Félix Población
No suelo perderme los artículos que en El Viejo Topo publica el profesor de filosofía Miguel Candel. El de este mes de septiembre ha sido más interesante aún que los anteriores. Lleva por titular Demopausia porque al autor, según sus propias palabras, no se la ha ocurrido palabra mejor para designar el estado catatónico en que se halla la población trabajadora de este país desde que "el gobierno más progresista de la historia se instaló en el banco azul". El articulista afirma en el texto que nuestras sociedades han pasado, de movilizarse contra la guerra de Iraq en 2003, a apoyar a partidos políticos belicistas. Decimos combatir a la extrema derecha nacional y, al mismo tiempo, seguimos armando y financiando a los fascistas ucranianos. También apunta con razón Candel que un amplio sector de la juventud está idiotizado por una publicidad omniinvasiva, formando parte de una masa compulsivamente colgada de las redes sociales, que antepone el móvil a una dieta sana y nutritiva y que se consuela con sueldos de mierda que le permiten ir tirando sin llegar nunca a ningún sitio. Cito frases textuales del artículo y lo leo al tiempo que el "gobierno progresista" aprueba una serie de medidas para la regeneración democrática, repetición por cuarta vez del mismo plan que en su día adoptaron los gobiernos de Felipe González, Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Todos los mencionados, menos Zapatero y más Aznar el de la Azores, el que mintió sobre la autoría de la mayor masacre terrorista en la historia de este país y reconoció el golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002, se entrevistaron estos días con Edmundo González, proclamado presidente de la república bolivariana de Venezuela por la derecha y la ultraderecha españolas, y también por el Partido Nacionalista Vasco, no por la ciudanía ni por el blindaje electoral de aquel país que, según Ignacio Ramonet, imposibilita cualquier tipo de fraude. Durante cuatro legislaturas se ha tratado de regenerar la democracia española del llamado régimen del 78 y mucho me temo que, cada vez que se pretende, como ahora con Pedro Sánchez, es porque su declive es manifiesto. Y ahora mucho más, porque a la corrupción política que se ha dejado notar durante todos estos años minando al régimen, se añade en los últimos como lacra histórica la competencia reaccionaria entre la derecha y la extrema derecha, gobernando incluso en algunas comunidades autónomas y municipios, y la ineptitud de la izquierda para que la regeneración pueda partir de su base. La demopausia le está ganando la partida a la democracia. Lo siguiente ya nos lo podemos imaginar porque está en las páginas de historia.
DdA, XX/5773
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