Año tras año, verano tras verano, se suceden las catástrofes medioambientales en la comunidad de Castilla y León, y sin embargo la provincia que dispone de mayor territorio forestal en ese territorio mantiene una trayectoria inalcanzable al fuego que se ceba -repetidamente en algunos casos- sobre otras provincias, con un total de un millón trescientas mil hectáreas calcinadas en 40 años, durante el periodo que va de 1983 a 2013. Habría que sumar los incendios ocurridos durante doce años más hasta estos de ahora en las provincias de Zamora y León. ¿Tan difícil es aplicar al resto de provincias lo que como mejor ejemplo ofrece la provincia soriana? Creo que para llegar a eso habría que tener, en primer lugar, la conciencia medioambiental de los ciudadanos de Soria, a la que hay que sumar el rendimiento económico que les propician sus bosques.
José Luis Gavilanes Laso
Varios compañeros de este informativo ya se han decantado con contundencia sobre el infierno que está padeciendo la provincia de León devastada por las llamas. Quisiera añadir algo más.
Echando la vista atrás, tenemos como referente el incendio de la Sierra de La Culebra, en junio de 2022. Días antes de que se produjese esta catástrofe incendiaria con más de 60.000 hectáreas quemadas, el máximo responsable de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, el señor Suarez-Quiñones, había respondido a una pregunta un par de días antes en este mismo periódico sobre incendios forestales antes de que se produjesen: “Que el número de incendios bajaba constantemente gracias a la acción preventiva de la Junta (…) Debido a ello, “muy pocos incendios pueden ser grandes incendios”. Contrariamente a este pronóstico desacertado, a uno se le encoge el alma saber que media provincia de la montaña leonesa está siendo hoy abrasada por las llamas. Tan solo con un poco de decencia y un mínimo de responsabilidad, tanto del señor Suárez-Quiñones como el señor Mañueco, ¿qué más debería quemarse para que presenten de inmediato su dimisión en el cargo?, uno se pregunta y quizá no sea el único. León está atravesando la catástrofe incendiaria más grave conocida desde que existen noticias al respecto y sin saber cuál va ser el fin de la misma y las consecuencias totales en el número de víctimas y destrozos
Sin embrago, dentro de la Comunidad de Castilla y León, en la que caprichosamente estamos integrados, hay una provincia de la misma que se libra todos los años de que se le incendien los bosques, casas y corrales. Se trata de Soria. El último incendio que tuvo lugar en ella fue en el año 2000, y ello pese a tener la mayor superficie boscosa del país. Soria tiene 1,050 millones de hectáreas, de las cuales 600,000 son forestales, siendo un ejemplo patente y sobresaliente de la lucha contra el fuego. La explicación fundamental es el hecho tan sabido y poco respetado de que “los incendios se apagan en invierno”. Las tareas del acondicionamiento y mantenimiento de asociaciones privadas y de propietarios forestales, limpiando el bosque todos los años en el invierno antes de que lleguen los calores veraniegos cada vez más intensos y catastróficos (que por desgracia y cambio de clima estamos padeciendo), son cruciales para atenuar y evitar los grandes incendios
Los sorianos ven el monte como “algo suyo”. Esta es una de las razones que explica realizar obligados trabajos de prevención, algo que, por desgracia, no ocurre en otras provincias de Castilla y León, concretamente en la región leonesa. En Soria hay estrecha vigilancia, hay información, hay coherencia, factores unidos que demuestran su eficacia contra el fuego fortuito o intencionado. El “milagro de Soria” no se basa en algo complicado sino sencillo: gestionar los bosques de modo preventivo durante todo el año. Lo fundamental en ello, aunque sea un trabajo penoso, es el desbroce. Y, al mismo tiempo, la creación de adecuadas y suficientes infraestructuras en las que, si se producen incendios, permitan a los medios de extinción acceder con rapidez para defender el monte, porque, de lo contrario, es imposible apagarlos. De hecho, en Soria no solo previenen los incendios, sino que incluso hay iniciativas para la investigación y la adaptación de los bosques al cambio climático. La suma de todo lo dicho hace que, si se produce un incendio forestal, sea mucho más sencillo mitigarlo evitando esta tristísima por catastrófica situación actual.
La Nueva Crónica DdA, XXI/6076
No hay comentarios:
Publicar un comentario