Félix Población
Ni a Eugenio Montes primero, con ocasión de su ingreso como académico de la RAE, ni a Gonzalo Torrente Ballester después, cuando ambos vivíamos en Salamanca, les pregunté en su día, cuando tuve oportunidad de entrevistarlos, por la película Surcos, de Nieves Conde, que tuve oportunidad de ver en su versión restaurada el viernes pasado en Historia de nuestro cine (La Dos). Puede que entonces yo no tuviera conocimiento que ambos escritores gallegos fueron los autores del estupendo guion que contribuye a hacer de ese film uno de los mejores de la historia del cine español. Tampoco cuando le hice quizá una de las últimas entrevistas a Félix Dafauce reparé en su papel como capitalista sin escrúpulos la película.
Estrenado en 1951, sólo la militancia falangista del director y ambos guionistas hizo que el film pasara la censura, aunque le costara el puesto a posteriori al Director General de Cinematografía, siendo quizá el que con mayor y depurado neorrealismo ofrece una versión más fidedigna de lo que fue la posguerra española, dos decenios después de que no llegara la paz sino la victoria de los sublevados en 1936.
La historia se centra en este caso, muy común en aquel duro periodo histórico, en las penalidades de una familia de la depauperada España rural al tratar de mejorar su vida en una gran ciudad, Madrid en este caso. Aporta para ello la película los escenarios reales de una capital de España sumida en la precariedad, contribuyendo con ello a ofrecernos un inestimable valor documental.
Cuando tantos jóvenes constituyen hoy el caldo de cultivo en el que gesta una parte importante del electorado de extrema derecha, películas como Surcos deberían estar circulando por todos los colegios e institutos de la geografía peninsular para someterse a debate y estudio entre el profesorado y el alumnado. Si existe una falta de conocimiento notable entre esas generaciones acerca de la historia contemporánea de España, con lagunas e interpretaciones confusas o no democráticas del periodo correspondiente a la Segunda República y la Guerra Civil, otro tanto ocurre con la larga etapa de posguerra durante la dictadura franquista, aquel tiempo de miseria, hambre y represión que vivieron los que hoy son abuelos y pueden certificar con su testimonio que el film de Nieves Conde, efectiva y magistralmente, refleja aquella adversa, penosa, oscura y opresiva realidad, posiblemente mejor que ningún otro.
No es anecdótico, precisamente, que sea la violencia contra las mujeres una secuencia reiterada a lo largo de la película, como testimonio fehaciente de lo que supuso el nacional-catolicismo en aquel aciago periodo donde tantas miserias alentaban
DdA, XXI/6.048
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