Félix Maraña
El camino de la paz es la paz. Pero Palestina no tiene camino ni horizonte. Ni caminos, ni escuelas, ni hospitales, ni medicinas o alimentos. No le quedan territorios porque se los han robado. Y, si nadie lo remedia, en poco tiempo Palestina no tendrá mapa ni palestinos, porque en un año han muerto 50.000 ciudadanos, combatientes y civiles, mujeres, niños, niñas, ancianos, aplastados en un proceso cruel y genocida. No habrá nada ni nadie. Pronto, Palestina dejará de existir, como Biafra, si nadie impone una paz justa. Qué lejos ha quedado el propósito de paz por territorios. Y si Palestina no existe, si los palestinos son exterminados, si seguimos en silencio frente al terror, ¿cómo podremos decir a nuestro futuro que tuvo sentido nuestro paso por este mundo?
La ONU es ya tan sólo una oficina de extensión de certificados de buenas voluntades. Y el siglo XX, ay, es aquel tiempo lejano en que una parte del mundo firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero nadie lee esta ley de leyes, ni cumple sus propósitos y mandatos. Cada vez se lee menos.
DdA, XX/5.868
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