Félix Población
Debe de ser porque con la calor y el entorno montaraz y plácido en el que discurren mis días, no estoy para afearme la vida con sucesos tan lamentables como los ocurridos en Torre-Pacheco. No voy a juzgarlos porque es obvia la repulsión que siento ante quienes se llevan sintiendo protagonistas de la actualidad desde el pasado fin de semana y los días que vengan, gracias a la colaboración de unos medios de información metidos ya en el fin de curso político, con poco material que llevarse a las portadas de nacional. No me resisto no obstante a comentar la imagen que ilustra estas líneas y que pude contemplar antes en un informativo de televisión, creyendo en este caso que el abrazo de confidencialidad que se estampa en la secuencia, entre un policía y uno de los alborotadores, no podía ser lo que finalmente parece que sí ha sido. Como imágenes así las venimos viendo con demasiada frecuencia cada vez que se produce una algarada de extrema-derecha, ya sea manifestándose ante la sede del PSOE o por cualquier otro motivo alborotador sin necesidad del correspondiente permiso -las hubo también durante la pandemia en el barrio de Salamanca-, se podría pensar que tanto la delegación del gobierno -cuyo jefe llama progresista-, ya sea en Murcia, en Madrid o en Cádiz durante las manifestaciones obreras, gestiona de modo muy dispar las incidencias que se dan según el personal que se junte. Durante el gobierno social-comunista de Pedro Sánchez, ya sea antes con Unidas Podemos o ahora con Sumar, se están teniendo demasiadas debilidades con quienes responden a códigos violentos de extrema derecha y un rigor excesivo con quienes se manifiestan en defensa de su puesto laboral o contra esa misma extrema derecha que no deja de lanzar soflamas de odio xenófobas o racistas (ahí está el caso de los seis de Zaragoza). Si se hubiera actuado con ese mismo rigor contra los violentos de Torre-Pacheco desde el primer día (Marlaska estaba en Wimbledon), no llevaríamos varias jornadas con los canales de televisión y los tertulianos a pasto insistiendo en un asunto que requiere ser atajado, siempre que surja, con la efectividad y diligencias requeridas. La historia está ahí para aconsejarlo, tal como traza mi estimado Álvaro Noguera en su viñeta de hoy, a la que vendrían muy bien aquellos versos de don Antonio Machado sobre la sombra de Caín.
DdA, XXI/6.042
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