GRITOS CON CITA Y GLOSA (IV): ABORTO, CREACIONISMO Y REDUCCIÓN DE PERSONAL

Nosotros estamos señalando el corazón del debate del mundo occidental por tanto no debe sorprendernos que además de llamarnos fundamentalistas nos llamen ultras simplemente por defender el derecho a la vida simplemente por defender un concepto de la persona basada en la antropología cristiana. […]Porque el aborto es como el esclavismo, que fue también durante siglos una moda dominante especialmente en los países anglosajones. […]Entre los científicos, fundamentalmente están ganando aquellos que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución. Por eso nosotros no tenemos que tener ningún temor. Estamos ganando a pesar de que la moda dominante siga rabiosa y enfadada con nosotros.» Jaime MAYOR OREJA (discurso del 2-12-2024 en el antiguo Salón de Plenos del Senado español ante la VI Cumbre Transatlántica contra el aborto, “Por la Libertad y la Cultura de la Vida”,)

José Ignacio Fernández del Castro

Eso que, ¡anglicismo al canto!, se ha dado en llamar think tank, se está volviendo, ante la pasividad de la progresía, en un auténtico “contenedor de pensamiento”… Ultra. No en vano, acabamos de asistir en nuestra Cámara Alta (con aprobación de su Mesa de la que algunos trataron luego de descolgarse), a un espectáculo, entre bufo, triste y alarmante de exaltación del creacionismo frente a la ciencia como fondo de proclamas antiabortistas.  Y ello se hizo por boca de un exministro y exdirigente de la derecha hispana en función de Presidente de Honor de la Network for Values España en presencia de decenas de políticos reaccionarios allí reunidos…

¿Cómo se puede, desde la voluntad de servir a eso (tan en desuso) que llamamos “bien común”, apostar por un acto de voluntad creadora en el origen de todo (que remite, por ende, a una suerte de providencialismo permanente que haría innecesaria cualquier acción política)?. Por supuesto, desde la estricta racionalidad de un verdadero (y sano) humanismo, de ninguna manera... Toda creencia de esa índole se mueve necesariamente (como bien vieran Pascal o Unamuno) en el ámbito del deseo. O sea, de la ilusión. Y aquí está mucho más justificado considerar iluso a quien la alberga, que en el caso de la estadísticamente estéril confianza en la obtención del premio más improbable en el más inalcanzable de los sorteos. Pero es que en realidad, uso de instituciones públicas supuestamente comunes (casa de representación del pueblo) y financiadas por la ciudadanía aparte, esto va más allá (mucho más allá) de la llamada “guerra cultural” emprendida por la derecha. Se trata de socavar los principios de la modernidad misma en sus propias instituciones para volver a las “creencias oficiales” (léase “obligatorias”) como fuente de control social (no en vano la proclama procede de quien considera apropiada la cadena perpetua para quien no sea estrictamente heterosexual). Porque, si no hiciesen falta manos sumisas para producir, dejando beneficios en las manos todopoderosas, el aborto sería considerado, por quienes ahora tanto lo denigran, una simple (y legítima) reducción de personal. Seguro.

DdA, XX/5.841