Alejandro Álvarez
Dice el Gobierno que no podemos romper relaciones con Israel porque nuestra posición en ese asunto depende de la UE. Y, a pesar de los gestos que se quedan en gestos, seguimos manteniendo relaciones políticas, culturales y económicas con un gobierno genocida.
La actuación europea y española en otros casos pone de manifiesto la hipocresía y la doble vara de medir: Rusia invade Ucrania (algo condenable) y se tardan días en imponer sanciones, cortar relaciones, expulsar a ese país de competiciones deportivas y culturales y declarar a Putin el enemigo público número uno; Israel invade Gaza (y Cisjordania, no se olvide), comete crímenes de guerra, está llevando a cabo un genocidio en directo, asesina a conciencia a miles de niños (más que en todas las guerras juntas de las últimas décadas), práctica un claro apartheid y pretende una limpieza étnica, todo lo cual, sumado, es mucho más grave que la sola invasión. Pero la UE y España se conforman con lanzar mensajes destinados a engañar a la propia opinión pública europea que rechaza tajantemente la actuación israelí, mientras se apresta a incrementar las sanciones a Rusia. Está actuación, que, más allá de los mensajes hipócritas, supone una clara complicidad en la barbarie israelí, refleja el hoyo moral y la pérdida de rumbo político democrático y humanitario de la UE, arrastrada al fango de la historia por una caterva de políticos mediocres, ineptos y carentes de altura política, moral y humanitaria. Todo un síntoma de su decadencia, puesto de manifiesto, también y en consonancia con lo anterior, por el crecimiento de la ultraderecha. Un camino hacia un oscuro futuro si las sociedades europeas no reaccionamos.
DdA, XXI/5.993
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