Félix Población
La tipografía digital tiene estos azares. El Diario revela que España actúa como puerto de tránsito de material de guerra para Israel, aunque el Gobierno haya anunciado la suspensión de armamento a ese país, y por encima de la noticia nos comunica el fallecimiento de la actriz Marisa Paredes, a quien tuve el gusto de conocer hace muchos años en la que entonces se llamaba Sala Olimpia, en la Plaza de Lavapiés, sede del Centro Nacional de Nuevas Tendencias que dirigía mi estimado Guillermo Heras, por aquellos años vecino también de mi calle. No recuerdo la obra que interpretaba Paredes, pero sí que informé de la misma en la revista teatral El Público, que editaba mensualmente el Instituto Nacional de las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura. Por aquel tiempo ya había cursado la actriz una excelente carrera en el cine y el teatro, y lo que más me sorprendió de su personalidad, mientras me hablaba delante del espejo del camerino, fue la espontaneidad con la que se refería a su trayectoria y a la profesión a la que se entregó vocacionalmente desde muy joven. Tengo un muy grato recuerdo de aquella entrevista y de la impresión que me causó Marisa, a la que luego vería en diversas circunstancias, en su mayoría relacionadas con su compromiso político. Lamento no haber estado en la última, hace sólo un año, cuando la vimos pujante y enérgica gritar de pie en las calles contra la barbarie perpetrada por el gobierno de Netanyahu en la Franja de Gaza (no se pierdan el Expediente Netanyahu en Filmin sobre la corrupciones del primer ministro israelí). Que una mujer y una actriz de renombre, casi octogenaria, muestre esas actitud, cuando tantos otros colegas deberían acompañarla en ese mismo compromiso, denota que Marisa Paredes se nos ha ido pletórica de vitalidad y responsabilidad contra las injusticias y desmanes del mundo occidental al que pertenecemos, ese que utiliza a España como puerto de tránsito para llevar a Israel las armas de un genocidio. Cuánto lamento que la excelente actriz madrileña se haya ido de la vida con la dolorosa desesperanza de comprobar otra vez que el ser humano sigue siendo capaz de masacres así, con miles de niños asesinados en escuelas, hospitales y campos de refugiados.
DdA, XX/5.853
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