jueves, 27 de febrero de 2025

NI EL LACAYO (EUROPA) NI EL VICARIO (UCRANIA) TIENEN PITO QUE TOCAR




Alejandro Álvarez

Hace años EE UU. provocó un golpe de Estado en Ucrania (el golpe de Maidan) para poner las riquezas ucranianas a su servicio. Luego instaló (la elección la realizó Victoria Nulan, estadounidense) un gobierno obediente, apoyándose en los nazis del batallón Azov. Vinieron luego leyes racistas contra los ciudadanos rusos que pueblan mayoritariamente las regiones del este de Ucrania, lo que inició una guerra en 2014. Se llegó a un acuerdo (los acuerdos de Minks) que fueron sistemáticamente incumplidos por el gobierno ucraniano (con la complicidad de los garantes occidentales, como reconoció Merkel), y con la clara intención de meter a Ucrania en la OTAN para que quedara definitivamente y toda ella bajo control de EE.UU., una línea roja que, como advertían significados analistas europeos y americanos, constituía una provocación que Rusia no iba a tolerar, dada la división entre la población ucraniana, una parte importante de la cual se siente y es rusa. Desde la invasión iniciada por Putin, ilegal pero en ese marco de confrontación por el control de los espacios, la estrategia de EE.UU. y Europa fue buscar la victoria total frente a Rusia y "quedarse" con toda Ucrania (y sus riquezas) bajo su influencia. Trump parece haber llegado a la conclusión de que ahora es preferible otra solución: acabar con la guerra (que le estaba saliendo muy cara) a cambio de que Rusia se quede con una cuarta parte y que el resto de Ucrania esté a su disposición para explotar todos esos minerales esenciales para su industria bélica y tecnológica, cuestión capital para no ser superado definitivamente por China. La decisión de Trump aclara palmariamente el fin de la guerra en el doble sentido de la palabra "fin": por un lado, que el objetivo de la guerra de Ucrania, como ya denunciaron hace tiempo varios analistas, nada tenía que ver con los intereses ucranianos ni su libertad o su independencia sino que se trataba de una guerra vicaria que respondía a un enfrentamiento entre imperios capitalistas (EE.UU + su monaguillo, Europa, frente a Rusia); por otro, que la finalización de la guerra está cercana porque los dos contendientes van a lograr sus objetivos: EE.UU. controlar una gran parte de Ucrania y Rusia la otra parte. Eso explica que en las negociaciones que van a poner fin a la guerra ni el lacayo (Europa) ni el vicario (Ucrania) tengan pito que tocar. Claro que el sirviente protesta y muestra su enojo (sin levantar la voz para no enfadar al amo) porque se llevó gran parte del coste en la guerra pero su señor no le deja casi nada del pastel. Es lo que tiene ser el lacayo, que es el amo quien decide qué mendrugo de pan te vas a comer.

DdA, XXI/5.919

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