Félix Población
Puestos a indagar en los años jóvenes de la actriz Marisa Paredes, recientemente fallecida, acude en mi auxilio la admirable memoria de mi estimado Goti del Sol, que ha tenido a bien recordarnos que hubo un tiempo en que el teatro formaba parte de la programación semanal de nuestra televisión pública, hasta el punto de que fuimos muchos los que llegamos a vincularnos profesionalmente con el teatro, al menos durante un tiempo, gracias a la TVE de la dictadura. Sobre todo aquellos que residíamos en pequeña ciudades de provincia -como es el caso de mi amigo gijonés y un servidor-, donde el teatro sólo era posible durante las giras de verano de la compañías que venían generalmente de Madrid y actuaban durante un par de meses en el Teatro Jovellanos. Dice Goti que vio en Estudio 1 El jardín de los cerezos, de Antón Chejov, en 1969, y su recuerdo me ha servido para avivar como en otras ocasiones mi memoria, en este caso la de telespectador, pues también yo creo haber disfrutado de la magnifica obra del escritor ruso, siendo como era fiel a la cita de aquella excelente emisión nocturna, en la misma franja horaria que ahora está ocupada por programas que no me merecen ninguna consideración y denotan una regresión cultural alarmante en TVE. En ese Estudio 1, concretamente, actuaban nada menos que José María Prada, Mayrata O'wisiedo, Emilio Gutiérrez Caba, Marisa Paredes, Tina Saínz, Enrique Cerro y Francisco Merino, entre otros inolvidables actores y actrices. Debería el discreto lector hacer la prueba y ver algunos minutos de la función, aunque sólo sea para comprobar la gran profesionalidad del elenco, con una interpretación notable y una dicción y entonación tan sobresaliente como precisa en la sucesión de los diálogos. Ahí estaba ya Marisa Paredes, con poco más de veinte años, esa Marisa Paredes cuya ausencia ha llorado la cultura española sin más excepciones que una derecha retrógrada y sus medios afines, entre los cuales se ha hecho notar por la hediondez de su labia, incapaz de respetar al menos la aflicción de los familiares y amigos de la fallecida, un profesional del odio guerracivilista -habitual en este tipo de vilezas-, al que escucha cada día la carcunda más notoria y rancia de este país.
DdA, XX/5.854
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