Félix Población
No fue precisamente un éxito la concentración celebrada ayer domingo en el centro de Madrid (Plaza del Callao) al objeto de mostrar el respaldo al proyecto europeo y el consiguiente rechazo a la extrema derecha que pretende quebrar sus valores. Más bien resultó un fracaso, que además era previsible. El acto se convocó con motivo del llamado Día de Europa, que en esta ocasión coincidía no sólo con el septuagésimo aniversario de la declaración del que fue ministro de asuntos exteriores de Francia, Robert Schuman. También, con el octogésimo aniversario de la liberación de los campos de exterminio nazis. Pretendió ser la cita madrileña una réplica de la concentración celebrada en Roma hace casi dos meses y que reunió a 50.000 personas. En Madrid, sin embargo, no pasaron de 8.000, según los organizadores, 1.000 para la Delegación del Gobierno. En el acto cantó Miguel Ríos la versión del Himno a la alegría y se leyó un artículo del poeta García Montero, escrito con motivo del No a la guerra de Irak, quizá porque la ocasión no mereciera un nuevo texto del mismo autor. Teniendo en cuenta que para nada se mencionó en la concentración -al menos no lo he leído en Infolibre- el genocidio contra el pueblo palestino perpetrado por el gobierno de Netanyahu, que cuenta con armamento de Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea (UE) para perpetrarlo, y que no puede ser creíble defender los valores europeos de aquella declaración manteniendo la UE tan indigno comportamiento, es de toda lógica que la concentración de ayer haya sido un fracaso. A pesar de ello, diarios como El País le concedieron en su portada digital el espacio que le negaron el día anterior a la manifestación que protestó en Madrid contra la masacre israelí en Gaza, con una concurrencia mucho mayor, si bien no todo lo multitudinaria que cabría esperar, tal como viene ocurriendo en otras capitales europeas. No sólo la extrema derecha europea pretende quebrar los valores democráticos europeos que se reivindicaron en la plaza madrileña, sino el gobierno de extrema derecha de Netanyahu, al que países como Alemania vendieron armas hasta el punto de estar por detrás de Estados Unidos en su contribución a lo que desde un principio planteó el estado de Israel no como una defensa del país contra el terrorismo de Hamás, sino como un genocidio del pueblo palestino, continuando una sucesión histórica de masacres. Seguimos comprobándolo día tras día. Una concentración en pro de una Unión Europea digna de sus fundamentos debería haber contado con la repulsa a esa barbarie en primerísimo lugar. Hasta el nuevo Papa lo ha tenido en cuenta.
DdA, XXI/5.985
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