Alejandro Álvarez
El problema del PP es que, más allá de estar siempre al servicio de los poderosos y buscar desesperadamente el poder para "repartir" dividendos entre los suyos, no tiene una estrategia y política serias y claras para alcanzar democráticamente el gobierno con un programa creíble y que convenza a la mayoría. Sin descartar que llegue a lograrlo, lo que sí es evidente es que no juega a convencer a la sociedad con una propuesta seductora y rigurosa sino que pone todo su empeño en crear confusión y alcanzar el poder a cualquier precio y por cualquier vía: por un lado, fía parte de su esperanza en el law fare, con la acción de los jueces dispuestos a crear causas que le favorezcan y desgasten al actual Gobierno, pero son tan burdas que dan poco fruto; por otro, en ese afán desmedido por alcanzar el gobierno, termina votando con los "independentistas" del "ogro" Puigdemont contra una serie de medidas beneficiosas para millones de personas, porque a Feijoo todo le vale para sus objetivos, como al fraile que llevaba una prostituta al hombro y decía: "todo es bueno pal convento", y piensa que con ese voto contra el Gobierno, a costa de la mayoría social, se acercaba al poder. Pero luego, los sindicatos y otras organizaciones sociales lanzan la convocatoria de movilizaciones, lo cual va a poner en centro de debate la tropelía de PPVOX y JUNTs, con lo cual el "ogro" Puigdemont, con una pequeña baza que arranca para justificar la modificación del voto, cambia de opinión, lo que deja al PP con las posaderas al aire y se ve obligado a modificar también su posición. Si antes su votación contra la subida de las pensiones y otros beneficios sociales se justificaba con bulos, ahora el giro se acredita con piruetas argumentales que penetran claramente en el ridículo. Le salió mal la apuesta de unirse al antaño diablo Puigdemont y ahora tiene que envainársela, haciendo un sonoro ridículo que trata de justificar con aún mayor ridículo. Resulta patético, pero lo incoherente, lo banal y lo ridículo parece que son rentables electoralmente en estos tiempos disolutos. En EE.UU. gobierna un tipo como Trump y en Argentina uno como Milei.
DdA, XXI/5.894
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