martes, 11 de febrero de 2025

EL TESTIMONIO DE MAHMOUD MUNA, LIBRERO PALESTINO ARRESTADO EN JERUSALÉN

Es conocida la frase del poeta alemán Heinrich Heine, cuyos versos fueron el primer estímulo de este Lazarillo para estudiar un idioma que nunca llegaré a dominar, en la que dice que allí donde se queman libros se acaba por quemar a personas. El precedente debió de encontrarlo Heine en la Inquisición, dado que no vivió los tiempos del nazismo en que eso mismo fue lo que ocurrió en su propio país. Pues bien, el pasado domingo Mahmoud Muna y su sobrino Ahmed, que regentan la Librería Educativa en Jerusalén, un punto de encuentro y búsqueda de los más reputados investigadores de la cultura árabe, fueron arrestados por la policía israelí. Un reportero de diario israelí Haaretz contó que los policías israelíes confiscaron centenares de libros, sobre todo aquellos en cuya portada aparecían la bandera palestina, el mapa de Palestina o las palabras Palestina y Gaza. La revista Orient XXI ha recuperado el testimonio escrito de Mahmoud Muna sobre las protestas palestinas en torno al bloqueo de la Puerta de Damasco en 2021 por parte de las autoridades israelíes. También para éstas, los libros son una materia terrorista merecedora de confiscación siempre que en ella aparezcan las señas de identidad o los topónimos Gaza y Palestina que el gobierno de Netanyahu, con la inestimable ayuda de Donald Trump, pretenden erradicar del mapa, siguiendo los patrones de los regímenes dictatoriales:


Los enfrentamientos y la violencia en torno a la Puerta de Damasco de Jerusalén han sido muy comentados en las últimas semanas, pero como residente de la ciudad desde hace mucho tiempo, tengo una perspectiva única sobre los jóvenes que viven en la Ciudad Vieja y sus alrededores.

La clave para una verdadera comprensión de los acontecimientos es la profunda relación que existe entre los residentes palestinos de la Ciudad Vieja y el espacio público que rodea sus hogares, una relación que incluso los palestinos que viven fuera de sus muros a menudo subestiman.

Más allá de las obvias responsabilidades religiosas y nacionales que los habitantes de la Ciudad Vieja sienten hacia su antigua ciudad natal, consideran los espacios públicos como sus propios jardines, donde se reúnen en las terrazas y sus magníficos balcones hasta altas noches de verano.

Jerusalén es una ciudad como ninguna otra. Reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una concentración de riquezas patrimoniales para todo el mundo. Las calles son estrechas, las casas en la Ciudad Vieja están superpobladas y se conceden pocos permisos de construcción o renovación a los residentes palestinos. Esto explica por qué las familias (y los jóvenes en particular) acuden en masa a la enorme Puerta de Damasco para encontrar espacio. A lo largo de mi vida, y más aún en los últimos años, la Puerta de Damasco (o Bab Al-Amoud, como la llamamos), se ha convertido en un lugar de reunión y vida social. Allí se reúnen los jóvenes, fuman y comen dulces.

Con el paso de los años, la plaza con forma de anfiteatro se ha convertido en escenario de espectáculos culturales, incluidos eventos musicales, arte callejero, danza tradicional e incluso parkour. Todo esto cambió el primer día de Ramadán de este año, cuando las autoridades israelíes bloquearon con barreras metálicas la reunión de personas alrededor de las grandes escaleras (que los lugareños llaman “  las sillas  ”) y sólo permitieron el acceso estrecho a pie por los pequeños escalones. Los jóvenes palestinos consideraron la medida como una provocación y organizaron protestas nocturnas para recuperar el espacio.

La determinación y el compromiso con la protesta pacífica ha crecido. Después de unos días de escepticismo, la comunidad palestina en general se unió rápidamente a la causa de los jóvenes. Las reivindicaciones eran muy claras: retirar las barreras que rodean las grandes escaleras y reabrir la zona de las "  sillas  ". La policía israelí intentó varias veces persuadir a los jóvenes para que aceptaran el cierre de las escaleras, pero sin éxito. Fue en ese momento que nos dimos cuenta de que en realidad no había ningún líder para este movimiento, ningún partido o líder político involucrado.

Por supuesto, la desesperación, la falta de futuro y el creciente sentimiento de opresión y discriminación son factores que alimentan la ira y este ciclo de confrontación. El punto de inflexión, sin embargo, llegó cuando grupos judíos ultranacionalistas se reunieron y marcharon coreando "  muerte a los árabes  ", antes de que estallaran enfrentamientos en las calles de Jerusalén a la vista de las fuerzas israelíes.

DdA, XXI/5.906  ORIENT XXI

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