Preguntado Abascal si condena el hecho de que decenas de ultraderechistas intenten agredir a vecinos de piel oscura que nada tienen que ver con la brutal agresión a un anciano, su respuesta ha sido no condenarlo, sino señalar a la inmigración como culpable. Bien. Dice la ley de partidos, que tanto aplaudió la derecha en su momento, que “un partido podrá ser declarado ilegal por promover, justificar o exculpar los atentados contra la vida o la integridad de las personas, o la persecución de personas o grupos por razón de su ideología, religión o creencias, nacionalidad, raza, sexo o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Enrique del Teso nos recuerda hoy: En 2003 Herri Batasuna fue ilegalizada aplicando la ley de partidos políticos de 2002, que sigue en vigor. En la exposición de motivos se lee: «El objetivo es garantizar el funcionamiento del sistema democrático y las libertades esenciales de los ciudadanos, impidiendo que un partido político pueda, de forma reiterada y grave, atentar contra ese régimen democrático de libertades, justificar el racismo y la xenofobia o apoyar políticamente la violencia y las actividades de bandas terroristas»
Gerardo Tecé
La de Torre
Pacheco no es la primera agresión que vemos en España. Tampoco la primera que
sufre un pobre anciano sin justificación aparente. Recuerdo varios casos en los
que miembros de grupos neonazis, nacionalistas españoles de ultraderecha,
patearon a ancianos que dormían en la calle o refugiados en un cajero. Los
vagabundos son escoria y hay que quitarla de en medio, recuerdo que decía por
los pasillos de mi instituto el único nazi que conocí por aquel entonces,
cuando ser escoria no estaba de moda. Son muchas las agresiones gratuitas que
la ultraderecha, principal grupo terrorista de este país, ha perpetrado por las
calles en los últimos tiempos. Palizas por ser negro, palizas por ser
homosexual, palizas por ser de izquierdas. Hace un tiempo un anciano fue
agredido salvajemente en Almería en un caso similar a este. La noticia no
trascendió y los convoyes repletos de cabezas rapadas –y vacías– no se
movilizaron. Los agresores de aquel anciano eran españoles. Aquella agresión,
grabada en vídeo, fue tan brutal que la ultraderecha, terrorista y mentirosa a
partes iguales, la utiliza ahora para presentarla, falsamente, como la agresión
de Torre Pacheco.
No. Ni la
agresión en Torre Pacheco ha sido la primera ni la respuesta ultraderechista
tiene nada que ver con defender las calles de ningún peligro. Hasta las
neuronas de un nazi entienden que esto simplemente se trata de racismo ante la
perspectiva –no confirmada en el momento en que se publica este artículo– de
que los autores sean de origen magrebí. No es algo que disimulen. Lemas como
“salir a la caza del magrebí” lo ponen bastante complicado para los medios
afines al PP que se empeñan en colocarse de perfil, marcando una exquisita
equidistancia entre agredidos y bandas ultras repletas de tipos con
antecedentes violentos viajando a Murcia dispuestos a agredir por el color de
la piel. Las tertulias de referencia, ni a favor ni en contra del desfile de manadas
nazis atentando contra vecinos. Dejemos que hable el pueblo. Pongámosle el
micro al vecino que, contrario a la inmigración, declare que basta ya de
violencia en las calles y que, bueno, lo del establecimiento de kebab atacado
porque sí son cosas que pasan cuando la gente se enfada, no nos centremos en
eso. Lo peor de los nazis no son los nazis, sino los cobardes que los rodean.
Este intento
por prender la mecha de la violencia coincide en el tiempo con la petición de
Vox de expulsar de España a ocho millones de personas migrantes. Si las
casualidades no existen a la hora de indignarse por una agresión e ignorar
otras, tampoco existe en estos casos en los que la escoria institucional y la
escoria en la calle se dan la mano. Preguntado Abascal si condena el hecho de
que decenas de ultraderechistas intenten agredir a vecinos de piel oscura que
nada tienen que ver con la brutal agresión a un anciano, su respuesta ha sido
no condenarlo, sino señalar a la inmigración como culpable. Bien. Dice la ley
de partidos, que tanto aplaudió la derecha en su momento, que “un partido podrá
ser declarado ilegal por promover, justificar o exculpar los atentados contra
la vida o la integridad de las personas, o la persecución de personas o grupos
por razón de su ideología, religión o creencias, nacionalidad, raza, sexo o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Si en algo estoy de
acuerdo con la ultraderecha es en algunos de sus lemas. Especialmente en
aquellos que dicen que hay que hacer cumplir la ley. Que ya está bien de mirar
para otro lado permitiendo que las calles y las instituciones de este país se
llenen de escoria. Amén.
CTXT DdA,XXI/6.042

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