jueves, 23 de enero de 2025

GOBERNANDO PARA LA DERECHA, NO VALE DECIR QUE POR LO MENOS NO GOBIERNA

En este artículo, después de referirse a los mínimos logros pero logros al fin del gobierno de coalición de Pedro Sánchez con Unidas Podemos en la anterior legislatura, el editorialista pasa a referirse al actual ejecutivo, que oscila entre la inacción y la acción política de derechas, poniendo una magnífica alfombra roja al que posiblemente le suceda que, tal como se presume, lo configurarían la derecha y la extrema derecha. La diferencia entre el mal menor y el mal mayor es cada día que pasa más difícil de distinguir para la gente, concluye el editorial, aunque este Lazarillo sigue creyendo que aún existe, máxime con los vientos que soplan por Europa y los que a partir de ahora nos llegarán desde la Casa Blanca. Lo que no puede valer, de ningún modo, para justificar las concesiones a la derecha del actual gobierno de coalición PSOE/Sumar, como lamentablemente acaba de ocurrir, es argumentar -como hace la progresía mediática- que por lo menos no gobierna la derecha. Sobre todo porque es el mejor modo para que llegue a gobernar. La historia de ayer y hoy lo demuestra y lo saben los pueblos. 


EDITORIAL   

En este nuevo escenario, en el que el ejecutivo PSOE-Sumar oscila entre la inacción y la acción política de derechas, el discurso malmenorista se ha convertido —ahora sí— en un martillo neumático argumental que no paran de repetir, todos los días, una y otra vez, los portavoces políticos y mediáticos de los dos partidos del gobierno. Con mayor o menor intensidad y de una forma más explícita o más implícita —pero incesantemente y sin descanso—, se emite por todos los canales que todas las fuerzas que apoyaron la investidura de Sánchez en noviembre de 2023 estarían obligadas a votar a favor de cualquier cosa que el Gobierno decida llevar al Parlamento —aunque no estén de acuerdo, aunque vaya en contra de sus principios, aunque vaya en contra de su programa, aunque incluya recortes sociales—, porque, de no hacerlo, el Gobierno podría colapsar, el presidente se podría ver "obligado" a convocar elecciones anticipadas y eso nos podría acercar al pavoroso abismo de un gobierno de derechas. Por tierra, mar y aire, se intenta convencer al conjunto del electorado progresista y de izquierdas de que quizás la acción política del ejecutivo es enormemente decepcionante —es muy difícil negarlo— pero que sería peor un gobierno de Feijóo. "Por lo menos no gobierna la derecha", nos dicen insistentemente los portavoces de aquellos que parece que lo único que tienen que ofrecer a la ciudadanía es que no son el PP.

Como ya hemos desarrollado en anteriores editoriales, este tipo de mensaje de la progresía pone una alfombra roja para la llegada de las versiones más radicales de la nueva derecha. Si Donald Trump ha ganado en Estados Unidos de una forma tan contundente, es precisamente porque lo único que Kamala Harris podía ofrecer a los sectores progresistas norteamericanos es que ella no era Donald Trump. Con las personas migrantes, ofrecía mano dura; como Trump. Con la sanidad, no pensaba transitar hacia un sistema público y universal; como Trump. Con el genocidio en la Franja de Gaza, apoyo máximo a Netanyahu; como Trump. "Por lo menos no soy Donald Trump" fue el lema implícito de la campaña de Kamala Harris y, como era previsible, eso provocó la victoria de Donald Trump.

Salvando las distancias, en España está ocurriendo algo muy parecido. El gobierno de Sánchez y sus portavoces mediáticos no tienen ningún argumento para poder justificar, por ejemplo, por qué no está haciendo nada para resolver el problema de la vivienda más allá de que "por lo menos no gobierna la derecha". Esta idea básica que se repite de diferentes formas por parte de los opinadores de la progresía es el motor principal detrás del aumento de las perspectivas electorales del PP y de VOX. Como en Estados Unidos, el PSOE y sus partidos satélite están poniendo —con el malmenorismo— una alfombra roja por la que, más pronto que tarde, van a acabar desfilando los escuadristas. Pero es que, además, lo tremendamente irresponsable de la operativa se refleja también en la propia pérdida de fuerza —de carga de verdad— que transporta el propio mantra. ¿"Por lo menos no gobierna la derecha"? Pero, entonces, ¿cuál sería exactamente la diferencia?

Si miramos a lo ocurrido este miércoles en el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo, no parece tan fácil contestar a esa pregunta. Por un lado, los votos conjuntos de PP, VOX y Junts han tumbado la moratoria de los desahucios a familias vulnerables, la prohibición del corte de suministros básicos a las personas que no los pueden pagar, la revalorización de las pensiones, los descuentos en el transporte público y varias ayudas por la DANA de Valencia. Estos tres partidos, además, han sumado sus votos a los del PNV para tumbar también el gravamen a las grandes energéticas que suponía apenas 1000 millones de recaudación sobre unos beneficios de 10.000 millones. Es más, el único Real Decreto-ley que se ha aprobado —con el apoyo de la CEOE y los votos a favor de PP, PSOE y Sumar— ha sido uno en el que el Gobierno, en vez de mejorar los salarios o las pensiones más precarias, ha decidido incentivar que los trabajadores con una situación económica más vulnerable puedan demorar su jubilación hasta los 72 años y más allá —que puedan trabajar hasta morirse o hasta que no aguanten más— para así compatibilizar una fracción de su mísera pensión con su escaso sueldo.

"Por lo menos no gobierna la derecha", seguirán diciendo algunos estómagos agradecidos. Mientras tanto, cada vez más gente no podrá evitar preguntarse por qué cada día que pasa se hace más difícil distinguir el mal menor del mal mayor.

DdA, XXI/5.889 Diario Red

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