martes, 30 de septiembre de 2025

NOS GUSTA LA DEMOCRACIA AUNQUE ESTÉ COMO AUSENTE



José Ignacio Fernández del Castro

 

«Durante el año siguiente [al Terremoto de San Francisco del 18 de abril de 1906], estallaron siete huelgas, se abrieron seis nuevos bancos y el alcalde Eugene Schmitz fue condenado a pasar cinco años en la prisión de San Quintín por corrupción. La ciudad vivía de nuevo
Howard Melvin FAST (Nueva York, Estados Unidos, 
11 de noviembre de 1914 - Connecticut, 12 de marzo de 2003):
 The Inmigrants (1977).

Cuando vienen mal dadas, el capitalismolocal o global, sabe arreglárselas para que los suyos, quienes configuran la “oferta activa en los mercados” y asumen el “gran espíritu emprendedor”, no sufran demasiado.
Da igual un terremoto que una crisis/estafa, da igual en el pujante Frisco que en la vieja Europa, da igual un desastre natural que un horror bélico… Siempre contarán con testaferros políticos que velen por sus intereses para que, inmediatamente superado el desastre, quienes no tienen más capital que sus manos paguen los platos rotos y la economía financiera (aunque la productiva se siga replegando durante un tiempo, amenazando incluso con fenómenos puntuales de deflación) vuelva inmediatamente a florecer... ¡El negocio es el negocio y no se va a parar porque unas pobres gentes miserablesmigrantes de su propia hambre, hayan quedado, sin sesperanza y sin vida (sin esperanza de vida, para alivio de Christine Lagarde y su señalamiento de 2014 en informe al Fondo Monetario Internacional, que por entonces presidía, de la longevidad como el mayor peligro para el crecimiento económico)  en las sacudidas de la tierra o en las aguas procelosas de cualquier estrecho salpicado por pelotas de goma.
Siempre ha sido igual, y acaso algún miembro de la casta política que haya hecho más evidentes sus servicios al gran poder económico y/o se haya pasado en la exigencia de remuneración por los mismos, llámase Eugene Schmitz, Luís Bárcenas o José Luís Ábalos, pase una pequeña temporadita en la cárcel (forma también parte de la representación, de los efectos especiales que intentan hacer todavía creíble este teatro de sombras al que siguen llamando democracia representativa).
Pero lo grave no son esas corruptelas concretas, por muy escandalosas que resulten y mucho morbo que despierten... Lo grave es que la corrupción del concepto mismo de representación popular es el sistema. Así que, parafraseando al Pablo Neruda de los veinte poemas de amor, podríamos decir que nos gusta la democracia, aunque esté, aquí y ahora, como ausente.
¿De modo inevitable?

GRITOS CON CITA Y GLOSA (XLIII) DdA, XXI/6119

No hay comentarios:

Publicar un comentario