-católico vigente recibimientos pastorales como el que consta en la fotografía, en la que no se aprecian por parte de quienes la protagonizan indicio alguno -ni en el aspecto físico y jovial ni en el vestir- de las miserias de la época, los conocidos y muy sufridos años del hambre que Miguel Ángel del Arco analiza en su libro La hambruna española (ed. Crítica). Nos lo acaba de recomendar el excelente escritor gijonés Pablo Batalla Cueto y vamos a leerlo para dar aquí cuenta de su contenido. (Foto Lena).
DdA, XXI/6100
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