domingo, 28 de septiembre de 2025

IGUAL QUE EL POLVO DE UN SUEÑO ANTIGUO ENCIMA DE LOS PÁRPADOS

 


 Con su libro Lugares para el exilio, Javier Cano (1973) fue finalista del Premio Adonais en 2001. A ese libro pertenece el poema que sigue, elegido por este Lazarillo para decirlo al andar del aire, en presencia de esta vieja casa centenaria, abrazada por la hiedra y una intemperie de montaña y cielos rasos,  un atardecer otoñal de domingo en un pueblo cualquiera de la España abandonada donde se escuchan y beben muchas fuentes de aguas hondas. El autor del poema, natural de Jaén (1973), presentó hace meses una antología de su obra bajo el título Nunca amanece tanto, que incluye poemas escritos desde la adolescencia hasta 2023. 
    Una casa cualquiera de una calle cualquiera
    puede ser simplemente
    lo que nos queda en pie sobre el escombro
    que va cayéndose de la mirada;
    puede ser el lugar para un exilio
    voluntario o (quien sabe)
    la única redención la única sombra
    de una tarde sin sombra ni crepúsculo.
    No hay más que abrir la puerta que da al barro,
    las cortinas gastadas por lo oscuro;
    no hay más que ir escogiendo, como niños,
    los cuartos que se asoman al jardín,
    al exhausto silencio de los pájaros.

    Una casa cualquiera que empezara
    bajo los muros que la sostuvieron
    (algo así como el hombre que comienza
    su materia, su herida de algún día
    bajo las ruinas de la propia sangre).
    Una casa sin número tal vez
    como un río sin nombre en la otra orilla
    del mundo.
    Yo he aprendido con el tiempo
    a distinguir las huellas de las manos
    en los cristales rotos, el peso de los cuerpos
    en las paredes, la última palabra
    que alguien dejó en la mesa como el polvo
    de un eco, igual que el polvo
    de un sueño antiguo encima de los párpados
    .
    DdA, XXI/6117

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