sábado, 8 de febrero de 2025

¿POR QUÉ HAN DESPEDIDO A LA CHICA Y NO A ÉL EN EL CORTE INGLÉS?


Valentín Martín

Creo que el mes que viene hay una celebración de la poesía. Editoriales y autores aprovechan para presentar libros. Y resulta un disfrute fugaz ver cómo marzo mayea. Qué gozo ver tanto velero navegar aunque tú seas un pez en la tierra como los de la admirable Pepa Merlo. Me parece que hay en la imprenta un libro mío. O dos, tendré que preguntar porque desde que estoy pallá, en casa me han puesto un gestor emocional que lleva mis cuentas.
Que estoy pallá lo dice una señora del hospital donde se curó del furor sexual Miguel Hernández, según el blanqueador Guerrero Zamora. Pobre hombre el tal Guerrero Zamora que confundió tiroides con próstata. Hay que saber, nos lo tiene dicho todos los días el ex diputado Marhuenda, y sólo él sabe por qué le despidió Rajoy.
Como estoy pallá, en el hospital me vetan una silla de ruedas para salir a contar pájaros al parque y ver a las mocitas a la manera de un juez. Aquí estoy, con la monotonía de lluvia tras los cristales, como Machado. A veces me imagino pájaros y mocitas, como mi paisano Marcos Ana se imaginaba un árbol.
Cuando yo llegué a Madrid por primera vez era verano y los días largos. Como los horarios de los grandes almacenes, referencia de la ciudad. Venían de los pueblos a visitar los grandes almacenes, aunque no comprasen nada. Lo mismo que en Salamanca iban a ver la rana, así se hace camino al andar.
No sé si era un bulo, pero había una creencia de que para trabajar en esos grandes almacenes las chicas tenían que ser jóvenes y guapas. Como en Hollywood. Los de pueblo nos lo creemos todo. Pero algo de verdad habría porque luego una amiga mía que trabajó allí y pidió tiempo muerto para tener cuatro hijos, cuando regresó ya madurita no la pusieron a vender tangas y sostenes, sino prótesis de cadera y rodilla para viejos en la ortopedia.
Antes de que me vaya de cacho del todo y le dé la razón a la señora del hospital y su estoy pallá: el otro día las cámaras de seguridad de una sucursal de El Corte Inglés grabaron a un empleado y a una empleada por prácticas sexuales. A ver, señor juez: eran las 6 de la mañana, estaban solos en un pasillo apartado, los grandes almacenes desiertos, el acto sexual duró 4 minutos, lo único que hicieron fue adelantar la hora del bocadillo ¿por qué han despedido a la chica y a él no? ¿Porque puso más interés? Si es así, habría que condenar al pamemo pasivo y dar las gracias a la mujer.
Creo que el mes que viene se celebra la poesía, repito. Y de la igualdad entre hombres y mujeres, a ver si en los grandes almacenes se enteran.

DdA, XXI/5.903

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