Vicente González
Un coetáneo muy misógino, al que conozco desde hace bastantes años, me toma el pelo delante de unas cuantas botellas de sidra y me ensalza las bondades de la ley sálica, ya sabéis, la norma monárquica que da prevalencia a la figura de los hombres sobre las mujeres y que ha impedido a muchas de ellas acceder al trono.
Como es un tipo muy machirulo, pero hay que reconocer que también es muy simpático, me advierte que los padres de la Constitución ya previeron la supremacía de los varones cuando relega a las dos hijas mayores del rey Juan Carlos, en beneficio del tercer hijo que, como recordareis es un hombre que reina bajo el nombre de Felipe VI.
Entre coña y coña me plantea la necedad de cambiar la figura de un hombre apuesto y racional como el actual monarca, por la primogénita de la familia que es la infanta Elena, cuyos atributos físicos y mentales son puestos en duda por gran parte de los españoles. Y es que, además, continúa su cháchara, los herederos de esta buena mujer serían Froilán y Victoria Eugenia. O sea que...."Fíjate, Vicente, el gran favor que os hemos hecho a todos con el mantenimiento de la ley sálica", a la vez que muestra su desagrado por cambiar la Carta Magna para igualar en la sucesión a hombres y mujeres.
Le sigo la guasa y le recuerdo que en la actual situación, no hay opción entre varones y féminas porque las dos hijas del actual rey son mujeres, por lo que posiblemente sea el mejor momento para proclamar la Tercera República y que no haya más reinas en la historia de España. Se ríe a mandíbula batiente y no me queda más remedio que carcajearme con él porque es bueno reírse de todo y con todos. Y sobre todo, es magnífico poder reírse de uno mismo.
DdA, XXI/5.892
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