miércoles, 6 de noviembre de 2024

FALSARIOS COMO IKER JIMÉNEZ Y OTROS SOBRAN EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Lazarillo

Siempre me pareció un payasete -no un payaso, profesión que admiro-, y para una vez que trata de indagar en la realidad y dejar a un lado los mundos esotéricos o paranormales, la realidad trágica de una provincia arrasada por la mayor catástrofe de su historia reciente, Iker Jiménez la caga hasta unos extremos que esperemos sirvan para desalojar definitivamente a este tontolaba de los medios de comunicación. Ciertamente, no ha sido el único en adelantarnos una noticia falsa respecto al aparcamiento de Bonaire, según se puede comprobar revisando lo que largaron otros de similar especie por distintos medios. El grado de desinformación, manipulación y patrañas ha sido tan alto con respecto a una tragedia humana de la envergadura de la de la provincia de Valencia, que sitúa el problema de las noticias falsas a la altura de los más graves que puedan darse en nuestra sociedad occidental. Como no haya una réplica de gran calado por parte de un periodismo riguroso y deontológicamente impecable -algo que por ahora cuesta imaginar- estamos ante la posibilidad de que nada de cuanto se nos informa pueda ser asumido como fiable en esta marejada creciente de degeneración mediática, en la que se debe incluir a cuantos comunicadores se ceban en inculcar en sus audiencias el resentimiento y la intolerancia contra quienes representan a la mayoría de la ciudadanía en el gobierno de la nación. En un país medianamente normal, lo de Jiménez supondría el fin de su carrera mediática, sobre todo después de que uno de sus colaboradores fuera pillado en un vídeo manchándose del barro que mató a tanta gente antes de aparecer ante las cámaras. Pero no es el caso de este país, donde a los falsarios como el citado les premian los oligarcas con la creación y dirección de nuevos medios de información.

El Roto

DdA, XX/5.814

1 comentario:

Antonio Gonzalo Ruiz Vega dijo...

Payasete. Así le definí hace mucho. Pensando que era un bobo pomposo pero inofensivo. Pero no lo es

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