Alejandro Álvarez López
La ONU ya ha hecho público el informe que llevaba tiempo elaborando y dictaminó que lo que Israel está haciendo en Gaza es un GENOCIDIO. La salida a la luz pública de tal informe se produce dos días después del apoteósico éxito de la solidaridad propalestina en Madrid en el final de la vuelta, sin que en tal coincidencia haya relación ninguna de causa-efecto.
Durante dos años, Sánchez ha mantenido (y aún continúa) el comercio de armas con Israel, aunque trató de negarlo, en un ejercicio de hipocresía notable. Y durante tiempo trató de dar una de cal y otra de arena sobre la actuación del Gobierno de Netanyahu. Pero en las últimas semanas, mientras su Gobierno continuaba con el comercio de armas con el Estado genocida, Sánchez vio (o se lo hicieron ver) lo que estaba sucediendo y lo que iba a suceder (no por adivinación sino por información) y se subió con todas las armas verbales (de momento, solo las verbales) al carro la denuncia del genocidio y, tras los sucesos de la Vuelta, a la petición de sanciones deportivas y culturales contra Israel. Y está recibiendo el aplauso por ello.
Hay dos aspectos que explican el oportunismo y el habilidoso (aunque sea hipócrita) movimiento táctico de Sánchez: por un lado, ponerse a la cabeza del creciente descontento de buena parte de la sociedad española con la actuación del Estado sionista; por otro, es absolutamente previsible que Sánchez conociese desde hace algún tiempo el enfoque que iba a triunfar en el informe de la ONU y quería estar encabezando en España esa posición cuando el informe se hiciese público, algo que seguramente conocía de antemano, lo cual explica las intervenciones de muchos miembros del Gobierno del PSOE tras los sucesos de la vuelta, hace dos días.
Con ese discurso, avalado por la ONU, logra, por un lado, distanciarse de la impresentable e indefendible posición de la derecha del PPVOX, cuya defensa de los genocidas queda en evidencia tras el informe de la Comisión de la ONU; por otro lado, subirse a ese carro le sirve también a Sánchez para seguir merendándose a Sumar, un socio de gobierno caracterizado en casi todos por la tibieza política, pero que mantenía en este asunto cierta distancia con el PSOE. Ya no, pues están en el Gobierno en plena coincidencia con Sánchez en los aspectos esenciales (manteniendo las relaciones económicas y diplomáticas o el comercio durante más de un año desde que Sánchez afirmó que no se hacía) y ahora el presidente los iguala en los mensajes contra el genocidio.
Con ese movimiento táctico de ponerse verbalmente en cabeza de las protestas y de las denuncias contra el GENOCIDIO, Pedro Sánchez demuestra habilidad política (aunque sea hipócrita) para meter un gol a PPVOX y dejar a Sumar cada vez con menos espacio propio.
Es cierto que, analizado con detenimiento, no hay coherencia en su discurso desde hace dos años en el asunto de la intervención genocida de Israel en Gaza, pero eso no le importa porque sabe que tampoco hay memoria para recordárselo y que los gestos ampulosos del presente velan y ponen en sordina las contradicciones del pasado. Cuenta para ello con la valiosa colaboración de una parte de los medios, esa que se ha puesto con empeño a recuperar para el PSOE todo el electorado que, cansado de la corruptela del bipartidismo, se había echado en manos de los que querían tomar el cielo por asalto.
DdA, XXI/6107
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